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lunes, 17 de febrero de 2014

Pakistán, Lapidan a una pareja por supuesto adulterio

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Mujeres protestan contra las lapidaciones.
Un hombre y una mujer fueron lapidados por adulterio a manos de un grupo de vecinos en el distrito de Loralai, en el oeste de Pakistán, después de que un clérigo local ordenara su ejecución, informaron hoy a Efe fuentes policiales.
El suceso ocurrió ayer en el área de Kachi Alazai, donde las víctimas de la lapidación fueron descubiertas "hace unos meses" mientras mantenían relaciones sexuales fuera de sus respectivos matrimonios, una ofensa penada con la muerte según la ley islámica.
Los fallecidos pertenecían a familias de pastores nómadas de la zona.
"El clérigo que ordenó la ejecución se dio a la fuga, pero hemos detenido a su hijo junto a cuatro de los cinco hombres que lapidaron a la pareja, así como a otro líder religioso relacionado con los hechos", dijo un agente de la Policía del distrito, Abdul Hafiz.
Las autoridades religiosas de la zona se negaron a enterrar y a oficiar un funeral por los lapidados, pero el magistrado local ha ordenado que se celebren las exequias hoy bajo vigilancia policial.
Los llamados "crímenes de honor" son muy habituales en el sur de Asia y suelen implicar a varones de una familia que vengan lo que consideran una afrenta que contraviene la conservadora moral familiar de las sociedades locales. Las víctimas suelen ser mujeres en la gran mayoría de los casos, aunque en ocasiones, como la conocida hoy, también se derivan castigos hacia los varones implicados.
A pesar de una prohibición expresa del Tribunal Supremo al respecto, la justicia paralela es impartida a menudo por consejos tribales bajo la supervisión de clérigos locales.
Según la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán (HRCP), casi un millar de mujeres, cien de ellas menores, murieron en 2012 en el país por este tipo de crímenes, aunque el organismo alerta de que el número puede ser mayor porque muchos casos pasan desapercibidos.
En octubre del año pasado Arifa Bibi, madre de dos hijos, fue condenada a muerte en Pakistán por la posesión de un teléfono móvil. 
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Arifa Bibi fue condenada a muerte por lapidación por un tribunal tribal de Pakistán, y fue ejecutada el 11 de julio del pasado año, a manos de su familia. Su tío, primos y otros familiares lanzaron piedras a la mujer hasta que murió, ¿su grave delito? Tenía un teléfono móvil.
Tras su asesinato fue enterrada en el desierto, lejos de su pueblo natal, y no se permitió a su familia participar en su funeral, según publicaba el diario británico The Independent.
Naureen Shameem
Naureen Shameem, la representante del grupo por los Derechos de las Mujeres que Viven bajo leyes musulmanas (WLUML, por sus siglas en inglés), y coordinadora de la campaña "Paremos la Lapidación de las Mujeres", se manifestó al respecto diciendo "la lapidación es un castigo cruel y horrible", añadiendo que "es una forma de torturar a alguien a la muerte. Es una de las formas más brutales de violencia contra las mujeres con el fin de controlar y castigar a su sexualidad y las libertades fundamentales".
La Comisión Asiática de Derechos Humanos explicó que "la muerte por lapidación es un acto de barbarie de una sociedad primitiva", para añadir, "la sociedad se envía el mensaje de que la violencia es la manera de tratar a las mujeres y otros grupos vulnerables. Derechos de las mujeres son negadas por el uso de estas formas de castigo. La sociedad paquistaní ha degenerado hasta el punto de que, para una mujer, tener un teléfono celular se ha convertido en delito grave. Es tratado como un crimen peor que la violación de pandillas, asesinatos y explosiones de bomba, a través de las que muchas personas mueren a diario".
Las Naciones Unidas han reiterado la prohibición de la lapidación.
Todavía debe estar en la memoria de muchos el trágico caso de Asha Ibrahim.
Esa joven, ni era una mujer, ni tenía 24 años, ni era una adúltera. La historia de Asha Ibrahim Dhuhulow, la supuesta mujer de 24 años lapidada en público un lunes de noviembre en la ciudad portuaria de Kismayo, es sólo un reflejo de la brutalidad y la manipulación de las leyes. 
Asha no era mujer, era solo una niña. Asha no tenía 24, sino 14 años. No había cometido adulterio. Había sido violada por tres hombres del clan más poderoso de la ciudad donde vivía en Somalia. Ayudados por el tribunal islámico impuesto por las milicias integristas de Al Shabab, la muerte a pedradas de la menor sirvió para borrar cualquier rastro del crimen, corría el año 2008. Poco ha cambiado desde entonces.

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