Corea del Norte, en un nuevo incremento de la retórica belicista, suspende el acceso al complejo de Kaesong

La decisión de Corea del Norte de suspender el acceso a los surcoreanos a un parque industrial operado de forma conjunta por ambos países ha causado preocupación a muchos observadores en medio de la creciente tensión en la península coreana.

El Complejo Industrial de Kaesong (KIC, por sus siglas en inglés) está ubicado en Corea del Norte, justo en frente de la Zona Desmilitarizada de Corea, pero era operado de forma conjunta por los dos países.
Para los analistas de la BBC, "Es uno de los últimos puntos que quedan del compromiso pacífico establecido entre las Coreas y se percibe como un indicador de las relaciones entre ambos países". La medida se ha producido un día después de que Corea del Norte informase que iba a reactivar todas sus instalaciones nucleares, incluida la planta de enriquecimiento de uranio y el reactor de la central de Yongbyon, que son las fuentes potenciales de suministro de plutonio y uranio para su programa de armas atómicas.
Una portavoz del Ministerio de Unificación de Seúl ha comunicado a Efe que "Corea del Norte nos ha informado de que ha denegado la entrada a los 484 trabajadores cuyo paso al Norte estaba previsto a lo largo del miércoles a través de la zona desmilitarizada que separa a las dos Coreas". En marzo de 2009, en un contexto de tensión similar, el norte bloqueó el paso a Kaesong durante un día.
Según la agencia Reuters, "No obstante, sí permitirá la salida de los (surcoreanos) que permanecen allí, cifrados en 861 empleados".
Ubicado al sureste del territorio norcoreano, a escasos kilómetros de la frontera con el sur, el complejo industrial de Kaesong, en el que trabajan 54.000 norcoreanos, alberga 123 empresas surcoreanas que fabrican diversos productos, aprovechando el bajo coste de la mano de obra del país. Por su parte, Corea del Norte obtiene del complejo ingresos que aportan un importante sustento a su malograda economía, en crisis permanente desde los años 90.
Corea del Norte no deja de ser un enigma para el mundo occidental. Es uno de los países más corruptos, según indican los informes de Transparencia Internacional, quizás el más cerrado y el mayor controlador de su población de todo el mundo; los medios de comunicación de Corea del Norte son los más controlados y censurados. La información emitida por todos los medios está vigilada o producida por el gobierno. Por ejemplo, la población no tiene acceso a internet. Existe en su lugar una intranet, denominada Kwangmyong, que es administrada por el único proveedor de servicio de internet existente, de propiedad del gobierno, y todas sus publicaciones son controladas y censuradas si fuese necesario. Este portal consiste principalmente en "tableros de mensajes, funciones de chat, y medios patrocinados por el gobierno".
Su régimen dictatorial se extiende por tres generaciones de líderes con un estilo de gobierno opresor en que se rinde un culto casi religioso a sus figuras. Se calcula que existen 34 mil estatuas de Kim Il-sung, fundador del estado norcoreano y abuelo del actual líder del país.
Aunque la prohibición del acceso al complejo industrial a los surcoreanos es una señal tangible de las tensiones entre las dos partes, se confía que ésta no sea más que un nuevo gesto en la escalada del discurso beligerante de Corea del Norte, con el objetivo de intentar presionar a los Estados Unidos para iniciar una ronda de negociaciones que permitan una estabilización de la zona. De todas maneras, un movimiento erróneo en este "juego" estratégico puede desencadenar una situación irreversible y de consecuencias inimaginables en la zona.
Está claro que, a pesar del escepticismo de analistas y funcionarios estadounidenses de la posibilidad de un ataque por parte de Corea del Norte, no deja de ser un motivo de preocupación la retórica belicista que ese país está incentivando en los últimos días, culminada con el cierre del acceso, a los trabajadores de Corea del Sur, al complejo industrial de Kaesong.
Por su parte, desde China y Rusia se hacen continuos llamamientos a la cordura y al diálogo, mientras el mundo aguarda expectante la resolucón definitiva de este conflicto verbal.