La alta participación, cercana al 75%, siguiendo las directrices del líder supremo -ayatolá Ali Jamenei-, según medios locales, ha tenido una importancia relevante en el, hasta cierto punto sorprendente, triunfo final en las elecciones del viernes. Los resultados de este clérigo chií, que contó con el respaldo de los reformistas, hechos públicos ayer evidencian el deseo de cambio de una mayoría de los iraníes que, a falta de mejor alternativa, han optado por el candidato que proyecta una imagen menos radical y un talante más abierto al diálogo. El centro de Teherán estaba anoche colapsado por una multitud que celebraba su triunfo.
El clérigo reformista obtuvo 18 millones de votos, lo que le otorgó una ventaja de más de 50%, lo suficiente para ganar en la primera vuelta y muy por delante de los dos candidatos considerados favoritos por sus apoyos entre los sectores conservadores que controlan los hilos del poder, Mohamed Qalibaf y Said Jalil.
Con estos resultados no será necesaria la celebración de una segunda vuelta prevista en la legislación electoral para cuando ninguno de los candidatos alcance el 50 por ciento de los votos. Así, Rohani se convierte automáticamente en presidente electo de la República Islámica de Irán.
El segundo candidato más votado ha sido Mohammad Baqer Qalibaf, ultraconservador alcalde de Teherán, y considerado muy cercano al líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei, con algo más de 6 millones de votos.
Rohani, 64 años, ha ocupado diversos cargos parlamentarios y se desempeñó como jefe negociador nuclear. Ha sabido llegar a los reformistas en los últimos días.
La oleada de apoyo que ha recibido le llegó después de que Mohammad Reza Aref, el único candidato reformista, anunciara el martes pasado que se retiraba de la carrera por consejo del ex presidente reformista Mohamed Jatamí, que entonces decantó su apoyo hacia Rohani.
También tiene el respaldo del ex presidente Akbar Hashemi Rafsanjani, quien representa a otros islamistas moderados y al que se le prohibió participar como candidato en las elecciones.
Rohani consiguó se aproximar de un gran sector de la población iraniana, convocando grandes multitudes en los lugares donde realizó campaña electoral, debido a sus promesas de reformas, prometiendo, asimismo, liberar a los presos políticos, garantizando la defensa de los derechos civiles y humanos y especialmente asegurando que su objetivo era devolverle la "dignidad a la nación".
Tras las elecciones algunas personas se mostraban prundentes, "Somos partidarios de las reformas, pero las elecciones no son la solución a nuestros problemas", aseguraba el dueño de una tienda de artesanía en la calle Vila. Su madre le dice que tenga cuidado, que las paredes oyen. Aún así, respira hondo y, mientras envuelve la compra, añade: "Tenemos que poner fin al sistema religioso", escribía la corresponsal, en Teherán, del periódico El País.
La misma escribía en su crónica de las elecciones, desde la capital de Irán, "Eso es lo que temen los duros, que una eventual apertura les haga perder el control. Por eso a media mañana, la traductora asignada a esta corresponsal recibió una llamada urgiéndole a que dejáramos de zascandilear por la ciudad".
Un aspecto importante de su carácter es que apoyó las manifestaciones que estallaron tras las elecciones de 2009, y criticó a los gobernantes, cuando las denuncias de fraude y las protestas fueron sangrientamente reprimidas, por oponerse a lo que según él es el derecho del pueblo a protestar pacíficamente.
Con la elección de Rohani otros aspectos podrían ir cambiando paulatinamente en la sociedad iraní. Así, las relaciones exteriores, la economía, los derechos civiles y la situación de la mujer podrían registrar mejoras en Irán, aunque la Presidencia tiene muchas limitaciones y la política exterior y nuclear las controla el líder supremo, ayatolá Ali Jamenei.
Para The Now York Times, el resultado refleja "un rechazo notable a los ultraconservadores que ejercen el poder en Irán. Los votantes eligieron, por mayoría, a un clérigo de actitudes suaves que aboga por mayores libertades personales y tiene un enfoque más conciliador con el mundo". Para añadir que el nuevo líder podría ser una "válvula de escape para un público angustiado por años de problemas económicos y el aislamiento".
Partidarios de Rohani celebran en las calles la victoria en las elecciones. Foto de The New York Times. Abedin Taherkenareh/European Pressphoto Agency |
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