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miércoles, 10 de septiembre de 2014

Argentina, Médicos denuncian ser objeto de una agresión cada 24 horas

Médicos se movilizan para solicitar más seguridad en sus puestos de trabajo. S. Salinas.
Un borracho golpea a un cirujano plástico y le quiebra un dedo. El padre de una paciente, enojado por las demoras, le pega a un radiólogo. Un hombre amenaza con un arma al jefe de cirugía para que altere la lista quirúrgica y operen antes a su familiar. Los casos no son hipotéticos. Los dos primeros ocurrieron en el hospital Argerich y el segundo, en el Piñero. En la Asociación de Médicos Municipales reciben una denuncia por día por agresiones al personal de los hospitales porteños. El violento intento de amigos y familiares para rescatar a un herido de bala del Santojanni, el martes pasado, vuelve a poner en la vidriera un problema que va en aumento.
"Una vez por día recibimos una denuncia de agresión a equipos de salud", afirma Jorge Gilardi, presidente de la Asociación de Médicos Municipales (AMM). El mismo añade que "Esos actos van desde insultos y presiones psicológicas hasta empujones, golpes y amenazas. Nosotros les pedimos a los médicos que hagan la denuncia policial y en un par de casos ya conseguimos sentencias de probation. Además, impulsamos un proyecto en la Legislatura para que los agresores no puedan volver a ingresar a centros de salud, a menos que sea como pacientes".
Para la ministra de Salud porteña, Graciela Reybaud "Lamentablemente, se están viviendo episodios violentos múltiples por parte de las personas que van a los hospitales". La misma continúa diciendo que, "Golpean a los médicos, administrativos y enfermeros. Bajan 20 personas de un micro con un herido y le dicen a un médico ‘Lo salvás o te quemamos’. El que recibe a ese herido y lo tiene que operar, se ve obligado a trabajar en una situación muy estresante".
En abril de 2011, el Gobierno Nacional retiró a 1.200 agentes de la Policía Federal que cumplían adicionales en 114 edificios públicos de la Ciudad, incluyendo los hospitales. Los médicos municipales protestaron con varios paros, pero la Federal no volvió. La seguridad quedó a cargo de empresas privadas y, en las comunas 4, 12 y 15, de la Policía Metropolitana. Pero los vigiladores privados no tienen permitido tocar a una persona, aunque esté provocando disturbios.
Ante la escalada de violencia, los ministerios de Justicia y de Salud porteños y la Asociación de Médicos Municipales elaboraron nuevos protocolos de seguridad. "Se trabajó con los directores de cada hospital, para que cada uno tenga un protocolo específico en función de sus particularidades –explica Reybaud–. Se colocaron cámaras de seguridad, sensores que detectan si hay una intrusión en determinado sector y puertas antivandálicas en los accesos, que ante una alarma se cierran y son inviolables. Y hay un botón antipánico. Ante una situación de inseguridad, los guardias lo aprietan y acuden refuerzos de la Policía Metropolitana y más vigilancia privada. Gracias al protocolo, el martes en el Santojanni se evitó un mal mayor".
Los hospitales más conflictivos, coinciden Reybaud y Gilardi, son los de la zona sur: el Argerich, el Piñero, el Penna y el Santojanni. "La violencia se da especialmente en los hospitales de agudos, que son los que reciben más ambulancias con accidentados –dice la ministra–. En el Durand, el Fernández y el Pirovano, también hay episodios, aunque no tan violentos. Por ahí alguno grita exigiendo que lo atiendan, rompe una silla o sacude a un médico del ambo".
En la AMM cuentan más casos. Como el de un médico del SAME que fue a un domicilio y le rompieron una vértebra de un palazo. O el de una enfermera del Centro de Salud 32, a la que hace 15 días le gatillaron un arma en la cabeza. Y aseguran que los agresores no son sólo de sectores marginales.
De hecho, en el Hospital Fernández, en pleno Palermo, también hay conflictos. "Llevé a la guardia a una amiga con gastroenterocolitis –cuenta Natalia Medina–. En la entrada hay una garita con un vigilador privado. Mientras estábamos ahí, alguien le robó el celular. Por las cámaras vieron que era una mujer que no estaba en sus cabales, a la que ya conocen porque va siempre diciendo que tiene EPOC. Le pidieron que lo devuelva y no lo hizo y le decía al guardia: ‘Usted no me puede tocar’. Al rato, una adolescente trajo a su novio, pasado de paco, vino y pastillas. La chica contó que había estado desaparecido tres días y que lo encontró tirado en Once. Todos, incluyendo bebés y ancianos, esperábamos en la misma sala, en la que también había borrachos y linyeras durmiendo".
"La sociedad está absolutamente violenta hacia sí misma, y a eso se le suman problemas de drogas, delincuencia e impunidad –afirma Gilardi–. El hospital público está para atender a todo el mundo. Hacemos un llamado a toda la sociedad para que entienda que agredir a un hospital es agredirse a uno mismo. La biología no perdona y todos en algún momento necesitamos del hospital. Los médicos no nos queremos acostumbrar a trabajar así". Para concluir diciendo, "Queremos usar guardapolvo blanco, no chaleco antibalas".
Los casos van desde agresiones verbales hasta amenazas con armas, intimidaciones en domicilios particulares, golpes, fracturas de nariz, empujones. Y la guardia es el lugar de choque.
Uno de los factores que contribuye a las situaciones de violencia son las condiciones y medio ambiente de trabajo: al aumento de la demanda se suma una insuficiente cantidad de personal y malas condiciones de estructura y equipamientos.
La Dra. María Susana Manieri, médica clínica de guardia del hospital Penna, fue víctima de violencia y explica con mucha tristeza el episodio que vivió: "Ese día la guardia estaba desbordada y yo hice lo que creí más oportuno, es decir ocuparme de los casos más graves. La hija de una señora internada comenzó a insultarme  e intentó pegarme un cachetazo. Es la primera vez que me pasa algo así en quince años en el hospital, pero sé que a muchos compañeros les sucedió algo similar. Luego de todo esto la policía de la comisaría 32 intentó llevarme detenida a mí porque la mujer había dicho que yo la agredí. Una verdadera locura. Creo que se perdió el principio de solidaridad, porque los pacientes que están más graves no hacen estos escándalos. Nosotros somos la cara de un sistema pero no somos los culpables, ya que estamos atendiendo la saturación de este sistema".
Pero esta situación no es ninguna novedad en Argentina, incluso en otros países, donde desde hace años los médicos de guardia, mayoritariamente, conviven con situaciones de riesgo personal. En el año 2012 un episodio de violencia singular (la hora de furia) se vivió en los pasillos del hospital Santojanni, cuando unas 60 personas agredieron y golpearon a médicos y enfermeros por la confusa muerte de una paciente. Ese no fue un episodio aislado en el sistema de salud público. Gritos, insultos, mordeduras, trompadas, robos, amenazas verbales y hasta a punta de pistola o con cuchillos figuran en la lista de hechos a los que médicos, enfermeros, camilleros y choferes de ambulancias están cada vez más expuestos en los hospitales públicos de toda el área metropolitana. 
"¿Quién cuida a los que cuidan?", se preguntaba Lorena Abdala, 33 años, licenciada en Enfermería, desde su cuenta de Facebook en el año 2012. Ella eligió esa frase para expresar toda la inquietud que embargaba, y continúa embargando, a los profesionales de la salud frente al crecimiento de los episodios de violencia que sufren mientras trabajan.

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