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miércoles, 28 de mayo de 2014

Pakistán, Una joven embarazada, de 25 años, muere lapidada por su propia familia

La paquistaní lapidada por su familia ante el tribunal de Lahore estaba encinta
La Policía formula preguntas junto al cadáver de Farzana Parveen, tras la lapidación en Lahore. Reuters.
Un nuevo "crimen de honor" tuvo lugar ayer martes en Pakistán. Una mujer de 25 años fue lapidada ayer hasta la muerte, por su propia familia, frente al Tribunal Superior de Lahore, por haberse casado con el hombre que amaba, según publicaba el Huffington Post.
La joven, que fue identificada como Farzana Parveen, fue lapidada cuando se encontraba esperando a que el Tribunal Superior de Lahore, en el este del país, abriera sus puertas cuando un grupo de una docena de hombres la atacó lanzándole ladrillos, según relataba Umer Cheema, un alto cargo policial. Su padre, dos hermanos y su antiguo prometido figuran entre los agresores.
La joven se encontraba frente a la corte para impugnar un caso de secuestro presentado por su familia contra su esposo, Mohammad Iqbal, a quien no aprobaban.
Farzana Parveen sufrió graves heridas en la cabeza y ya en el hospital se declaró su muerte, según indicaba la policía local.
Todos los sospechosos, salvo el padre, han escapado. Este ha reconocido el asesinato de su hija, según Cheema, y ha explicado que se trataba de una cuestión de honor.
La estaba embarazada de cinco meses, según ha determinado la autopsia y ha revelado a Reuters su hijastro este miércoles. 
Muchas familias paquistaníes consideran que el hecho de que una mujer se case con un hombre de su elección provoca la deshonra de la familia. Iqbal había sido comprometida con su primo pero se casó con otro hombre, ha indicado Cheema.
Su familia había registrado una denuncia por secuestro contra el hombre pero Iqbal había acudido al tribunal para argumentar que se había casado por su propia voluntad, según el responsable policial.
Alrededor de un millar de mujeres paquistaníes son asesinadas cada año por sus propias familias en crímenes de honor, según la Fundación Aurat, un grupo de defensa de los Derechos Humanos paquistaní. Sin embargo, esta organización advierte de que la cifra real probablemente sea mucho superior, ya que ellos solo recopilan los asesinatos que aparecen en los medios.
El Gobierno paquistaní no elabora estadísticas nacionales. Según los activistas, muy pocos casos llegan a los tribunales y los que lo hacen tardan años en resolverse. Incluso aquellos que terminan en una condena muchas de las veces acaban con los asesinos en libertad. La legislación paquistaní permite a la familia de una víctima perdonar a su asesino. Pero en los crímenes de honor, muchas de las veces los asesinos de las mujeres son sus propios familiares, subraya Wasim Wagha, de la Fundación Aurat. La ley les permite encargar a alguien llevar a cabo el asesinato y luego perdonarle. "Este es un gran vacío en la legislación", denuncia. "Estamos trabajando muy duro en este asunto", asegura.
No solo ha conmocionado la brutalidad del asesinato. También lo ha hecho su casi entera impunidad.  La complicidad de las autoridades paquistaníes se esconde detrás de una práctica y una mentalidad ancestral y salvaje.
El abogado de la víctima muestra el lugar del ataque.
La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, ha expresado en Ginebra su conmoción por este caso. "Ni siquiera quiero usar la frase 'crimen de honor': no hay el más mínimo vestigio de honor en asesinar a una mujer de este modo", ha denunciado en un comunicado.
"El hecho de que fuera asesinada cuando se dirigía al tribunal demuestra un serio fracaso del Estado a la hora de prestar seguridad a alguien que, dado lo comunes que son estos asesinatos en Pakistán, estaba obviamente en peligro", ha lamentado.
"Las personas que llevan a cabo 'crímenes de honor' raramente son perseguidas e incluso cuando lo son, a menudo reciben penas absurdamente muy ligeras, considerando que hay cometido un asesinato premeditado", ha subrayado Pillay.
"Esto es inaceptable y es claramente la responsabilidad del Estado y del sistema judicial trabajar seriamente para disuadir de tales crímenes y garantizar que las personas que los cometen son llevadas ante la justicia", ha remachado.
El año pasado se registraron en Pakistan 869 casos de "crímenes de honor". La secuencia es muy parecida: mujeres que mantienen relaciones con jóvenes no autorizados por la familia (sus miembros varones) son asesinadas para "limpiar el honor mancillado" por un presunto adulterio.
No existe en el Corán una prescripción concreta sobre la lapidación de adúlteros, pero la tradición islámica ha cristalizado en la Sharía, la ley religiosa, que a su vez es fuente de derecho en muchos países del mundo de mayoría musulmana. Donde no está prescrita en la ley penal, se tolera de hecho y apenas se practican detenciones policiales. Este es el caso de Pakistán. Un reciente sondeo de la firma Pew indicó que el 83 por ciento de los paquistaníes aprueba la lapidación de los adúlteros, reducido en la práctica al asesinato de chicas que no se avienen a la voluntad del padre y de los hermanos varones.
Su marido Muhamad Iqbal declaraba a la BBC, "Gritábamos pidiendo ayuda pero nadie atendió. Uno de mis familiares se quitó la ropa para llamar la atención de la policía, pero no intervinieron", relató. Para añadir, pero "Miraron cómo Farzana era asesinada y no hicieron nada".
Los matrimonios concertados son norma en Pakistán y casarse contra los deseos de su familia es impensable en muchas comunidades profundamente conservadoras.
Iqbal dice que estaban amenazándolo a él y a su familia.
"Me dijeron que me iban a arrebatar el cadáver. Vinimos con escolta policial", dijo.
"Arrestamos a algunos de ellos y otros están siendo investigados", aclaró el jefe de la policía local Mujahid Hussain.

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