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domingo, 21 de julio de 2013

Génova 2001, 12 años de la salvaje agresión en la escuela Diaz. No limpiéis esta sangre.

El cadáver de Carlo Giuliani. | Efe

El asesinato del joven Carlo Giuliani, de 23 años, en la jornada de acción directa del 20 de julio por un disparo en la cabeza de la policía, en la plaza Alimonda, y el asalto policial a la escuela Díaz fueron los episodios más dolorosos de unas movilizaciones marcadas por una feroz represión. Habilitada como un lugar para dormir y reunirse por parte de algunos manifestantes extranjeros, la escuela Díaz se convirtió la noche del sábado 21 de julio en escenario de una vendetta policial que dejaría tras de sí 63 heridos y decenas de arrestados, ocasionando un gran escándalo político y mediático y un largo proceso judicial.
Pero han pasado 12 años y seguimos esperando la verdad. Una verdad negada durante años, una verdad de humillaciones, torturas, detenciones ilegales que hasta hoy ni la justicia ni el gobierno italiano han querido resolver.
Todo empezó con la reunión del G8 en la ciudad italiana de Génova, sexta ciudad italiana en población. Para esas mismas fechas se organizaron, por parte del, en aquellos momentos, pujante movimiento antiglobalización, unas jornadas paralelas -"anticumbre de Génova 2001"- del 19 al 22 de julio, en protesta por el control que ese grupo quería instaurar en millones de personas.
El día 20, viernes, la compañía de carabinieri comandada por el capitán Claudio Cappello (acusado de torturas durante la misión italiana en Somalia) carga duramente contra los manifestantes. Los manifestantes responden lanzando todo tipo de objetos y piedras contra los land rover de los carabinieri. Eran las 17:00 en la Piazza Alimonda.
Las protestas en Génova significaron el momento cumbre de la fase de crecimiento lineal del movimiento altermundialista después del Encuentro Ministerial de la OMC en noviembre de 1999 en Seattle, que representó el inicio de un nuevo ciclo internacional de movilizaciones.
Desde la Organización Mundial del Comercio (OMC) de 1999 en Seattle, los grupos antiglobalización y antisistema organizan manifestaciones en las sedes de los encuentros de organizaciones que consideran ilegítimos.
La designación de Génova como lugar de reunión del G8 provocó la polémica desde el principio. Muchos consideraron que la ciudad italiana no era un sitio adecuado para organizar un buen dispositivo de seguridad. La ciudad se convirtió durante tres días en un auténtico campo de batalla.
Pero vamos a centrarnos en lo sucedido en la escuela Díaz la noche del 21 de julio de 2001.
Al caer la noche, una patrulla policial, miente, y denuncia haber sido agredida en las inmediaciones de la escuela, y alerta de que unos 300 manifestantes se encuentran en el lugar. Además alegan que eran miembros del grupo "Black Block" (presuntos anarquistas violentos, según la policía).
Los agentes respondieron con contundencia y una dotación policial formada por 346 agentes entró en la escuela Díaz de Genova, centro cedido por el ayuntamiento de la ciudad -que servía de centro de información y refugio-, y donde dormían unas 300 personas (periodistas y manifestantes), roba todo el material gráfico de lo sucedido en la manifestación del día 20, y secuestra violentamente a todo el mundo durante tres días. Los carabinieri entraron en la escuela y se enzarzaron con la gente que dormía allí dentro, golpeando salvajemente todo cuerpo que encontraba por delante. Traumas craneales, hemorragias, comas, heridas diversas, contusiones, etc. fue el resultado de una acción, digna de cualquier régimen fascista, preparada con anterioridad y ejecutada con nocturnidad y alevosía. Tras la acción represiva detuvieron a todo el mundo, lo que en realidad debería llamarse secuestro, porque en ningún momento se les comunicó ni porqué se los llevaban, ni sus derechos, ni nada. Durante tres días, 300 personas fueron encerradas sin cargos y torturadas, golpeadas y obligadas a cantar canciones fascistas desnudas, entre otros diversos entretenimientos, bien exquisitos, para los agentes del ¿orden?.
También entraron en la vecina escuela Pascoli, donde estaban alojados varios periodistas, que según declararon se encontraban, mayoritariamente, durmiendo y actuaron con la misma violencia.
Todos los que en ese momento se encontraban en ambos puntos, fueron detenidos y, todo aquél que parecía resistirse, a pesar de estar con los brazos en alto o despertando por el ruido de los golpes, recibió una tremenda paliza. 
Durante la acción fueron, sala por sala, golpeando sin sentido y con extrema violencia, a todo aquel que encontraban, sin ningún tipo de consideración.
Dos cócteles molotov fueron encontrados en el interior de la escuela Díaz y presentados por las autoridades como parte de un arsenal de las personas detenidas (esta última acusación era fundamental ya que es el único caso que la legislación italiana prevé para una detención masiva sin orden judicial). Sin embargo, los jueces resolvieron que fueron introducidos en la escuela por la policía para justificar su sangrienta operación y los arrestos posteriores.
La estudiante de arqueología alemana Melanie Jonasch (con fractura cráneoencefálica, contusiones múltiples y hematomas en la espalda); el alemán Karl Wolfgang (trauma craneal y hemorragias); y el periodista inglés Mark Covell (perforación de pulmón, trauma craneal, pérdida de 10 dientes), fueron los más graves. El periodista declaró, pocos días después, al periódico italiano La Repubblica, que intentó fingir que estaba muerto pero aun así continuaron pegándole.
