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jueves, 20 de junio de 2013

Mundo, Cierra la mayor organización cristiana dedicada a "curar" la homosexualidad, mientras Marco Feliciano continúa su cruzada

Se llamaba Exodus International, era una ONG cristiana y llevaba más de 30 años defendiendo la cura de la homosexualidad a través de la fé. Ahora, su actividad se termina, ya que esta ONG cierra, y lo hace además con un gesto que es una gran victoria para el colectivo: Piden perdón por contribuir, durante tantos años, a causar sufrimiento a los homosexuales.
"Es una magnífica noticia, a pesar del enorme daño que han hecho durante todo este tiempo. Les pedimos a los cristianos de buena voluntad, que atiendan a esto y que miren con humildad el terrible daño, dolor, incluso muerte que producen con su intolerancia. Esperamos que defensores de las mismas absurdas teorías, como la Conferencia Episcopal Española y especialmente su Presidente y el Obispo de Alcalá, se disculpen por estar apoyando estas mismas horribles torturas", asegura el presidente de Fundación Triángulo. Ésta se fundó en 1996 para a conseguir la igualdad de derechos políticos y sociales para gais, lesbianas, bisexuales y transexuales.Exodus International es uno de los grupos más grandes del movimiento ex-gay. Los ministros religiosos afiliados a Exodus otorgan apoyo a lo que ellos llaman "libertad de la homosexualidad" consistentes ya sea en la abstinencia, "disminuir los niveles de tentaciones homosexuales, fortaleciendo los sentidos de identidad masculina y femenina, corrigiendo estilos distorsionados de relacionarse con miembros del sexo opuesto." La posición de Exodus International no es que la reorientación de la atracción del mismo sexo sea necesaria, sino que es posible; ellos no realizan tratamientos clínicos pero creen que la terapia reparativa puede ser beneficiosa. 
Ayer su presidente, Alan Chambers, publicó en la web de la organización, "Lo siento por el dolor y el daño que muchos de ustedes han experimentado. Lamento que algunos de ustedes pasaron años trabajando a través de la vergüenza y la culpa cuando sus atracciones no cambiaron. Siento que promoví esfuerzos de cambio de orientación sexual y teorías reparadoras sobre la orientación sexual que estigmatizaron a padres".
El mismo añade, "Lo siento porque no me enfrenté públicamente a las personas 'de mi lado' quienes os han llamado nombres como sodomita, o algo peor. Lamento que, a sabiendas de yo, conociendo a algunos de vosotros tan bien, fallé a compartir públicamente que las personas gais y lesbianas que conozco eran tan capaces de ser padres increíbles como las personas heterosexuales que conozco. Siento que cuando celebraba que una persona venía a Cristo y entregaba su sexualidad a Él, cruelmente celebraba que te rompía el corazón rompiendo tus relaciones. Lo siento por haber transmitido que ustedes y sus familias son menos que yo y los míos".
Chambers reconoce que él mismo tiene inclinaciones homosexuales, aunque esté casado. "Durante muchos años yo convenientemente omití mi atracción por personas del mismo sexo. Tenía miedo de compartirlo con la facilidad que lo hago ahora. Me trajo una increíble vergüenza y la escondía con la esperanza de que se pasarían. Mirando hacia atrás, me parece increíble que pensara que podría detenerla. Hoy, sin embargo, acepto esos sentimientos como parte de mi vida que siempre estará ahí. Hace tiempo que superé los días en que me sentía humano en ese sentido, y me siento libre de aceptarme como lo han hecho mi mujer, mis amigos, y Dios".
Mientras esto sucede en un lado del mundo, en Brasil el diputado Marco Feliciano ha dado un paso adelante en su cruzada contra la comunidad gay.
Incomprensiblemente, según publicaba ayer el periódico brasileña Jornal do Brasil, "La Comisión de Derechos Humanos (CDH) de la Cámara de los Diputados consiguió aprobar ayer martes el proyecto de decreto legislativo que trata de la 'cura gay'".
La propuesta altera una resolución del Consejo Federal de Psicología (CFP) de Brasil y suspende la vigencia de ese domcumento que prohibe a los psicólogos de actuar para cambiar la orientación sexual de sus pacientes, y considerar la homosexualidad como una enfermedad.
Casi 30 años después de que la homosexualidad fuese excluida de la Clasificación Internacional de Enfermedades, en Brasil vuelve a considerarse la posibilidad de reincorporarla.
Afortunadamente, el texto aún debe pasar por dos comisiones antes de que sea aprobado de forma definitiva. Pero no deja de ser significativo que en un país como Brasil, que está viviendo un proceso de movilizaciones populares, sin precedentes en el país, un fanático pastor evangélico, y su grupo de diputados, consigua que una propuesta de ley como esa se lleve a discusión en pleno siglo XXI.
Parece que Marco Feliciano está dispuesta a tirar por tierra el trabajo de años de muchos sectores de la sociedad, por la igualdad de derechos de la comunidad LGBT, y convertir su comisión en un coto privado en el que los homófobos divaguen y se muevan a su ancha.

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