Beate Zschäpe, 38 años, en la foto junto a Uwe Boehnhardt, miembro del grupo nazi alemán NSU (Nationalsozialistischer Untergrund) es considerada responsable por 10 asesinatos, 9 de ellos de carácter racista -8 turcos y 1 griego- y una mujer policía, así como el intento de asesinato del colega de ésta, quien quedó gravemente mutilada. También está acusada de 28 intentos de homicidio, asaltos a bancos, explosiones y otros delitos.
La Procuraduría General de Alemania ha considerado al NSU "un grupo de extrema derecha que tiene sentimientos xenófobos y como objetivo matar ciudadanos de origen extranjero" según declaraciones efectuadas el 15 de noviembre de 2011, poco después del "supuesto" descubrimiento de la existencia de esta banda terrorista, que coincidió con la entrega a la policía de Beate Zschäpe, siete días antes.
Pocos días antes, el 4 de noviembre, después de un fallido atraco a un banco en Eisenach, otros dos miembros del grupo, Uwe Mundlos y Uwe Böhnhardt, con quienes compartía un piso en la ciudad de Jena, fueron encontrados muertos en una casa móvil. Tras quitarse ambos la vida, Beate prendió fuego a la casa. Con la llegada de los bomberos y la policía se produjo el descubrimiento de ambos cadáveres y del arma de servicio de Michéle Kiesewetter, nombre de la policía asesinada años antes.
Algunas horas más tarde el mismo día, un apartamento en Zwickau, donde el trío había vivido bajo identidades falsas, también fue incendiado, supuestamente por la propia Beate Zschaepe, quien se entregó a la policía horas más tarde en presencia del abogado de la misma.
Tras las muertes de los hombres apareció el arma que se utilizó para los crímenes de diez personas, además se encontró un DVD con imágenes de tres de los muertos que habían sido tomadas nada más cometerse los asesinatos, con lo que se aclaraba un misterio que duraba más de una década.
El lunes 14 de noviembre de 2011 el semanario alemán Der Spiegel divulgaba, un vídeo en los que los miembros del grupo asumían los asesinatos y otros actos de carácter xenófobo.
Una incógnita se resolvió ese día, pero una pregunta inquientó a un sector de la sociedad alemana: ¿cómo pudieron salirse con la suya durante tanto tiempo?.
Poco tiempo después los servicios de inteligencia alemanes fueron acusados de negligencia e, incluso, de racismo, pues se concluyó que antes de que finalizara la investigación se destruyeron documentos importantes, lo que llevó a que se formara una comisión de investigación parlamentaria sobre los errores de la investigación.
El terrorismo de la derecha tiene raíces históricas en Alemania, e inclusive existe la sospecha de connivencia por parte de autoridades y agentes de la ley en determinadas acciones de tendencia racista o xenófoba.
La conexión entre el grupo y funcionarios alemanes quedó demostrada en un artículo del periódico ingles The Guardian que publicaba el 16 de noviembre de 2011, en su edición online "El martes, el Servicio de Inteligencia Nacional en Hessen, el Verfassungsschutz o BfV, admitió que uno de sus agentes secretos habían estado presente en abril de 2006, cuando dos miembros del grupo nacional-socialista (NSU) mataron a tiros a un turco de 21 años de edad, en un cibercafé". Y añade más adelante "Se ha podido comprobar ahora que el agente, que fue trasladado a un trabajo menos significativo a raíz de una investigación, mantenía abiertamente sus visiones ultra derechistas y era conocido en el pueblo donde se crió como "Pequeño Adolf".
Cuando la policía allanó su apartamento tras el asesinato, del joven turco, encontraron un alijo de armas, por el que tenía una licencia legítima, y extractos del Mein Kampf, según Der Spiegel. Hay informes no confirmados de que el hombre estaba presente en tres de las otras escenas de los asesinatos perpetrados por los neonazis".
Dicha nota hacía referencia al asesinato de Halit Yozgat, ciudadano alemán, de origen turco, de 21 años tiroteado por los neonazis. La banda dejó de matar tras la efímera detención de Andreas Temme, nombre del funcionario citado por The Guardian, que fue puesto en libertad sin cargos y aún tiene un empleo público, según indica hoy el periódico español El País, en un artículo referente a este caso.
En referencia a la destrucción de documentos importantes para la investigación, citando como fuente al diario barcelonés La Vanguardia, la web Libre Red recoge "Así lo ha reconocido el jefe de la oficina de investigación criminal (BKA), Jörg Ziercke, máximo responsable policial, ante una comisión de investigación del Bundestag, cuyos miembros no salen de su asombro. Siete archivadores que contenían información reunida a lo largo de seis años por la policía política (BfV), central y regional, así como de la inteligencia militar (MAD) sobre la escena neonazi de la región de Turingia, en el este de Alemania, fueron destruidos pocas horas antes de que tuvieran que ser entregadas a las autoridades judiciales.
Los archivadores tenían la información recogida entre 1997 y 2003 sobre la Thüringer Heimtaschutz (THS), la asociación neonazi de aquella región -plagada de infiltrados y colaboradores de la policía- de la que nació la célula NSU, autora de numerosos atentados. La célula estaba compuesta por tres jóvenes: Uwe Mundlos, Uwe Böhnhardt y Beate Zschäpe. El propio jefe de la THS, Tino Brandt, era informante de la policía. En los archivadores había los datos facilitados por los informantes sobre las actividades del grupo".
El Presidente de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, servicio secreto alemán para el interior de Alemania, Heinz Fromm renunció a su cargo, el 2 de julio de 2012, tras conocerse detalles de la destrucción de los documentos, y también por la sospecha de que se financiaba a estos grupos a través del pago a supuestos confidentes del servicio secreto. Otras personas siguieron su ejemplo posteriormente.
Tras estos sucesos una pregunta surgió en algunos medios alemanes, "¿Pertenecía alguna persona del entorno del grupo de asesinos a las fuentes del servicio secreto?", se planteó días después el diario berlinés Die Tageszeitung.
El juicio contra la neonazi alemana Beate Zschäpe, superviviente del grupo Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU) y acusada del asesinato de nueve inmigrantes y una agente de la policía, quedó interrumpido este lunes, poco después de su inicio, a petición de la defensa de la procesada. Los tres abogados de oficio de Zschäpe solicitaron la suspensión del proceso por supuesta parcialidad del juez, Manfred Götzl, con el argumento de que se había ordenado el registro de los letrados, en busca de armas, pero no de la fiscalía o los funcionarios de la Audiencia Territorial de Múnich, donde se celebra el juicio, según publica la página web 20minutos.es
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