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miércoles, 17 de julio de 2013

Brasil, La demagogia del ex Presidente Lula en el New York Times

En un artículo publicado ayer en el New York Times, el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, aprueba las manifestaciones que sacudieron el país el pasado mes de junio y comenta que las mismas no representan una crítica a la política ni un rechazo de los jóvenes a la misma.
Lula atribuye las manifestaciones no a un "rechazo de la política" sino a "una mayor participación popular en la democracia brasileña" y pide una "renovación" en el PT (Partido de los Trabajadores), que actualmente rige la política del país.
El ex presidente, que tendrá una columna mensualmente en el prestigioso diario neoyorkino, decía ayer, bajo el título "El mensaje de la juventud brasileña": "Los principios de la democracia y el papel de los partidos políticos no fueron el centro de los actos de protesta que tomaron el país durante más de 15 días", en contradicción con los comentarios de numerosos analistas a nivel internacional y nacional que destacaban que las organizaciones políticas actuales, así como los instrumentos actuales de la democracia fueron rechazados por los jóvenes manifestantes que, en varios cientos de miles, ocuparon las calles de las principales ciudades brasileñas durante casi todo el mes de junio.
En un acto de demagogia digno del ex presidente este comentaba, "Las manifestaciones son, en gran parte, resultado de éxitos políticos, económicos y sociales". Para añadir que entre el conjunto de reivindicaciones que se manifestaron en las protestas figura la necesidad de una mayor transparencia en las instituciones públicas.
Para él, "Parecería más fácil explicar estas protestas cuando tienen lugar en países no democráticos, como en Egipto y Túnez en 2011, o en los países donde la crisis económica ha elevado el número de jóvenes desempleados a máximos aterradores, como en España y Grecia, que cuando emergen en países con gobiernos democráticos populares, como Brasil, donde actualmente disfrutamos las tasas de desempleo más bajas de nuestra historia y una expansión sin precedentes de los derechos económicos y sociales". 
Cabría preguntar al Lula si realmente son tan bajas las tasas de desempleo, por qué existen millones de familias sobreviviendo con la "bolsa familia", por todo el país. 
El mismo continúa diciendo, "Es comprensible que así sea (que los jóvenes quieran más, tras el gran crecimiento económico de los últimos años). Pues ellos quieren una mejora en la calidad de los servicios públicos. Dado que millones de brasileños, entre ellos los de la "clase media emergente, (o sea los pobres de pocos años atrás) han comprado sus primeros coches y han comenzado a viajar en avión", y en consecuencia quieren para sus hijos una vida mejor de la que ellos tuvieron antes de dejar el planeta de la miseria".
¿Será que Lula vive en el mismo país que millones de brasileños?. 
Tampoco se puede negar el avance económico del país, favorecido por las condiciones internacionales hasta el estallido de la crisis económica de 2008, y que dura hasta nuestros días, y el incremento del precio de algunas materias primas que permitieron equilibrar las cuentas del país y realizar una activa política social, pero olvidando el desarrollo de la infraestructura necesaria para modernizar el país.
En una cuestión tiene toda la razón, "La democracia no es un compromiso de silencio". Una sociedad democrática debe estar siempre en constante evolución. El debate público, la definición de estrategias y prioridades, los desafíos de futuro, los mecanismos para convertir la democracia de una herramienta estática a una dinámica, que no signifique exclusivamente votar cada cierto tiempo, estudiando la creación de instrumentos que permitan al pueblo una participación activa en el desarrollo del país y en la definición de sus objetivos, son fundamentales para definir un estado realmente democrático.
Aunque para él la democracia se queda en el voto, "Sólo en una democracia podría ser un indígena elegido presidente de Bolivia, y un afroamericano ser elegido presidente de los Estados Unidos. Sólo en una democracia podrían por primera vez un obrero metalúrgico y luego una mujer ser elegidos presidente de Brasil".
"La historia muestra que cuando los partidos políticos son silenciados, y se buscan soluciones por la fuerza, los resultados son desastrosos: las guerras, las dictaduras y la persecución de las minorías. Sin partidos políticos no puede haber democracia verdadera. Pero la gente no desea votar cada cuatro años. Ellos quieren la interacción diaria con los gobiernos locales y nacionales, y participar en la definición de las políticas públicas, ofrecer opiniones sobre las decisiones que les afectan cada día", comenta en su columna el político brasileño. 
Eso mismo es lo que exige el pueblo brasileño y él tuvo varios años para colocar las bases de una democracia universal y no exclusiva de las organizaciones políticas, establecer los principios de una política de transparencia, y crear órganos para la interacción con el pueblo. Pero eso lo dejó para su sucesora, Dilma Rousseff, así como los escándalos de corrupción que saltaron tras su mandato electoral y que continúan minando la credibilidad en las instituciones políticas de la mayoría de jóvenes, y no tan jóvenes, brasileños.
Para el ex presidente "Estos jóvenes que protestan no conocieron la dictadura, la hiperinflación, ni la depresión de los años noventa".
No se puede negar su activa política social, pero tampoco el lastre que dejó tras sus años al frente del gobierno de Brasil, comenzando por no haber actuado por una mejora de los servicios básicos más importantes en un país como: la educación, la sanidad, el sistema de desagües, existen miles de barrios y pequeñas ciudad carentes del mismo, o el transporte público, aunque ahora "bendiga" a quienes se manifiestan con esos objetivos.
En el artículo se olvidó de hablar del precario sistema de la sanidad pública, del caótico programa educativo, de la violencia, del deficiente estado de las carreteras, de la marginación en la que vive la sociedad rural, de los problemas de la sociedad indígena, de la corrupción y la impunidad, del trabajo semiesclavo e infantil en determinadas zonas, etc. 
El ex presidente habló de los logros pero olvidó hablar de las carencias.
Por otra parte, esta bendición a los manifestantes me genera un interrogante: ¿Si son bendecidos, y sólo están buscando una democracia más participativa y transparente, porqué se envía a la fuerza de élite para reprimirlos?. 
¿Si son el logro de la actuación del PT, porqué la presidenta, Dilma, ha perdido más de 40 puntos de aprobación desde el inicio de las manifestaciones de protesta?.
Quizás en su próxima columna obtengamos las respuestas. 

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