Pero el infierno no acabó después del asalto; en las delegaciones policiales sufrieron malos tratos, fueron apaleados (un joven con una pierna protésica recibió una paliza al no poder aguantar más tiempo de pie); mujeres denunciaron violaciones y varias victimas fueron humilladas por los médicos en las propias instalaciones policiales.
A ninguno de los afectados se les comunicó que estaba detenido y muchos fueron liberados poco después y en el caso de los extranjeros llevados a la frontera italiana y dejados allí.
El Estado de derecho fue congelado, se reprimieron manifestaciones legales, se vulneró la libertad de prensa, periodistas y manifestantes fueron golpeados e incluso se llegó a disparar contra ellos (Carlo Giuliani fue la víctima), se suspendió el tratado de Schengen, se impidió el acceso de abogados y senadores a las pesquisas, se hizo uso de pruebas falsas en los juicios… El resultado fue un muerto, cientos de heridos y miles de traumas psicológicos. El movimiento antiglobalización nunca más volvería a ser el mismo.
"Díaz, no limpiéis esta sangre" de Daniele Vicari es el título de una película que refleja y reconstruye con fidelidad los hechos, sin romanticismos ni excesos, de todo lo sucedido en la escuela Díaz. 
El documental Black Block, del director italiano Carlo A. Bachschmidt, disponible en YouTube, relata la programada y brutal acción policial durante las protestas celebradas en la ciudad de Génova los días de la Cumbre. El documental tiene una duración de 67 minutos. 
Los siete protagonistas, canalizados por la historia del berlinés Muli, uno de los presentes en aquellos acontecimientos, regresaron a Génova en junio de 2010 para explicar su experiencia nueve años después.
A continuación les dejo un pequeño texto recogido de el diario.es.
Lena Zuhlke y Niels Martensen (de Hamburgo), Chabi Nogueras (de Zaragoza), Mina Zapatero (española residente en París), Daniel McQuillan (de Londres), Michael Geizer (de Niza) y Ulrich Reichel, Muli, (de Berlín) acudieron a Génova en julio de 2001 para protestar contra la pomposa cumbre de los países más ricos del mundo. La noche del sábado, 21 de julio, se encontraban descansando en la escuela Díaz cuando entró la policía. Y empezó la tragedia. "Entonces entraron. Vi al primer policía que entró, resoplando odio", recuerda el zaragozano Chabi. "Oía las botas y sabía que nos iba a atacar...".
Muli viajó a Génova para hacerse oír: "Quería interrumpir el G8", comenta, diez años después. "Quería hacerme oír sin violencia. Aluciné al ver a tanta gente de ideas diferentes pero unidos y de buen rollo". Luego, todo se torció. "Tuve verdadero miedo a morir", relata en el documental, a menudo con lágrimas en los ojos. Muli, ahora padre de un hijo y habitante de una casa okupa en Berlín, fue uno de los centenares de jóvenes manifestantes que se alojaban en la escuela Díaz. La escuela donde por la noche irrumpieron los policías en busca de... ¿venganza? ¿justicia?
Los testimonios son dramáticos. "Entraron centenares de robocops", dice Mina, española residente ahora en París. "Como perros rabiosos, sentí pánico, tenía que protegerme. La mezcla de golpes y gritos era realmente ensordecedora". La alemana Lena los describe como "una horda de jabalíes colocados con speed". Las imágenes del documental dan la razón a las dos chicas. Chabi dice que recibió la peor paliza de su vida: "No sé si podría haber aguantado más, la sangre que salía de mi cabeza era tan espesa... gelatina". El inglés Dan explica que se dio por muerto: "Era como si no quisieran parar hasta romperme la cabeza".
El 18 de mayo de 2010, el Tribunal de Apelación de Génova (noroeste de Italia) condenó a 25 de los 55 miembros de las fuerzas policiales imputados, entre agentes y superiores, a un total de 85 años de cárcel y a la inhabilitación en sus cargos por falsedad en documento público y lesiones graves. Otros 30 agentes fueron absueltos de todos los cargos en el que se incluye el asalto.
Aproximadamente 250 de los procesos originados por denuncias contra fuerzas del orden por lesiones se archivaron por la imposibilidad de identificar a los agentes responsables, a pesar de que la magistratura considera que, efectivamente, los hechos denunciados tuvieron lugar.
El 5 de julio de 2012, el Tribunal Supremo italiano confirmó las penas de inhabilitación y cárcel dictadas en apelación a los miembros de la cúpula policial imputados por los episodios de violencia.
La prensa recogía así la sentencia, "Hoy, según los medios de comunicación italianos, el Supremo confirmó las penas dictadas en apelación contra altos cargos policiales y agentes por falsedad en documento público, pero declaró prescrito el delito de lesiones graves que se imputaba a los efectivos que irrumpieron en la escuela. Entre los altos cargos afectados figuran los considerados principales responsables de las decisiones de la policía durante la cumbre del G8, Francesco Gratteri, Giovanni Luperi y Gilberto Caldarozzi, que mantuvieron su cargo pese a la condena en segunda instancia.
Las fuentes precisaron que ninguno de los condenados irá a la cárcel, pues considerando la duración de las penas individuales podrán beneficiarse de una condonación prevista por la ley, aunque sí sufrirán una inhabilitación de cinco años en sus cargos, tal como se decretó en apelación".
Sin embargo, diez manifestantes fueron condenados unas semanas más tarde considerados culpables de "destrucción y saqueo", un delito que se remonta al Código Rocco, un código penal fascista, que nunca ha sido abrogado. La pena por ello prevé un mínimo de seis años y medio de cárcel. Dos de ellos, ya se encuentran presos; otros dos, huyeron, y el resto está en paradero desconocido, eran extranjeros.
CARLO A. : 8 AÑOS, CARLO C. : 8 AÑOS, MARINA C. : 12 AÑOS Y 3 MESES, LUC F. : 10 AÑOS Y 3 MESES, ALBERTO F. : 10 AÑOS, INES M. : 6 AÑOS Y 6 MESES, FRANCESCO P. : 15 AÑOS, DARIO U. : 7 AÑOS, ANTONIO V. : 8 AÑOS, VICENZO V. : 13 AÑOS Y 3 MESES.


