El máximo mandatario de Venezuela cumple cien días como presidente del país embarcado en una travesía marcada por el vendaval que supuso
su ajustada victoria y las denuncias de fraude, pero especialmente por un
delicada situación económica. Así, después de lo tumultuoso del inicio de su gestión, Maduro poco a poco ha ido consolidándose en la jefatura del país, con un Ejecutivo estable tras la tensión postelectoral de abril, pero inmerso en un sinfín de batallas en el terreno económico.
Sin embargo, su posición sigue siendo relativamente débil, sobre todo
si la comparamos con la de su predecesor, Hugo Chávez, quien por
cierto ayer hubiese celebrado su cumpleaños número 59.Ni entre los suyos tiene tanto poder como "el comandante", ni mucho menos goza del reconocimiento de su legitimidad en los opositores: Henrique Capriles, sigue sin reconocer lo justo de su triunfo electoral.
Como señala la agencia EFE en este recuento de sus primeros días de gobierno, Maduro ha visto cómo la inflación se dispara, la economía se ralentiza, el dólar en el mercado ilegal paralelo se desborda y se agudiza el desabastecimiento de productos de consumo masivo con la desaparición de diversos productos básicos e incluso del papel higiénico de las estanterías de los supermercados venezolanos.
Heredero político de Chávez, pese al corto tiempo que lleva en el poder ya pueden entreverse algunos cambios: es algo más pragmático en lo económico y al tiempo más confrontacional en lo político.
La BBC ha efectuado un análisis donde presenta algunos de los elementos que han cambiado de Chávez a Maduro.
Una diferencia que salta a la vista respecto a la gestión de Chávez está en los esfuerzos que ha tenido que dedicar Maduro a consolidarse en el poder después de los cuestionamientos a su legitimidad por las denuncias opositoras de fraude electoral.
A diferencia de las holgadas victorias que acumuló Chávez a lo largo de 14 años, Maduro se impuso con un 1,49% y la oposición sigue sin reconocer que lo hubiera hecho en elecciones transparentes.
En cambio, con Chávez, había que hurgar muy profundo en las alas más extremas de la oposición para encontrar a quien cuestionara la legitimidad de su mandato. El conjunto de la oposición democrática tenía clara que su tarea era revertir el apoyo mayoritario del que gozaba por, lo que ellos consideraban, su populismo de prebendas.
No así Maduro, cuestionado desde el minuto uno. Los primeros días fueron de protestas y sonoros cacerolazos, por un supuesto fraude.
Pese a todo, el tiempo ha ido corriendo a su favor y, más de tres meses después, a la espera de lo que resuelva el Tribunal Supremo de Justicia sobre la impugnación del proceso electoral, el asunto no aparece de manera prominente en la agenda de los venezolanos.
"Si tuviera que decir cuál es el cambio más importante en estos tres meses, diría que es que Maduro se ha legitimado y que eso es actualmente un problema menor", le dijo a BBC Mundo Luis Vicente León, analista y presidente de la encuestadora Datanálisis.
Para León, el supuesto fraude electoral "no marca ya la agenda, aunque la marcó al principio". "No quiere decir que los opositores digan que Maduro es legítimo, sino que cuando le preguntas cuál es el principal problema del país, no responden 'la legitimidad de Maduro', te hablan de la economía".
Especialmente porque en el primer semestre del año, Venezuela acumula una inflación de 25% -la mayor de América Latina-, sufre ciclos de escasez y enfrenta una violencia que en 2012 cerró con 16.000 asesinatos. Y a esos problemas hay que añadirle un crecimiento del Producto Interior Bruto inferior al 1%.
El difunto mandatario, rodeado siempre de una especie de culto a la personalidad fomentada por intensas campañas propagandísticas, gozaba de una conexión muy especial con los suyos, de una devoción casi religiosa, algo que no está sucediendo con Nicolás Maduro.
Hablaba durante horas, usaba mapas para ilustrar sus planes y los rayaba con rotuladores como si de una clase se tratara.
Su discurso polarizador e incendiariamiente antiimperialista estaba salpicado de chistes y anécdotas de su juventud. También bailaba y cantaba. Era entretenido.
Maduro, por el contrario, en alguna ocasión ha tenido que pedir silencio a los suyos mientras hablaba y hasta ha acabado quejándose de que no lo escuchan.
Si con Chávez sus deseos eran órdenes, el actual presidente se ha visto obligado a una gestión menos vertical.
"El dedo de Chávez es irrepetible. No tienen cómo imponer muchas decisiones. Maduro no puede hacerlo en solitario", opina el periodista Vladimir Villegas, crítico con el chavismo tras años de ser uno de sus dirigentes.
Un ejemplo podemos verlo en el proceso de elección de candidatos a alcaldes y concejales de cara a las elecciones del 8 de diciembre, algo que a los oficialistas parece que les está tomando más tiempo del esperado, mientras insisten en los llamados a la "unidad".
