Médicos se movilizan para solicitar más seguridad en sus puestos de trabajo. S. Salinas. |
Un
borracho golpea a un cirujano plástico y le quiebra un dedo. El padre de una
paciente, enojado por las demoras, le pega a un radiólogo. Un hombre amenaza
con un arma al jefe de cirugía para que altere la lista quirúrgica y operen
antes a su familiar. Los casos no son hipotéticos. Los dos primeros ocurrieron
en el hospital Argerich y el segundo, en el Piñero. En la Asociación de Médicos
Municipales reciben una denuncia por día por agresiones al personal de los
hospitales porteños. El violento intento de amigos y familiares para rescatar a
un herido de bala del Santojanni, el martes pasado, vuelve a poner en la
vidriera un problema que va en aumento.
"Una
vez por día recibimos una denuncia de agresión a equipos de salud",
afirma Jorge Gilardi, presidente de la Asociación de Médicos Municipales (AMM).
El mismo añade que "Esos actos van desde insultos y presiones
psicológicas hasta empujones, golpes y amenazas. Nosotros les pedimos a los
médicos que hagan la denuncia policial y en un par de casos ya conseguimos
sentencias de probation. Además, impulsamos un proyecto en la Legislatura para
que los agresores no puedan volver a ingresar a centros de salud, a menos que
sea como pacientes".
Para la
ministra de Salud porteña, Graciela Reybaud "Lamentablemente, se están
viviendo episodios violentos múltiples por parte de las personas que van a los
hospitales". La misma continúa diciendo que, "Golpean a los
médicos, administrativos y enfermeros. Bajan 20 personas de un micro con un herido
y le dicen a un médico ‘Lo salvás o te quemamos’. El que recibe a ese herido y
lo tiene que operar, se ve obligado a trabajar en una situación muy estresante".
En abril
de 2011, el Gobierno Nacional retiró a 1.200 agentes de la Policía Federal que
cumplían adicionales en 114 edificios públicos de la Ciudad, incluyendo los
hospitales. Los médicos municipales protestaron con varios paros, pero la
Federal no volvió. La seguridad quedó a cargo de empresas privadas y, en las
comunas 4, 12 y 15, de la Policía Metropolitana. Pero los vigiladores privados
no tienen permitido tocar a una persona, aunque esté provocando disturbios.
Ante la
escalada de violencia, los ministerios de Justicia y de Salud porteños y la
Asociación de Médicos Municipales elaboraron nuevos protocolos de seguridad.
"Se trabajó con los directores de cada hospital, para que cada uno
tenga un protocolo específico en función de sus particularidades –explica
Reybaud–. Se colocaron cámaras de seguridad, sensores que detectan si hay una
intrusión en determinado sector y puertas antivandálicas en los accesos, que
ante una alarma se cierran y son inviolables. Y hay un botón antipánico. Ante
una situación de inseguridad, los guardias lo aprietan y acuden refuerzos de la
Policía Metropolitana y más vigilancia privada. Gracias al protocolo, el martes
en el Santojanni se evitó un mal mayor".
Los
hospitales más conflictivos, coinciden Reybaud y Gilardi, son los de la zona
sur: el Argerich, el Piñero, el Penna y el Santojanni. "La violencia se
da especialmente en los hospitales de agudos, que son los que reciben más
ambulancias con accidentados –dice la ministra–. En el Durand, el Fernández y
el Pirovano, también hay episodios, aunque no tan violentos. Por ahí alguno
grita exigiendo que lo atiendan, rompe una silla o sacude a un médico del ambo".
En la
AMM cuentan más casos. Como el de un médico del SAME que fue a un domicilio y
le rompieron una vértebra de un palazo. O el de una enfermera del Centro de
Salud 32, a la que hace 15 días le gatillaron un arma en la cabeza. Y aseguran
que los agresores no son sólo de sectores marginales.
De
hecho, en el Hospital Fernández, en pleno Palermo, también hay conflictos.
