Ascensión Mendieta, hija de fusilado, sujeta el cartel con la foto de sus padres que lleva a todas las manifestaciones por la memoria histórica. / ULY MARTÍN |
Ascensión Mendieta Ibarra cumplió 88 años en un avión a Buenos Aires el pasado 29 de noviembre. Ha tenido que hacer un viaje muy largo, de 10.000 kilómetros, para pedirle a la justicia de un país en el que no conoce a nadie ayuda para recuperar los restos de su padre, enterrado mucho más cerca de su casa de Madrid: en una fosa común con otros 17 hombres en Guadalajara. "Estoy muy contenta. He vuelto con mucha ilusión. Ahora, si me muero, que me tocará pronto, ya sé que he hecho todo lo que he podido por recuperar los restos de mi padre. Le he dicho a la juez que quiero llevarme a la tumba por lo menos un hueso suyo. Puedo morirme tranquila", explicaba al diario El País, recién llegada de Buenos Aires, el pasado 8 de diciembre.
El padre de Ascensión Mendieta, Timoteo fue asesinado tras un simulacro de juicio el 16/11/1939, es uno de los 822 republicanos que fueron pasados por las armas en el cementerio de Guadalajara entre 1939 y 1944. Fue enterrado en una fosa común junto a 17 compañeros. Timoteo era presidente de la UGT de Sacedón, y siempre luchó por la justicia social y por mejorar las duras condiciones de los trabajadores y jornaleros del pueblo.
Por ello, cuando comenzó la guerra, los caciques fueron contra él y otros miembros del sindicato. Durante la guerra fue concejal, y junto a ser el presidente de la Casa del Pueblo de UGT, le hizo estar condenado previamente, y solo se celebró un “simulacro de juicio”, sin pruebas, sin garantías, sin defensa y sin justicia.
Fue condenado a muerte, y al poco tiempo, María, la esposa recibió un telegrama de su hermana desde Guadalajara diciéndole que se habían enterado de que ya era el día y le iban a fusilar, pero cuando María llegó a Guadalajara era demasiado tarde, ni siquiera pudieron hacerse cargo del cadáver, fue enterrado en una fosa común. Aún no han podido recuperar a su padre, ni a los otros 17 compañeros, pero continúan peleando para lograrlo.
A su llegada a Argentina Ascensión declaró: "Estoy aquí para ver si podemos sacar los restos de mi padre, al que ejecutaron con 37 años y siete hijos", cuenta con voz firme y ojos brillantes. Timoteo, su padre, era presidente de la UGT en el municipio de Sacedón. "Cuando avisaron a mi madre, ya lo habían enterrado en una fosa común junto a otros 17", cuenta.
Junto con sus tres hijos, y sin pertenecer a ninguna organización, buscó amparo en la Justicia argentina. En una carta al diario digital Público, los hijos quisieron resaltar que no los guiaba ningún afán de revancha. "Lo que pedimos y reclamamos es libertad y justicia para las personas enterradas en fosas comunes, cunetas, cementerios u otros lugares a lo largo de la geografía de España, y que fueron victimas de la represión franquista, por el hecho de defender un sistema legítimo y democrático", aclararon Pilar y Francisco Vargas Mendieta.
Ascensión tenía 13 años y el más pequeño de sus hermanos aún no había cumplido uno, cuando su padre fue fusilado.
Al hablar de su padre, recuerda las trabas que han puesto el PSOE, primero, y el PP, después, desde que Argentina comenzara a pedir explicaciones a España sobre el franquismo.
"(Ascensión comenta respecto a su madre) La Guardia Civil la detuvo dos veces después de que mataran a mi padre", recuerda Ascensión. "La segunda tuvo que pagar una multa de 3.000 pesetas para salir de la cárcel". Para sacar a sus siete hijos adelante, María Ibarra había vendido la pequeña mula que tenían y se había dedicado al estraperlo, cambiando loza por judías. "La multa de 3.000 pesetas la pagó vendiendo a sus hermanos unas tierras que le pertenencían por herencia", relata Chon Vargas, hija de Ascensión, a la que acompañó a Buenos Aires, para El País.
De todo esto estuvo hablando Ascensión Mendieta durante dos horas en un juzgado argentino mientras una secretaria judicial tomaba nota. "Me da pena que esto no haya podido ser en España. Es una vergüenza que no nos hayan hecho caso. A las víctimas de ETA les hacen homenajes, y a estos pobres, como mi padre, que han dado su vida por la libertad y la democracia no les han hecho nada. Y encima tenemos que escuchar a uno del PP, Rafael Hernando, diciendo que hacemos esto por dinero. Eso me indignó. ¡Todo lo estamos pagando por nuestra cuenta!".
Ascensión también quiso hablarle a la juez de su hermana Paz, fallecida el año pasado. Juntas acudieron a muchas manifestaciones a favor de la recuperación de la memoria histórica con un cartel con la fotografía de sus padres. "Ella se ha muerto sin haber podido ver un hueso de padre. Pero yo voy a intentar conseguirlo por ella", explica.
José Luis Galán, hijo y sobrino de víctimas del franquismo, que exige justicia para su padre, Víctor Galán, quien
fue obligado a realizar trabajos forzados en la localidad asturiana de
Lugo de Llanera para construir un aeródromo a principios de los años 40,
y para su tío, Tiburcio, ejecutado en el cementerio de Guadalajara, declaraba para la agencia Efe frente al Juzgado Criminal y Correccional Federal
Número 1 de Buenos Aires, a cargo de María Servini de Cubría, "Que tengamos que volar 10.500 kilómetros hasta Argentina para contar
nuestros casos dice muchas cosas de España, de que los ciudadanos
desconocen muchas cosas porque nadie se las ha contado, se han escondido
debajo de la alfombra, como si no hubieran ocurrido".
Miembros de la Coordinadora Estatal en Apoyo a la Querella Argentina contra los Crímenes del Franquismo. |
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