Para Luis Vicente León, es irrefutable que "el gobierno no tiene la conexión popular que Chávez tenía, ni Maduro la popularidad que Chávez tenía". "Con lo cual, su capacidad para pedir a la población austeridad es menor y eso bloquea la toma de decisiones que pueden ser impopulares en materia económica. Esto hace más difícil el remedio de la crisis", agregó León.
Si algo ha marcado la gestión inicial de Maduro, han sido los problemas económicos: un escaso crecimiento que no llega al 1% del PIB, una inflación del 40% interanual y recurrentes problemas de desabastecimiento de bienes básicos.
"Hay múltiples desequilibrios acumulados a través de diez años de mal manejo macroeconómico o evadir decisiones, como subir la gasolina o ajustar el tipo de cambio", afirma el economista José Manuel Puente, profesor del Instituto de Estudios Superiores en Administración (IESA).
"En inflación, crecimiento y desabastecimiento, va a ser el peor desempeño del continente este año", comentaba Puente. Para el mismo, a Maduro, "le están explotando todas esas bombas de tiempo que activó Hugo Chávez".
Expertos en el sector consultados por BBC Mundo
suelen señalar sobre todo al control de cambios, el control de precios
de bienes básicos y a la política expansiva del Banco Central como los
culpables de la situación.Ante los problemas, la apuesta de Maduro ha sido el pragmatismo, apostando por el diálogo y el impulso de la productividad, para lo que optó por colocar al frente de la situación a Nelson Merentes como ministro de Finanzas.
"Han entendido mejor los problemas económicos que el gobierno de Chávez. Ese triángulo perverso que causa la crisis, el control de cambios, el control de precios y las expropiaciones que minaron la capacidad productiva, el gobierno lo reconoció mejor y más rápido", opina Luis Vicente León.
"El riesgo para Maduro de que la economía le cueste estabilidad existe de manera significativa", matizó León.
Si bien Chávez fue durante sus años al frente del gobierno fuente de polarización, sus herederos han redoblado su apuesta de confrontación en el plano interno y externo, habiendo tenido enfrentamientos con dirigentes de varios países, además de Estados Unidos, entre ellos Colombia y España.
Vladimir Villegas califica esta actitud de "política de mucho sectarismo". "Persiste la confrontación como elemento fundamental de su política", agregó.
"Hay que recordar que tenemos por delante unas elecciones en diciembre y el gobierno requiere reagruparse para superar las dificultades de la ausencia de Chávez", señaló el periodista.
Carlos Romero, politólogo de la Universidad Central de Venezuela, considera que Maduro continúa con "las grandes líneas políticas" de Chávez, como "el socialismo del siglo XXI" y el discurso antiimperialista.
"Se esperaba iba a haber un cambio de estilo, pero no lo veo hasta ahora", le dijo Romero a BBC Mundo.
Villegas, quien considera que los cambios son todavía muy pocos, cree que merece la pena destacar la lucha que se lleva a cabo desde el gobierno contra la corrupción.
"Hemos visto más resultados en el corto plazo que durante buena parte del gobierno de Chávez", le dijo a BBC Mundo. "Son muestras muy tímidas, pero en comparación con lo anterior, hay gran distancia".
El gobierno de Maduro ha anunciado los arrestos de funcionarios de rango medio acusados de delitos de corrupción en diferentes organismos del Estado, algo virtualmente inaudito durante la gestión de Chávez.
No obstante, desde la oposición se critica que los arrestados son elementos de poco rango, que no se va a por "los peces gordos".
Sin embargo el periodista Villegas comenta, "Eso está por ver. Esa queja es prematura. Quizás más adelante veamos algo más de sustancia. Es una señal muy positiva".
Maduro, de 50 años y ex chofer de autobús, prometió relanzar las misiones sociales de ayuda, creadas por Chávez durante sus 14 años de mandato, seguir la lucha contra la inseguridad y "vencer el plan de saboteo de la economía que tiene la burguesía (empresarios opositores)".
Por su parte, Capriles, que no reconoce la elección de Maduro, y varios dirigentes de la oposición expresaron este domingo que "han sido 100 días de desastre", especialmente por la situación económica y de inseguridad en el país.
"Estos 100 días de gobierno han sido pura cháchara y publicidad", criticó el gobernador en un acto este domingo en la localidad de Barlovento en Miranda. "Los invitó a que reflexionen: ¿Cuánto cuesta hoy ir al mercado o comprar los materiales para hacer unos arreglos en sus viviendas?", indicó Capriles.
Nícmer Evans, profesor de la Universidad Central de Venezuela, cree que el "gran reto" para Maduro es ver cómo encuentra soluciones en ámbitos como el económico con acciones que tienen que ser distintas a las del modelo de Chávez, por cuanto no son las mismas circunstancias, pero sin alejarse de la esencia del chavismo.
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