Lo que parecía ser una noticia más sobre las deficientes estructuras de muchos edificios en países con graves dificultades de desarrollo, ha dejado al descubierto la ínfimas condiciones de trabajo, algunas de ellas totalmente inhumanas, de miles de trabajadores de las grandes empresas textiles.
Esta historia, aunque lejana geográficamente a millones de personas, está mucho más cercana de todos, pues seguro que la mayoría tenemos ropa, de algunas, de las empresas que explotaban a trabajadores en el edificio que se derrumbó en Bangladesh el pasado miércoles.
Las labores de desescombro, además de cientos de cuerpos, ha dejado al descubierto numerosas etiquetas de primeras marcas de ropa, fáciles de encontrar en la mayoría de las ciudades de cualquier país desarrollado. En consecuencia no sería de extrañar que cualquier prenda de nuestro guardarropa haya sido producido en el edificio que con su derrumbe causó más de 600 muertos y 2.000 heridos. Cerca de 300 personas continuan desaparecidas.
El miércoles miles de trabajadores que confeccionaban prendas para
tiendas y marcas occidentales estaban en el edificio Rana Plaza, en
Savar, a 24 kilómetros de la capital Dhaka, cuando este se desplomó
sepultando a cientos de ellos.
La tragedia ha dejado, hasta ayer viernes, 604 muertos y reactivó, una vez más, un debate, que aparece continuamente, sobre
el papel de las grandes empresas de moda occidentales y la falta de respeto a los derechos de
trabajadores en países pobres, así como el interés por el enrequicimiento a cualquier coste y el afán consumista de las sociedades más
ricas.
Las imágenes de la tragedia han generado
indignación mundial por las fallas de seguridad y de condiciones
laborales elementales que parecen estar en el centro del problema en
Bangladesh.
Y hace suponer que muchas personas "desconocemos"
las condiciones precarias en que se fabrican muchas de las prendas de
vestir que usan cotidianamente, así como las condiciones de explotación, de la gran mayoría de las personas, que permiten que el producto acabado llegue a sus tiendas o "boutiques" favoritas, para usarlas diariamente, o en fiestas, luciendo ropas que muchas veces tienen un reguero de sangre, sudor y explotación por detrás de las mismas.
En un reportaje de la BBC se puede comprobar, a través de entrevistas en las calles de Londres, la falta de interés de las personas en conocer de donde proceden las vestimentas que usan.
"No, prefiero no saberlo… creo que probablemente en China", dijo uno de los transeúntes al ser consultado por un miembro de la cadena inglesa. Mientras, en pleno centro de Londres una mujer explicó: "Intento comprar cosas que no provengan de una fábrica que está a punto de arder".
Otro entrevistado le comentó al reportero: "Probablemente mis
ropas se hicieron en el sudeste asiático, Bangladesh, por ejemplo. Mucha
gente ni se molesta en pensar en el trabajo infantil o el trabajo
barato".
Según publicaba el diario británico Daily Star, el martes se registraron grietas en el edificio, de ocho plantas,
Rana Plaza, que provocaron que los trabajadores y otras
personas que se encontraban en el mismo -también había un banco y
numerosas tiendas- huyeran despavoridos, lo que provocó algunos heridos.
La Policía, tras inspeccionar el edificio, ordenó su cierre
pero su propietario, Sohel Rana, pidió a un ingeniero que realizara un
informe favorable en el que se aseguraba que el edificio era seguro que
presentó a los cinco empresarios textiles que tenían sus fábricas en el
mismo. Dos de ellos ordenaron a sus trabajadores que fueran a trabajar
el miércoles, despreocupándose absolutamente del riesgo que podían asumir sus trabajadores.
Como publicaba el periódico El País, "Haga la prueba. Vaya a su armario y revise las etiquetas de sus
camisetas. Seguro que en muchas -a menudo las más sencillas, esas que
puede comprar a solo 6,95 euros, dice “Hecho en Bangladesh” o made in Bangladesh-.
Quizá hayan sido cosidas en talleres textiles no tan distintos de los
alojados en un edificio de ocho plantas que colapsaron el miércoles en
las afueras de Dacca (Bangladesh). Con más de 300 muertos y cientos de
desaparecidos es una de las mayores catástrofes de una precaria
industria que llena las tiendas de occidente de ropa baratísima y es
clave en la economía de Bangladesh".
