Las cifras reveladas por las Naciones Unidas, el sábado pasado, respecto de la violencia en Irak, hablan de 1.045 personas fallecidas, un número que sobrepasa a las 712 que murieron en abril y que representa el
número más elevado de muertes violentas desde junio de 2008.
En su mayoría fueron civiles (hombres, mujeres y niños) agarrados desprevenidos en un conflicto que está aumentando su nivel de violencia. Civiles, víctimas inocentes, del terror sectario que quieren imponer algunos grupos por encima de los intereses y deseos de la población iraquiana.
"Mi amigo Karim sólo fue a comprarse un té", le contó Kalifa, un
desconsolado hombre, a, Aleem Maqbool, uno de los corresponsales de la BBC en Bagdad.
"Un auto que estacionó cerca de donde se encontraba explotó".
Kalifa comenta que corrió hacia donde estaba su amigo, pero lo encontró ya muerto.
"Era un gran amigo mío. Tenía siete hijas. ¿Qué van a hacer? Había tanta gente que lo quería".
Este importante rebrote de la violencia sectaria dejó además 2.397 heridos.
El enviado especial de la ONU en Irak, el alemán Martin Kobler, advirtió el jueves pasado que "la
violencia sistemática explotará en cualquier momento si todos los
líderes iraquíes no se ponen inmediatamente en la tarea de alejar al
país de ese caos".
Para la corresponsal del diario El País en Dubai, "El cariz del último estallido (de violencia)
hace temer además que no se trate solo de un repunte sino de un salto
cualitativo que termine por sumir ese maltrecho país en la guerra civil
que lo amenaza desde la invasión estadounidense de 2003".
Desde la ONU se hacen continuos llamamientos a los políticos del país que inicien inmediatamente un diálogo para sacar al
país del "callejón sin salida" en que se encuentra y, de esta manera intentar que los grupos terroristas "no se aprovechen de las diferencias políticas" para continuar sembrando la destrucción y el caos en el país.
Sin embargo las actuaciones desde el gobierno no parecen dirigirse en ese sentido, así el primer ministro, Nuri al Maliki, quien ha reconocido ese peligro, en lugar de dar un paso valiente hacia la reconciliación de la mayoría chií con la minoría suní,
en cuyo sentimiento de marginación está uno de los orígenes del problema, se ha
limitado de momento a culpar al mensajero y a cerrar diez cadenas de
televisión a las que acusa de alentar el sectarismo.
Asimismo el ejecutivo prefiere mirar hacia el exterior para encontrar las raíces del problema, "Es claro que lo que está pasando en Siria tiene
un impacto en Irak", afirma Sami al Askari, miembro del parlamento y
cercano asesor del primer ministro Nouri al Maliki.
Para al Askari, la situación se está agravando "debido a que el problema en Siria se está tornando en
una guerra civil sectaria entre el régimen alauita y chiíta contra la
mayoría sunita".
Pero un sector de la población considera que el sectarismo no es el único problema que vive Irak, y tampoco la guerra de Siria, "Los problemas principales están adentro de Irak: son los iraquíes mismos
y sus líderes", afirma Hana Edward, una activista iraquí que hizo
campaña contra los abusos a los derechos humanos en la época de Saddam
Hussein, quien le comentó a la BBC que ha tenido que continuar con su
labor.
El mismo aseguró, "Después de que Saddam se fue, estábamos emocionados con la libertad y
con ganas de disfrutar nuestros derechos humanos, pero
desafortunadamente no es así y se continúan produciendo serias violaciones de los derechos humanos".
Para Hana los actuales líderes iraquianos tienen una mentalidad de exclusión y totalitarista, y con esa actitud están convirtiendo el régimen iraquí en "una nueva dictadura".
Muchos sunitas sienten, actualmente, que el gobierno
liderado por chiítas los persigue, invirtiendo la situación que se dio
durante todo el gobierno de Saddam Hussein.
Najam Aboud vivió, a través de su hijo, la persecución a los sunitas y las violaciones de los derechos humanos. Ahora recuerda, en una entrevista concedida a la BBC aquellos momentos, "Era la 1:30 de la mañana cuando vinieron por él (en referencia a su hijo Omar)", recuerda Najam Aboud,
de un área sunita en el norte de Bagdad, en relación a la detención de su hijo hace dos años. Y continúa denunciando lo sucedido después de aquella noche, "Durante 13 días lo torturaron con choques eléctricos y colgándolo de las muñecas".
Entre otras torturas lo amarraron desnudo en la helada intemperie y le arrojaban agua fría hasta que finalmente confesó haber planeado ataques contra chiítas. Entonces, declara con una mezcla de rabia y tristera,
"Se rieron y le dijeron: tu nombre es Omar, un nombre sunita, y ese es uno de tus delitos".
Para él, que tiene dos hijas casadas con chiítas, y que aún después de que se llevaran a su hijo, nunca existió una tensión sectaria en la familia, "Los problemas entre los chiítas y los sunitas son hechos por los políticos, no por el pueblo".
La organización humanitaria Human Rights Watch denuncia que casos como el de
Omar, en los que sunitas son detenidos sin ser juzgados, son excesivamente habituales.
Pero el Primer Ministro de Irak, así como su gobierno, continúa ignorando las quejas fundadas de los suníes. Por eso diversos analistas consideran que si
no se da prisa en garantizar una participación adecuada a los miembros de esa comunidad
en el sistema político, sus líderes tendrán una buena excusa para
alinearse con los sectores más radicales, e incluso reforzar los lazos
con aquellos actores regionales que apoyan a la oposición siria.
Suspender 10 cadenas de televisión, entre ellas la polémica Al Yazira,
con el pretexto de que "incitan a la violencia y al sectarismo" no
parece ser la medida más acertada para solucionar los problemas, menos aún cuando la mayoría de
ellas son canales locales de las zonas suníes.
Para muchos iraquíes la incógnita a descifrar ahora es porqué no existe la urgencia -en su
país y afuera- de evitar que se deteriore más la situación, cuando ya
hay tantas personas muriendo.
Este blog sólo pretende ser una visión personal de algunos de los acontecimientos que nos envuelven en nuestro caminar por la vida. Bajo el fuego es una metáfora de la situación real que la humanidad está viviendo donde la pobreza, el desempleo, la intolerancia, el extremismo, la violencia, el enriquecimiento a cualquier precio, de unos pocos a costa de muchos, y la falta de ética o valores son realidades que podemos observar continuamente.
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