"Llevé a la guardia a una amiga con gastroenterocolitis –cuenta Natalia
Medina–. En la entrada hay una garita con un vigilador privado. Mientras
estábamos ahí, alguien le robó el celular. Por las cámaras vieron que era una
mujer que no estaba en sus cabales, a la que ya conocen porque va siempre
diciendo que tiene EPOC. Le pidieron que lo devuelva y no lo hizo y le decía al
guardia: ‘Usted no me puede tocar’. Al rato, una adolescente trajo a su novio,
pasado de paco, vino y pastillas. La chica contó que había estado desaparecido
tres días y que lo encontró tirado en Once. Todos, incluyendo bebés y ancianos,
esperábamos en la misma sala, en la que también había borrachos y linyeras
durmiendo".
"La
sociedad está absolutamente violenta hacia sí misma, y a eso se le suman
problemas de drogas, delincuencia e impunidad –afirma Gilardi–. El hospital
público está para atender a todo el mundo. Hacemos un llamado a toda la
sociedad para que entienda que agredir a un hospital es agredirse a uno mismo.
La biología no perdona y todos en algún momento necesitamos del hospital. Los
médicos no nos queremos acostumbrar a trabajar así". Para concluir
diciendo, "Queremos usar guardapolvo blanco, no chaleco antibalas".
Los casos van desde agresiones verbales
hasta amenazas con armas, intimidaciones en domicilios particulares, golpes,
fracturas de nariz, empujones. Y la guardia es el lugar de choque.
Uno de los factores que contribuye a
las situaciones de violencia son las condiciones y medio ambiente de trabajo:
al aumento de la demanda se suma una insuficiente cantidad de personal y malas
condiciones de estructura y equipamientos.
La Dra. María Susana Manieri, médica
clínica de guardia del hospital Penna, fue víctima de violencia y explica con
mucha tristeza el episodio que vivió: "Ese día la guardia estaba
desbordada y yo hice lo que creí más oportuno, es decir ocuparme de los casos
más graves. La hija de una señora internada comenzó a insultarme e
intentó pegarme un cachetazo. Es la primera vez que me pasa algo así en quince
años en el hospital, pero sé que a muchos compañeros les sucedió algo similar.
Luego de todo esto la policía de la comisaría 32 intentó llevarme detenida a mí
porque la mujer había dicho que yo la agredí. Una verdadera locura. Creo que se
perdió el principio de solidaridad, porque los pacientes que están más graves
no hacen estos escándalos. Nosotros somos la cara de un sistema pero no somos
los culpables, ya que estamos atendiendo la saturación de este sistema".
Pero esta situación no es ninguna novedad en Argentina, incluso en otros países, donde desde hace años los médicos de guardia, mayoritariamente, conviven con situaciones de riesgo personal. En el año 2012 un episodio de violencia singular (la hora de furia) se vivió en los pasillos del hospital
Santojanni, cuando unas 60 personas agredieron y golpearon a médicos y
enfermeros por la confusa muerte de una paciente. Ese no fue un episodio aislado en el sistema de salud público. Gritos,
insultos, mordeduras, trompadas, robos, amenazas verbales y hasta a
punta de pistola o con cuchillos figuran en la lista de hechos a los que
médicos, enfermeros, camilleros y choferes de ambulancias están cada
vez más expuestos en los hospitales públicos de toda el área
metropolitana. "¿Quién cuida a los que cuidan?", se preguntaba Lorena Abdala, 33 años, licenciada en Enfermería, desde su cuenta de Facebook en el año 2012. Ella eligió esa frase para expresar toda la inquietud que embargaba, y continúa embargando, a los profesionales de la salud frente al crecimiento de los episodios de violencia que sufren mientras trabajan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes dejar aquí tus opiniones e impresiones sobre una entrada concreta, sobre algún tema sobre el que te gustaría ver una nueva entrada o sobre cualquier tema del blog en general.