Según el diario estadounidense The New York Times, en el sitio
del derrumbe se han descubierto etiquetas y documentos de grandes marcas
europeas y estadounidenses como Children’s Place, Cato Fashions, la italiana Benetton, la catalana Mango, la estadounidense JC. Penney, la canadiense Loblaw o la española El Corte Inglés, entre otras.
Unas 3.000 personas estaban trabajando en el edificio en el momento del colapso.
En noviembre del año pasado más de 100 personas murieron en un incendio de otra factoría donde se tejían ropas para compañías occidentales, motivado por las deficiencias de la estructura y la falta de medidas de seguridad.
"En mi opinión, el 50% de las fábricas están funcionando con parámetros
que no son seguros", comentó para la BBC Mainuddin Khondker, funcionario
del gobierno de Bangladesh que encabezó un grupo especial de inspección
de fábricas de ropa.
Khondker admite también que, "todavía no se ha sancionado a ninguna fábrica por violar reglas de seguridad o las normas de los edificios".
Eso a pesar de que la tragedia del edificio Rana
Plaza no es la primera de ese tipo en el país, cuya industria textil es
una de las más importantes del mundo.
Empleados del sector textil bangladesí se enfrentaron ayer viernes con la policía en medio de una manifestación, que reunió a centenares de miles de personas, que atacó fábricas textiles. Asimismo, los manifestantes exigieron la detención de los dueños de las
fábricas de ropa en el edificio, que instó a sus empleados a seguir
trabajando a pesar de las advertencias de que la estructura era poco
fiable.
La Nación de Chile publica respecto a la situación que se vive en Dacca, "La situación es muy inestable. Cientos de miles de
obreros participan en la manifestación. Hicimos uso de balas de goma y
de gases lacrimógenos para dispersarlos, declaró un responsable
policial sobre la manifestación organizada dos días después de la
tragedia".
Según datos de la Federación Nacional de Trabajadores del sector Textil de Bangladesh, en los últimos 15 años hubo unos 600 muertos y 3.000 heridos en accidentes ocurridos en fábricas textiles (incendios o derrumbes) en el país.
Tras el derrumbe, surgieron voces en distintos países que piden a los
consumidores comprar ropa en tiendas cuya cadena de producción respete a
los trabajadores y sus condiciones de trabajo.
Las grandes tiendas de ropa no marcan sus
artículos con etiquetas que indiquen que fueron fabricadas dentro de un
esquema de "comercio justo" (fairtrade), como suele hacerse con la producción agrícola de algunas naciones pobres.
Un recorrido realizado en Dhaka por Andrew
North, corresponsal de la BBC en el sur de Asia, permitió comprobar las
malas condiciones en las que deben trabajar las personas para diferentes empresas textiles.
North pudo observar cómo algunas de las fábricas
operan con pocas medidas de seguridad. Además, presenció cómo en muchas
de las instalaciones había niños trabajando.
Por su parte Susanna Rustin, sugirió en su columna del diario británico The Guardian, que al igual que las frutas y las verduras, la ropa debería llevar etiquetas para saber si son producto de ese "comercio justo".
Tras el terrible accidente El Corte Inglés emitió un comunicado en el que indica que la "fábrica había pasado una auditoria social en el marco de BSCI
[una iniciativa internacional para mejorar las condiciones laborales en
empresas suministradoras]" y sostiene que las inspecciones técnicas de
los edificios son responsabilidad de las autoridades locales.
"Muchos de estos edificios son trampas mortales, sin rutas de escape
adecuadas. De modo que este incidente es chocante pero no sorprendente",
ha comentado, para la BBC, Sam Mahers, miembro de la campaña Labour behind the Label (el trabajo por detrás de la etiqueta), integrada en la Clean Clothes Campaign.
A partir de la conmoción que ha causado este trágico accidente, todas las compañías, que usan los servicios de los talleres situados en ese edificio, declaran que están trabajando juntos a ONGs y otras organizaciones para mejorar la calidad de vida de los trabajadores, y revisar los estándares de seguridad de los mismos. ¿Ustedes se lo creen?.
Este blog sólo pretende ser una visión personal de algunos de los acontecimientos que nos envuelven en nuestro caminar por la vida. Bajo el fuego es una metáfora de la situación real que la humanidad está viviendo donde la pobreza, el desempleo, la intolerancia, el extremismo, la violencia, el enriquecimiento a cualquier precio, de unos pocos a costa de muchos, y la falta de ética o valores son realidades que podemos observar continuamente.
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