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sábado, 1 de febrero de 2014

Perú, Roger Guevara, el joven que escapó tras 16 años secuestrado

Róger Guevara Vargas, de 17 años, en el reencuentro con su madre, María Vargas Figueroa, y su hermana menor.
Róger Guevara Vargas, de 17 años, en el reencuentro con su madre, María Vargas Figueroa, y su hermana menor.

En un caso que combina dramatismo con emoción, un joven peruano escapó después de permanecer durante casi 17 años en poder del grupo terrorista Sendero Luminoso, al que fue llevado por una tía cuando tenía 6 meses, según informaba la CNN.
Roger Guevara Vargas declaró que escapó de los remanentes senderistas hace unas semanas, cuando se realizaba un cambio en la vigilancia de un campamento ubicado en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), una amplia zona selvática ubicada en el centro y sur del país, informó la agencia oficial Andina.
Según el medio estatal, que citó fuentes del Ejército peruano, el joven fue luego "rescatado" por miembros de inteligencia militar en el distrito de Kimbiri, en la región sureña de Cuzco.
Guevara, quien dijo que estaba cansado de soportar los abusos e injusticias de los cabecillas del grupo armado, fue trasladado por militares hasta la ciudad centro andina de Huancayo, donde se reencontró con su madre, María Vargas Figueroa, quien contó que tenía 15 años cuando secuestraron a su hijo.
"Me ha prestado asistencia y socorrido durante todos estos años la `camarada Vilma`, quien es esposa del `camarada José`, hermana de sangre de mi madre María Vargas Figueroa", relató el joven.
El muchacho fue entregado a su madre por el general del Ejército Marino Ambia Vivanco, quien estuvo acompañado por autoridades judiciales y de la Policía, precisó Andina.
Al recobrar la libertad tuvo un emotivo reencuentro con su madre, quien se había logrado fugar años atrás.
Durante su niñez fue criado para ser adoctrinado en el pensamiento senderista en campamentos especiales con otros niños llamados "pioneritos" o "aprendices" de combatiente.
La historia de esta familia, es la de muchas secuestradas a quienes los senderólogos  llaman "masas cautivas".
Róger durante toda su existencia vivió en un campamento terrorista, en compañía de los sanguinarios hermanos Víctor, Jorge y Martín Quispe Palomino, cabecillas terroristas del Vraem conocidos como los camaradas "José", "Raúl" y "Gabriel", respectivamente. Su madre también había sido secuestrada por los senderistas. Ella había sido rescatada por las fuerzas del orden en el 2005, en San Martín de Pangoa (Satipo, Junín).
"Yo nací en Vizcatán. Y en  Vizcatán crecí. Mi madre y otras mujeres habían sido secuestradas por los senderistas.  Mi madre me trajo al mundo en un campamento terrorista del que nunca salí. Ella tenía 15 años. Mi padre fue un senderista que hace mucho tiempo murió", relató Róger Guevara Vargas al diario peruano La República.

Esta historia es solo la punta del iceberg de un problema mayor irresuelto, como es el secuestro masivo, sin precedentes en el mundo, de por lo menos 10 mil ashaninkas y 15 mil colonos, de los cuáles habrían muerto o desaparecido por lo menos el 90% de ellos, lo que hace del VRAEM la "fosa común" más grande del planeta, según publica el periódico peruano La Razón.
La madre de Roger, María Vargas Figueroa, relató que cuando contaba con ocho años de edad, una columna senderista incursionó en su pueblo, Valle Esmeralda, y secuestró a sus padres y a sus hermanos. En el camino, según declaraba al diario La República, asesinaron a sus progenitores.
A los 15 años, María Vargas fue obligada a mantener relaciones sexuales con otro senderista del campamento. Así nació su hijo Róger. A los seis meses, la separaron de su bebé para que se convirtiera en combatiente.
En el 2005, durante una incursión del Ejército en San Martín de Pangoa, Satipo, fue rescatada del campamento terrorista en el que estuvo recluida por décadas.
María Vargas creyó que había perdido para siempre a su hijo.

El periodista ayacuchano y analista de temas de seguridad nacional, Carlos Valdez Medina señaló, para el diario La Razón, que "El Estado ha brillado por su ausencia en la solución del problema de las miles de personas secuestradas, entre ellas un número indeterminado de niños, sometidas a cautiverio en las llamadas "zonas liberadas", frente al cual nunca se ha constituido un equipo u oficina especializada que haga un censo y determine quienes son y el número de los que han sido objeto de cautiverio a lo largo de estos años, y sobre esta base trabajar por sus recuperaciones si es que están vivos o de sus restos si han perdido la vida".
A su juicio, los narcoterroristas están incursos en el delito de trata de personas porque las utilizaron como "esclavos", es decir para que les presten servicios agrícolas y de transporte a cambio de nada, así como en el delito de secuestro, en el caso de los menores de edad y mujeres, convertidos a la fuerza en "combatientes" .

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