Una secuencia de la película Díaz, muestra momentos después de la invasión policial.
Doce años después de la cumbre de Génova el movimiento antiglobalización ya no existe, pero sin embargo otros han aparecido en los últimos años, y han mostrado al mundo nuevas formas de protesta. Como decía Esther Vivas, activista española autora de diversos libros y publicaciones sobre movimientos sociales, "Éste no es un aniversario nostálgico de un movimiento que fue, pero que ya no es. Es un aniversario donde la memoria indignada de aquellas míticas jornadas nos permite recordar el pasado para mirar hacia el futuro, donde el recuerdo del asalto a la “zona roja” se mezcla con las vivencias recientes de las ocupaciones de plazas".
Los movimientos en Brasil, Turquía (la plaza Taksim), Egipto (plaza Tahrir), la plaza del Sol en Madrid, y otros tantos que han surgido y seguirán surgiendo.
 



Los 7 primeros minutos son demostrativos de lo sucedido aquel trágico día, en unas de las acciones más salvajes, en Europa Occidental, de las últimas décadas, y comparable con los sucesos del 3 de marzo de 1976 en Vitoria (España), donde se produjo otra agresión violenta y deshumana, en este caso de la policía española, contra trabajadores reunidos pacíficamente, que dejó un saldo de 5 manifestantes muertos y varios centenares de heridos.

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