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jueves, 1 de mayo de 2014

Mundo, Breve reseña histórica del Primero de Mayo

Manifestación del 1 de mayo de 2013 en Madrid.
Manifestación del 1 de mayo de 2013 en Madrid. Alberto Di Lolli.
Hoy millones de trabajadores saldrán a la calle en una innumerable cantidad de países a lo largo y ancho del planeta, en una jornada reivindicativa y conmemorativa, que servirá en para volver a reclamar por los derechos perdidos a lo largo de los últimos años, por un igualdad social, que cada vez está más lejana de la idoneidad, por el derecho al trabajo, que en un gran cantidad de paises europeos y de otras latitudes con altísimos niveles de desempleos, superiores al 20% de la población activa, y que tiene a millones de personas situadas en peligrosos niveles de pobreza, es inexistente.
Mientras se destruye trabajo de calidad, se genera algo de empleo de bajo nivel, con salarios que no permiten sobrevivir a millones de personas y pésimas condiciones laborales.
Sin cohesión y justicia social no es posible que exista la democracia, pero eso es algo que tanto políticos, banqueros o empresarios, con la connivencia de los ciudadanos, por su falta de actitud y su silencio, así como por su indiferencia con las situaciones que se viven actualmente en el mundo, parecen no tener como una de las principales metas a conseguir en el futuro. Mientras millones de personas continúan sin hogar y sin trabajo, o con precarias condiciones laborales.
Aunque muchas personas saldrán hoy a las calles para manifestar su repulsa por la situación que viven, aunque muchas otras estarán disfrutando de este día feriado en diversos lugares, pocos son los que conocen los orígenes de esta conmemoración reivindicativa de los derechos de los trabajadores.
La celebración del Primero de Mayo, como jornada reivindicativa mundial por los derechos de los trabajadores y contra la explotación de los mismos, tiene su origen en los años 80 del siglo XIX.
Los obreros estadounidenses, en su mayoría, estaban afiliados a la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo o, en mayor número, a la Federación Estadounidense del Trabajo (American Federation of Labor), inicialmente socialista, que en 1884, durante su cuarto congreso, resolvía que desde el 1 de mayo de 1886 la duración legal de la jornada laboral, pasase a ser de ocho horas de trabajo. Y convocándose una huelga general si no se obtenía la reivindicación y recomendando a todas las uniones sindicales que tratasen de hacer leyes en este sentido en sus jurisdicciones.
El presidente Andrew Johnson había promulgado en junio de 1868 la Ley Ingersoll, que establecía la jornada de 8 horas para los empleados de las oficinas federales y para quienes trabajaban en obras públicas. Poco tiempo después diecinueve estados sancionaron leyes con jornadas máximas de ocho y diez horas (aunque siempre con cláusulas que permitían aumentarlas a entre 14 y 18 horas). Debido a la falta de cumplimiento de la Ley Ingersoll, las organizaciones laborales y sindicales de EE.UU. se movilizaron. La prensa calificaba el movimiento como "indignante e irrespetuoso", "delirio de lunáticos poco patriotas", y manifestó que era "lo mismo que pedir que se pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo".
Y llegó el 1 de Mayo, y una consigna uniforme para todo el movimiento sindical: ¡A partir de hoy, ningún obrero debe trabajar más de 8 horas por día. ¡8 horas de trabajo! ¡8 horas de reposo! ¡8 horas de recreación!. Simultáneamente se declararon 5.000 huelgas y más de 300.000 huelguistas dejaron las fábricas, para ganar las calles y desde ellas proclamar sus consignas.
En Chicago donde las condiciones de los trabajadores eran mucho peor que en otras ciudades del país las movilizaciones siguieron los días 2 y 3 de mayo. Este día se produjo unamanifestación frente a la fábrica McCormik, cuyos dueños habían contratado personas para romper una huelga que, en la misma, ya duraba semanas, y que se mantuvo trabajando en esos días de mayo. La policía irrumpió violentamente en el acto atacando, hombres, mujeres y niños allí presentes, dejando un saldo de 6 manifestantes muertos y varias decenas de heridos.
Aquel día el periodista alemán, Adolf Fischer, que vivía en Chicago desde 1883, y era redactor del periódico, pro obrero, Chicagoer Arbeiter-Zeitung, revoltado por los acontecimientos sucedidos pocos instantes antes, escribió más de 25.000 octavillas con el siguiente texto:
Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza! ¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria. Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo. Es la necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas!. Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden... ¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís! ¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!.
Esta proclama terminaba con una convocatoria de protesta para el día siguiente, 4 de mayo, a las cuatro de la tarde, en la plaza Haymarket. Se consiguió un permiso del alcalde Harrison para hacer un acto a las 19.30 en dicha plaza. Los hechos que allí sucedieron son conocidos como Revuelta de Haymarket.
El acto, en medio de una intensa tensión, se desarrollaba con normalidad, y después de varias horas y las intervenciones de diversos oradores, el público comenzaba a dispersarse en aquella lluviosa jornada, cuando la policía ordenó la disolución inmediata del acto, en aquellos momentos se inició un ligero tumulto que culminó con el lanzamiento de un artefacto explosivo hacia las filas de la policía, que al estallar provocó un muerto, en el acto, y varios heridos, cinco de ellos fallecerían durante los días posteriores. A partir de ese instante las fuerzas policiales iniciaron una acción represiva violenta e indiscriminada, disparando sus armas de fuego, aleatoriamente, contra la multitud que corría desesperada en busca de refugio. En esos hechos murieron, o fueron heridos, un número desconocido de obreros bajo el fuego de las fuerzas policiales. También se produjeron centenas de detenciones, incluidos los días posteriores, y numerosas personas fueron torturadas.
El 21 de junio de 1886, se inició la causa contra 31, supuestos, responsables, que terminaría finalmente en 8. Las irregularidades en juicio fueron muchas violándose todas las normas procesales de forma y de fondo, tanto que ha llegado a ser calificado de juicio farsa. Los juzgados fueron declarados culpables. Tres de ellos fueron condenados a prisión y cinco a la horca, entre ellos Adolf Fischer y August Spies, editor del Arbeiter-Zeitung, aunque nada pudiera probarse en su contra a lo largo del juicio, salvo su condición de activistas pro derechos de los trabajadores.
Foto mártires anarquistas chicago.
El 11 de noviembre de 1887, al mediodía, fueron ejecutados en la horca, Fischer, Spies, Albert Parsons y George Engel, conocidos como "Los mártires de Chicago" junto con Louis Lingg, quien se suicidó, el día anterior, en su propia celda para no ser ejecutado, y los tres condenados a penas de prisión, dos de ellos con condenas a cadena perpetua.
Relato de la ejecución por José Martí, corresponsal en Chicago del periódico argentino La Nación, de Buenos Aires:
"...salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: "la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora». Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable...".
Mas de medio millón de personas asistiría al cortejo fúnebre. En 1893 los tres condenados a prisión fueron puestos en libertad.
La Segunda Internacional, organización creada en 1889, declararon ese mismo año el Primero de Mayo como Día Internacional de los Trabajadores, en su reunión de París, celebrada del 14 al 19 de julio, en memoria de "Los Mártires de Chicago".
Manifestación multitudinaria en Argentina del 1º de Mayo de 1938 en apoyo de los obreros españoles en lucha contra el fascismo. Fotografía capturada del blog del profesor Daniel Alberto Chiarenza



                           
 El 1, y el 4 en algunas ciudades como Londres, que aprovecharon que era domingo, de mayo de 1890, cientos de miles de trabajadores tomaron las calles de las principales ciudades de Europa, y de otros pocos países alrededor del mundo, reivindicando la jornada laboral de 8 horas, y en memoria de Los mártires de Chicago.
En Estados Unidos, uno de los pocos países que no conmemora este día, en 1887, el presidente estadounidense Grover Cleveland estableció el Día del Trabajo en septiembre como feriado oficial en EE.UU., siguiendo la celebración de los Caballeros del Trabajo y para evitar que el 1° de mayo sirviera como glorificación de los "mártires de Chicago".
En ese país celebraban el 1° de mayo sindicalistas radicales, miembros del partido socialista de los trabajadores y del partido comunista, identificados como parte de la izquierda internacional, pero una parte del movimiento laboral no se identificaba con la izquierda, por lo que escogieron otro día. 

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