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lunes, 8 de julio de 2013

Egipto, Algunas claves de un conflicto

Las explicaciones de porque se produjo el Golpe de Estado en Egipto el pasado miércoles 3 de julio a mano de las fuerzas Armadas, son diversas. Pero una explicación común podría ser encontrada entre la diversidad de opositores al depuesto Mohamed Mursi.
La deterioración paulatina y continua de la situación económica en el país.
Otro aspecto en el que seguramente coincidiría una gran parte de la oposición al ex mandatario egipcio sería la incapacidad para mantener la seguridad pública. Los ciudadanos sentían como la inseguridad en las calles sufría un continuo incremento, que se hacía más escandaloso en el colectivo de las mujeres.
La carestía de bienes básicos como la gasolina, los constantes apagones y una caída drástica del turismo han sido algunas de las razones que han provocado la salida a la calle de millones de personas durante varias semanas, ocupando lugares estratégicos desde donde manifestar el descontento de la población.
El apogeo del movimiento sucedió el domingo 30 de junio, 72 horas antes del golpe de Estado, cuando más de 17 millones de personas salieron a la calle, en las más importantes ciudades del país, para mostrar su inconformismo con la política y la actitud del gobierno Mursi.
Además, Egipto mantuvo durante meses declarado el estado de emergencia y el toque de queda, decretados por el presidente, Mohamed Mursi, debido a las protestas que dejaron decenas de muertos en varias ciudades a finales de enero de 2012, una medida que recuerda a muchos lo que sucedía en el Egipto del dictador Mubarak. La Constitución egipcia permite decretarlo en caso de catástrofe, para restringir las libertades civiles y, al mismo tiempo, aumentar el poder de las fuerzas de seguridad.
En el aspecto económico, los números no auguraban buenos resultados, el déficit público para este año fiscal, que acabó el 30/06, alcanzará el 9,5% del PIB. En mayo ya se encontraba en un 11,8%. Lo mismo ocurre con su deuda pública que en abril ya llegaba al 87,33%.
La cadena de responsabilidades alcanza a diversos presidentes de Egipto. Durante su gestión, Hosni Mubarak dejó una economía saturada con altos índices de pobreza. Sin embargo, Mursi no hizo ninguna acción política para revertir esa situación.
Ocurre que Mursi renunció a cualquier tipo de ayuda de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), pese a que este organismo ha ido rebajando sus exigencias de ajuste económico, respecto a las que impuso en enero de 2013, cuando se iniciaron las negociaciones por un préstamo de algo más de 3.600 millones de euros.
En una entrevista exclusiva con la agencia EFE, el pasado 6 de mayo, Mursi explicó, respecto a las conversaciones con el FMI en relación al préstamo, considerado vital para la economía del país árabe, "van en rumbo positivo y concluirán después de que el Parlamento apruebe un paquete de reformas legales".
Desde que Mursi asumió la presidencia, Egipto se apoyó en la cooperación de Qatar (un país que se está convirtiendo en una potencia regional, con su apoyo a Egipto y a la rebelión en Siria) y Arabia Saudí.
Hace diez días, Qatar prometió a Egipto un crédito de 500 millones de dólares (más de 350 millones de euros). En 2011, tras el derrocamiento de Mubarak, Qatar anunció un crédito de 3.000 millones de dólares a Egipto a un interés del 5% anual. Ambos paquetes iban con pocas condiciones, al contrario que las ayudas del FMI, y además tenían el toque político de la 'solidaridad' regional.
En los pasados meses, Qatar ha ido manteniendo la economía egipcia a flote, mediante préstamos al Banco Central del país. Gracias a ello, Mursi, en su año en el poder, evitó implementar medidas impopulares, como subir impuestos o acabar con los subsidios a la gasolina.
La situación económica tuvo un alto impacto social y Egipto vivió unas tasas de desempleo superiores al 13,5%, según indicaba el FMI.
Mursi tomó posesión de su cargo prometiendo reducirlo al 7% en 2016, cuando iba a expirar inicialmente su mandato. Desde 2010, un millón de personas ha perdido su empleo.
"Dos de cada cinco egipcios vive con menos de dos dólares al día. Un reciente informe de Naciones Unidas mantiene que un 17% de la población no consigue el alimento necesario a diario y que la tasa de malnutrición de niños menores de cinco años es del 31%", publicaba El País el pasado 4 de julio.
El Producto Interior Bruto (PIB) de Egipto aumentaba al 7,2% en 2008 y al 5,1% en 2010, para caer hasta el 1,2% en 2011. El crecimiento previsto para este año no es superior al 2%, según el FMI. Uno de los factores principales para esta ralentización es, en realidad, la caída del turismo, que se nota sobre todo en los hoteles y los restaurantes.
El PIB per cápita tras un crecimiento de dos dígitos durante el período 2008-2010, cayó un 1,9% el año 2011.
Los meses de agitación social contra Hosni Mubarak ahuyentaron a numerosos extranjeros que optaron por otros lugares para realizar sus viajes vacacionales y turísticos.
A pesar de la extensa riqueza cultural e histórica del país y de un sector de servicios altamente preparado para atender a los turistas y acomodarlos, el miedo a los acontecimientos que vivía el país alejaron a miles de ellos. Durante su año en el poder, Mursi se enfrentó a numerosas protestas callejeras, muchas de ellas violentas y con víctimas, lo que acentuó la caída del turismo en el país, y en consecuencia la entrada de divisas. Si en 2010 visitaron el país 14,8 millones de turistas, en 2012 solo lo hicieron 10,5 millones. “Los precios han bajado considerablemente. Hoy una visita guiada a las pirámides cuesta casi la mitad. Hay mucha competencia para muy pocos clientes. Estos días, con las manifestaciones, damos las gracias si conseguimos ver a más de un grupo de turistas”, decía ayer Ahmad el Gindy, de 26 años, guía turístico en Giza.
Directamente relacionado con la caída del turismo se halla el problema de la extinción de las reservas de divisas. Desde la caída de Mubarak, las reservas en divisas del país disminuyeron en más de 20.000 millones de dólares, a cerca de 15.000 millones. Uno de los motivos es la ausencia de turistas, ya que muchos prefieren evitar viajar a Egipto debido a la violencia callejera y a la crisis. Otro es la falta de inversión extranjera, dado que los posibles inversores se mantienen cautelosos debido a la situación del país.
Egipto sigue recibiendo ayuda económica del Emirato de Qatar, lo que evita, por ahora, un colapso total. Pero la libra egipcia perdió valor con respecto al dólar y alcanzó, entretanto, una caída récord. Eso afecta al bolsillo de los ciudadanos egipcios, que antes de la crisis ya no contaban con demasiado dinero. "Mucha gente ha caído en una pobreza mayor aún", dijo la politóloga Hoda Salah a la agencia alemana DW. "El pueblo está muy desilusionado", añadió.
El crecimiento real del Producto Interno Bruto se desaceleró un 2.2% anual entre octubre de 2012 y abril de 2013, y las inversiones cayeron 13% con respecto al PIB de julio a diciembre del año pasado.
La economía de Egipto aún sufre por los cambios políticos y enfrenta numerosos retos para restaurar el crecimiento económico, además de la confianza del mercado y los inversores, aseguró el Banco Mundial.
"La incertidumbre política e institucional y la percepción de riesgo e inseguridad afectan negativamente el crecimiento económico", afirmó el organismo en un análisis actualizado en abril de 2013.
La grave situación económica es un elemento explosivo que ha agravado las crecientes, e históricas, tensiones entre los islamistas y los opositores, que quieren que la religión y el Estado sean instancias separadas.   

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