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domingo, 22 de diciembre de 2013

Armenia, Shavarsh Karapetyan: la historia de un campeón y héroe olvidado

Shavarsh Karapetyan, en su época de nadador activo (YOUTUBE).
Shavarsh Karapetyan, en su época de nadador activo
Gracias a un artículo publicado en un antiguo blog llamado "Blog de los deportistas olvidados", he conocido una historia que me ha parecido tan interesante que he querido compartirla con vosotros.
Shavarsh Karapetyan es un ex-nadador armenio, 17  veces campeón del mundo, 13 de Europa y 7 veces campeón de URSS. Por si fuera poco es poseedor de 11 récords mundiales. Sin embargo, no será recordado por sus medallas ni por sus récords. Estos logros le permitieron ser nombrado Maestro de Honor de Deportes de la Unión Soviética. Hasta que un día, su vida cambió para siempre. El destino esperaba algo más del campeón y, una mañana de verano de 1976, lo encaminó hacia la prueba más dura de su vida.
Nacido el 19 de mayo de 1953 en Kirovakan, República Soviética de Armenia, Shavarsh Karapetyan fue, probablemente, el mejor nadador con aletas de la historia. Bueno, primero habrá que explicar que existe una modalidad deportiva, no olímpica, que es la natación con aletas. Se trata de una disciplina muy popular en el Este de Europa y que viene a ser como la natación tradicional, pero con aletas o monoaleta, con tubo o sin él, y en distancias que oscilan entre los 50 metros y los 20 km.

Imagen del incidente
La historia de hoy es una de las más emotivas que he escrito en el blog, decía el autor original del relato, al escribir la historia de Shavarsh.
"Es sobre un superatleta que, además de brillar en su deporte, demostró ser un auténtico héroe, pero un héroe de los de verdad, con mayúsculas. Es la historia de Shavarsh Karapetyan".

Era el 16 de septiembre de 1976. Ese día, entrenando con su hermano Kamo, también nadador con aletas, corriendo al lado del Lago Ereván, situado en la ciudad del mismo nombre y capital de Armenia, Karapetyan acababa de terminar su habitual distancia de 20 kilómetros (12 millas) cuando escuchó el sonido de un choque y vio el hundimiento de un trolebús que había salido de control y caído desde la pared de la presa. Por algún motivo, había perdido el control y se había caído al agua, en la que se hundía con 92 personas a bordo.
Sin pensárselo dos veces, Karapetyan se lanzó a las contaminadísimas aguas del lago. Cuando llegó, el trolebús ya se había depositado en el fondo, a unos 10 metros de profundidad. Muchos de los ocupantes estaban inconscientes a causa del impacto (luego se supo que el conductor había sufrido un infarto). Karapetyan tomó aire y se sumergió. En su contra tenía varias cosas: la temperatura del agua era bajísima. Además, al depositarse en el fondo del lago el trolebús, se había levantado una espesa capa de limos del fondo y la visibilidad era totalmente nula. Así, a ciegas, Karapetyan dio con el techo del vehículo, se asió con sus brazos y con las piernas rompió una de las lunas. Tenía que sacar como fuera a los ocupantes.
Shavarsh Karapetyan, en una imagen reciente (WIKIPEDIA)
Shavarsh Karapetyan, en una imagen reciente (WIKIPEDIA)
Fueron los 15 ó 20 minutos más largos de su vida. Realizó unas 10 inmersiones y rescató a unas 30 personas, de las cuales 20 pudieron sobrevivir. Pasaron unos 30 a 35 segundos por cada persona que consiguió rescatar
En la novena inmersión, los testigos del accidente pudieron ver que tenía el cuerpo completamente cubierto de cristales clavados. Tras sacar su trigésimo cuerpo del agua, Shavarsh Karapetyan se quedó inconsciente por un período de 45 minutos.
Fue llevado al hospital y el diagnóstico era grave: hipotermia, neumonía bilateral y septicemia grave, provocada por el envenenamiento de su sangre debido al agua contaminada. Karapetyan pasó 46 días en coma, debatiéndose entre la vida y la muerte. Finalmente se despertó, pero su acción tuvo consecuencias: Sus pulmones quedaron tan dañados que jamás podría volver a nadar.
Aquella mañana, Shavarsh, consciente tanto de todo lo que tenía que perder como de que él era el único capaz de realizar tal hazaña, no dudó un instante antes de actuar. Ese instante que rara vez se presenta en la vida de un hombre configuró su propio destino, apartándolo del esplendor deportivo para elevarlo a su vez a la cumbre en la que sólo unos pocos pueden ser llamados héroes.
Aún así, su proeza fue silenciada por el régimen ruso con el fin de camuflar la deficiente actuación de los servicios de emergencia que, según se supo años después, llegaron al lugar del accidente con bombonas de oxígeno en tan mal estado que no pudieron ser utilizadas en las labores de rescate. Ante semejante espectáculo, las autoridades decidieron ocultar, en la medida de lo posible, lo sucedido. El material fotográfico se archivó, pidieron a los protagonistas de la historia que guardaran silencio y Shavarsh no recibió los honores merecidos.
Aunque fue condecorado, su hazaña no se hizo pública hasta seis años después, cuando un diario moscovita publicó su historia y sólo entonces las personas a las que rescató conocieron la identidad de su héroe. A los pocos días de la publicación del artículo, Shavarsh Karapetyan recibió más de 60.000 cartas de admiración y agradecimiento.
Pero por si fuera poco, años después, el 19 de febrero de 1985, un centro comercial de Yerevan se incendió y Karapetyan, que andaba por ahí cerca, no dudó en introducirse para de nuevo, salvar un buen número de vidas. Sufrió graves quemaduras que le tuvieron también varios días en el hospital.
La vida siguió para Karapetyan, que en 1993, con la Unión Soviética desmoronada, emigró a Rusia, sin dinero, para empezar de nuevo. Montó un negocio de reparación de calzado (la industria zapatera armenia tiene fama) en Moscú y lo bautizó con un significativo nombre: “Segundo aliento”. Ahora reside en la capital rusa y siempre recibe con una sonrisa al que quiera saludarle y comentar con él sus experiencias. Años después de su hazaña, Shavarsh Karapetyan todavía sigue atormentado con un hecho: "Sabía que podía hacer pocas inmersiones. Mi mayor miedo era cometer un error. Estaba tan oscuro ahí abajo que no podía ver nada. En una de las inmersiones, agarré un asiento en vez de a un pasajero. Podía haber salvado a una persona más en su lugar. Ese asiento todavía me obsesiona y me quita el sueño".
Un asteroide del cinturón principal, una región del Sistema Solar comprendida aproximadamente entre las órbitas de Marte y Júpiter, descubierto por Nikolái Chernyj, fue nombrado en su homenaje (3027) Shavarsh.

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