Aunque, aparentemente, se han desarrollado múltiples acciones para luchar contra ella, la ineficacia es un denominador común en la lucha efectiva para disminuirla y, utópicamente, hacerla desaparecer o llevarla a su mínimo exponente.
Las altas esferas de la política y los negocios, a lo largo y ancho del mundo, se han visto, y se ven de forma continuada, afectadas por escándalos de alto nivel. Además, las recurrentes acusaciones mutuas de corrupción entre los partidos y sus respectivos políticos mantienen una constante creciente.
Únicamente en los períodos de elecciones, sean generales o locales, todos los líderes presentan en sus programas un objetivo común, que nunca piensan en cumplir: la lucha contra la corrupción. Así, durante ese período, los candidatos, en una confortable silla dentro de la política, se convierten en gladiadores que luchan en la arena contra ese fenómeno mundial.
Organizaciones internacionales, como Transparency International, locales, sociales y ONGs buscan las vías más adecuadas para poner en evidencia a los países y los políticos donde la corrupción es un mal endémico, una enfermedad sin antídoto para combatirla y que se expande como una pandemia por todo el entramado político y empresarial.
Únicamente en los períodos de elecciones, sean generales o locales, todos los líderes presentan en sus programas un objetivo común, que nunca piensan en cumplir: la lucha contra la corrupción. Así, durante ese período, los candidatos, en una confortable silla dentro de la política, se convierten en gladiadores que luchan en la arena contra ese fenómeno mundial.
Organizaciones internacionales, como Transparency International, locales, sociales y ONGs buscan las vías más adecuadas para poner en evidencia a los países y los políticos donde la corrupción es un mal endémico, una enfermedad sin antídoto para combatirla y que se expande como una pandemia por todo el entramado político y empresarial.
Nuevas leyes se intentan poner en vigencia para castigar severamente las conductas tipificadas como corruptas, sin embargo difícilmente los políticos o empresarios suelen terminar frente a los tribunales de justicia.
Muchas veces porque la trama de la corrupción afecta a todos los estamentos de la sociedad, otras porque el poder político, a través de un lenguaje ambiguo, y la falta de transparencia impide que se reunan las pruebas efectivas que judicialmente puedan ser usadas para juzgar con imparcialidad los innumerables casos que son denunciados en abundancia por los medios de comunicación de la mayoría de países.
Muchas veces porque la trama de la corrupción afecta a todos los estamentos de la sociedad, otras porque el poder político, a través de un lenguaje ambiguo, y la falta de transparencia impide que se reunan las pruebas efectivas que judicialmente puedan ser usadas para juzgar con imparcialidad los innumerables casos que son denunciados en abundancia por los medios de comunicación de la mayoría de países.
Los medios de comunicación brindan amplios espacios y un gran abanico de noticias relacionadas con la corrupción administrativa. La bibliografía periodística que se puede encontrar durante los últimos años sobre este tema, que ya podría llenar las bibliotecas de numerosas localidades, va acumulándose ante la indiferencia de aquellos a quienes, mediante el voto, delegamos la gestión económica y social de nuestros países.
La corrupción tiene un efecto devastador sobre el desarrollo económico, sobre la igualdad social, sobre la evolución de la democracia y de la sociedad. Las prácticas corruptas desnaturalizan el sistema democrático, e, infelizmente, desvían recursos que serían usados en la mejora de los beneficios sociales y económicos de los ciudadanos, en las estructuras del país, en la calidad del empleo, etc.
Argentina, Bulgaria, Brasil, España, Italia, Francia, Grecia, por citar solo algunos países más o menos desarrollados, están sufriendo las consecuencias de unas prácticas corruptas que han abocado a estos países, y en consecuencia a sus ciudadanos, a situaciones críticas de pobreza e inestabilidad. Y en todos ellos los masivos intentos ciudadanos de reclamar una mayor transparencia en las actividades de las administraciones públicas han terminado sepultados bajo los gases lacrimógenos, los disparos de armas "no letales" y cualquier otro instrumento de represión de los derechos de los ciudadanos, mientras los líderes, aislados, se aferran al poder a cualquier precio y sin inmutarse por la opinión pública o su deteriorada imagen, usando si es preciso toda la fuerza represiva del Estado para mantener sus status social: el poder.
La corrupción tiene un efecto devastador sobre el desarrollo económico, sobre la igualdad social, sobre la evolución de la democracia y de la sociedad. Las prácticas corruptas desnaturalizan el sistema democrático, e, infelizmente, desvían recursos que serían usados en la mejora de los beneficios sociales y económicos de los ciudadanos, en las estructuras del país, en la calidad del empleo, etc.
Argentina, Bulgaria, Brasil, España, Italia, Francia, Grecia, por citar solo algunos países más o menos desarrollados, están sufriendo las consecuencias de unas prácticas corruptas que han abocado a estos países, y en consecuencia a sus ciudadanos, a situaciones críticas de pobreza e inestabilidad. Y en todos ellos los masivos intentos ciudadanos de reclamar una mayor transparencia en las actividades de las administraciones públicas han terminado sepultados bajo los gases lacrimógenos, los disparos de armas "no letales" y cualquier otro instrumento de represión de los derechos de los ciudadanos, mientras los líderes, aislados, se aferran al poder a cualquier precio y sin inmutarse por la opinión pública o su deteriorada imagen, usando si es preciso toda la fuerza represiva del Estado para mantener sus status social: el poder.
