Mientras los separatistas y los unionistas tomaron hoy las calles de
Escocia para hacer llegar su mensaje en vísperas de un referéndum
histórico, las principales capitales europeas mantenían la respiración
ante el resultado de la consulta que impactará en la política global del
continente.
La aparición de la primera y hasta ahora única encuesta que pronostica una mayoría independentista en el referéndum de Escocia sobre su pertenencia a Reino Unido ha disparado súbitamente la temperatura de la política y de las finanzas en las islas. Sobre todo porque este sondeo no constituye un hecho aislado, sino que marca un hito en la tendencia de los secesionistas, creciente a medida que pasan las horas y se acerca el momento cumbre que llegará con el recuento de los votos.
La reacción política ha venido marcada por las promesas de aumento en el techo de su autonomía si los escoceses rechazan la segregación, precipitadamente formuladas por el ministro de Economía, George Osborne.
La reacción de los mercados financieros ha bordeado el pánico, otorgando así verosimilitud a la tendencia de los sondeos: el desplome de la libra, el aumento de los tipos de interés y la caída en Bolsa de las grandes empresas pespuntean el temor ante una posible desmembración de Reino Unido, eventualidad que nada bueno auguraría a los europeos, empeñados en aumentar su integración y superar las divisiones.
"¿Debería Escocia ser un país independiente?": a los escoceses les quedan pocos horas para responder esa crucial pregunta para su historia. Mañana 18 de septiembre acudirán a las urnas para decidir en un referéndum si quieren separarse del resto de Reino Unido.
Las últimas encuestas divulgadas el fin de semana dieron por primera vez por delante al Sí.La aparición de la primera y hasta ahora única encuesta que pronostica una mayoría independentista en el referéndum de Escocia sobre su pertenencia a Reino Unido ha disparado súbitamente la temperatura de la política y de las finanzas en las islas. Sobre todo porque este sondeo no constituye un hecho aislado, sino que marca un hito en la tendencia de los secesionistas, creciente a medida que pasan las horas y se acerca el momento cumbre que llegará con el recuento de los votos.
La reacción política ha venido marcada por las promesas de aumento en el techo de su autonomía si los escoceses rechazan la segregación, precipitadamente formuladas por el ministro de Economía, George Osborne.
La reacción de los mercados financieros ha bordeado el pánico, otorgando así verosimilitud a la tendencia de los sondeos: el desplome de la libra, el aumento de los tipos de interés y la caída en Bolsa de las grandes empresas pespuntean el temor ante una posible desmembración de Reino Unido, eventualidad que nada bueno auguraría a los europeos, empeñados en aumentar su integración y superar las divisiones.
"¿Debería Escocia ser un país independiente?": a los escoceses les quedan pocos horas para responder esa crucial pregunta para su historia. Mañana 18 de septiembre acudirán a las urnas para decidir en un referéndum si quieren separarse del resto de Reino Unido.
Y el avance independentista generó nerviosismo en la campaña del No, apoyada por los principales partidos políticos en Inglaterra.
El Partido Nacional Escocés, que busca la independencia del territorio, ganó por abrumadora mayoría las elecciones parlamentarias de 2011, y a partir de ello convocó a la contienda.
El Partido Nacional Escocés es el principal impulsor del independentismo. |
El gobierno escocés, liderado por Alex Salmond, dice que la unión entre Inglaterra, Escocia y Gales, no sirve ya ningún propósito y que una Escocia independiente, con su riqueza petrolera, podría convertirse en uno de los países más ricos del mundo.
Salmond considera que es hora de que Escocia tome control de su propio destino.
El gobierno británico, encabezado por el primer ministro David Cameron, sostiene que Reino Unido es una de las uniones políticas más exitosas política y socialmente.
Pero cuales son los grandes temas del debate entre los partidarios y los detractores de la independencia. En los últimos meses han surgido dos grandes temas: el control del petróleo y la moneda.
Las reservas de petróleo y gas natural del Mar del Norte, o específicamente el impuesto que se aplica a la porción que corresponde a Escocia por su explotación, son vitales para entender la posición del gobierno escocés a favor de la independencia.
Salmond señala que si se destinara un décimo de los ingresos petroleros –alrededor de US$1.600 millones anuales– podría crearse un fondo petrolero similar al que existe en Noruega, y que en cuestión de una generación podría ser una reserva soberana de al menos US$40.000 millones
El No sostiene que la explotación ha sido exitosa por los esfuerzos en conjunto y que el respaldo es aún más importante en momentos en que se dificulta extraer las reservas petroleras que quedan.
Quienes favorecen el No también señalan que los independentistas están basando sus expectativas en las reservas petroleras, que eventualmente se van a agotar.
El futuro de la libra esterlina en Escocia ha sido uno de los temas más candentes de la campaña.
El gobierno escocés dice que quiere mantener la libra esterlina como moneda de uso en Escocia, aún si el territorio se separa del resto de Reino Unido. Sostiene que esto beneficiaría a todos, pero los tres principales partidos políticos del Reino Unido –Conservador, Laborista y Liberal-Demócrata– señalan que quien sea que gane los próximos comicios británicos se opondrá a esta medida.
El departamento del Tesoro del gobierno británico publicó un análisis en el que se delinean varias razones por las que las uniones monetarias –como la que plantean los independentistas– están plagadas de problemas.
Otra cuestión que planea en el aire a pocas horas de que se abran las urnas es: ¿cúal es el deseo real del pueblo escocés?.
Hasta ahora los sondeos han indicado que la mayoría de la población no quiere la independencia.
Pero quienes favorecen el Sí dicen que las cosas han cambiado luego de que una encuesta publicada por el periódico británico The Sunday Times el 7 de septiembre puso al frente a los independistas por primera vez (51% vs. 49%, excluyendo a los indecisos).
El experto en sondeos John Curtice, profesor de política de la Universidad Strathclyde de Glasgow, dice que en los últimos meses parecía que la contienda estaba estancada porque todas las encuestas rondaban siempre entre el 57% para el No y el 43% para el Sí.
Pero Curtice destacó que la contienda se vuelve cada vez más reñida.
Más de 800.000 escoceses que no residen en Escocia no podrán votar. |
Esto significa que los 800.000 escoceses que viven en el resto de Reino Unido no tienen derecho al voto, mientras que las más de 400.000 personas del resto de Reino Unido que viven en Escocia sí pueden votar.
Muchas de las incógnitas a resolver, tras un posible triunfo del Sí a la Independencia, tardarán un cierto tiempo en encontrar la resolución, pero el proceso hasta ser un país independiente parece más o menos claro.
Un día después del referendo, si el campo del Sí gana, es probable que el gobierno escocés realice una gran fiesta, y luego iniciará el proceso de negociación con el resto de Reino Unido.
El ministro principal de Escocia, Alex Salmond, quiere declarar el "Día de la Independencia" en marzo de 2016 con las primeras elecciones para elegir a un Parlamento independiente escocés.
Pero antes de eso debe alcanzarse un acuerdo con el resto de Reino Unido sobre temas tales como la parte de la deuda pública que debe asumir Escocia.
Sin embargo, si gana el No, se esperan negociaciones en torno a una propuesta para dar más poderes al actual Parlamento escocés.
Los ojos de muchos ciudadanos de Cataluña, Euskadi, y otros territorios con anhelos independentistas en Europa, incluso fuera de la misma, estarán puestos mañana en el resultado del referéndum.
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