¿Por qué motivo la corrupción aparece de forma constante y bajo muchas y muy variadas formas?
La falta de transparencia, el deseo de enriquecimiento, la sensación embriagadora de poder y también la falta de exigencia de los ciudadanos -sí, por nuestra apatía a la hora de exigir la transparencia de los gastos públicos y otros actos administrativos-, son algunas de las principales causas del aumento de la corrupción en gran parte de la estructura política y empresarial, incluida la bancaria, de numerosos países.
Al mismo tiempo que aumenta la sensibilidad social sobre el tema, en el que se considera en muchos países como el mayor de sus problemas según determinan las encuestas de opinión, la falta de actuación activa permite a los corruptos campar a sus anchas con discursos ambiguos y carentes de profundidad, que se copian unos a otros a través de los años. Y al mismo tiempo, los grupos que surgen, espontáneamente, fundamentalmente a través de las redes sociales, tienen en su mayoría una falta de liderazgo y carisma que provoca, paralelamente a la acción represiva del Estado, que los mismos se diluyan con el paso del tiempo convirtiéndose en pequeños grupos de élite sin el apoyo necesario para permitir el continuo fortalecimiento de su estructura inconformista.
Al final se entra en un círculo vicioso en el que el ciudadano ve, en líneas generales, a políticos y empresarios como parásitos del sistema con los que deben convivir y éstos se ven como un cuerpo de élite que no debe ningún tipo de explicaciones a sus subyugados plebeyos, olvidando la premisa de que su posición de poder, el ejercicio de sus funciones, implica trabajar para el pueblo al que un día prometieron servir.
Es necesario recuperar un Estado transparente y con funcionarios íntegros para poder hacer frente a otros poderes fácticos, como el económico, el sector empresarial y el sistema bancario. Pero para eso solo un camino es posible: la movilización popular global.
"El poder conseguido por medios culpables nunca se ejercitó en buenos propósitos". Tácito.
"El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente". Lord Acton.
"Con un poder absoluto hasta a un burro le resulta fácil gobernar". Lord Acton.
"El poder más peligroso es el del que manda pero no gobierna". Gonzalo Torrente Ballester.
"El poder político es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra". Karl Marx
En cualquiera de estas frases pueden encasillar a la mayoría de dirigentes que gestionan nuestros destinos.
Un ejemplo de las dimensiones del problema lo podemos ver en la detención en Italia de un centenar de personas, el pasado viernes en el marco de dos operaciones policiales realizadas en Roma y en la región sureña de Calabria contra diferentes organizaciones mafiosas de Italia. Entre los detenidos se encontraban empresarios, abogados y políticos locales.
La falta de transparencia, el deseo de enriquecimiento, la sensación embriagadora de poder y también la falta de exigencia de los ciudadanos -sí, por nuestra apatía a la hora de exigir la transparencia de los gastos públicos y otros actos administrativos-, son algunas de las principales causas del aumento de la corrupción en gran parte de la estructura política y empresarial, incluida la bancaria, de numerosos países.
Al mismo tiempo que aumenta la sensibilidad social sobre el tema, en el que se considera en muchos países como el mayor de sus problemas según determinan las encuestas de opinión, la falta de actuación activa permite a los corruptos campar a sus anchas con discursos ambiguos y carentes de profundidad, que se copian unos a otros a través de los años. Y al mismo tiempo, los grupos que surgen, espontáneamente, fundamentalmente a través de las redes sociales, tienen en su mayoría una falta de liderazgo y carisma que provoca, paralelamente a la acción represiva del Estado, que los mismos se diluyan con el paso del tiempo convirtiéndose en pequeños grupos de élite sin el apoyo necesario para permitir el continuo fortalecimiento de su estructura inconformista.
Al final se entra en un círculo vicioso en el que el ciudadano ve, en líneas generales, a políticos y empresarios como parásitos del sistema con los que deben convivir y éstos se ven como un cuerpo de élite que no debe ningún tipo de explicaciones a sus subyugados plebeyos, olvidando la premisa de que su posición de poder, el ejercicio de sus funciones, implica trabajar para el pueblo al que un día prometieron servir.
Es necesario recuperar un Estado transparente y con funcionarios íntegros para poder hacer frente a otros poderes fácticos, como el económico, el sector empresarial y el sistema bancario. Pero para eso solo un camino es posible: la movilización popular global.
"El poder conseguido por medios culpables nunca se ejercitó en buenos propósitos". Tácito.
"El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente". Lord Acton.
"Con un poder absoluto hasta a un burro le resulta fácil gobernar". Lord Acton.
"El poder más peligroso es el del que manda pero no gobierna". Gonzalo Torrente Ballester.
"El poder político es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra". Karl Marx
En cualquiera de estas frases pueden encasillar a la mayoría de dirigentes que gestionan nuestros destinos.
Un ejemplo de las dimensiones del problema lo podemos ver en la detención en Italia de un centenar de personas, el pasado viernes en el marco de dos operaciones policiales realizadas en Roma y en la región sureña de Calabria contra diferentes organizaciones mafiosas de Italia. Entre los detenidos se encontraban empresarios, abogados y políticos locales.
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