Rosas blancas con los rostros de las víctimas de Newtown. / Jessica Hill (AP) |
Nicole Hockley, una de las madres de las víctimas de la matanza en la escuela primaria de Sandy Hook, en Newtown, Connecticut, describe a la BBC lo que siente un año después de la tragedia en la que perdió a su hijo Dylan, "Ha sido el año más largo y más corto de mi vida a la vez. Ahora mismo trato de no mirar las decoraciones de Navidad porque, para ser sinceros, no quiero que sea diciembre".
Dylan era uno de los 20 niños de entre 6 y 7 años que fallecieron junto a seis adultos cuando Adam Lanza entró armado en su escuela, disparó indiscriminadamente y tiñó de luto la tranquila ciudad de Newtown a escasos días de Navidad.
Tras realizar 150 disparos en apenas cinco minutos con un fusil de asalto semiautomático, Adam Lanza se suicidó cuando llegó la policía, aunque tenía abundante munición y estaba en posesión de otras dos armas (dos pistolas semiautomáticas).
Desde la muerte de su hijo, Hockley se ha puesto como misión trabajar para evitar que algo así vuelva a suceder. Dice que quiere asegurarse que la matanza es "un punto de inflexión" para que algo cambie y que otros padres no tengan que sentirse como su marido y ella.
La dimensión de la tragedia conmovió a Estados Unidos como nunca antes lo había hecho ninguna otra masacre similar, la misma se consideró un punto de inflexión para cambiar de una vez por todas la cultura de la violencia en ese país y lograr un control más restrictivo del uso de armas. El propio presidente Barack Obama hizo del control de armas su cruzada particular. Hoy, sin embargo, en EE UU es más fácil acceder y llevar un arma de fuego que entonces.
En un intento de no reabrir esa pesadilla, las autoridades no van a convocar ningún acto en recuerdo de las víctimas, y también han pedido expresamente a la prensa, especialmente a las cadenas de televisión, que no aparezcan este sábado en esa pequeña ciudad del estado de Connecticut, al nordeste de Nueva York.
De hecho, el ayuntamiento ha solicitado a empresas, particulares e iglesias que no permitan que los vehículos de las cadenas de televisión estacionen en terrenos de su propiedad, y varias cadenas norteamericanas (al menos NBC, ABC y CNN) han anunciado ya que no piensan emitir desde esa población.
Pero lo que las familias de las víctimas de la escuela Sandy Hook han vivido en los últimos 365 días es un drama mucho más común de que pueda parecer. Cada año cientos de familias tienen que pasar por algo parecido: niños que mueren por armas de fuego.
Apenas un día antes del aniversario de Sandy Hook, Estados Unidos vivió un recordatorio del problema de las armas que sacude sus entrañas, cuando en la escuela secundaria de Arapahoe, al sur de Denver, un alumno que supuestamente buscaba venganza contra un maestro abrió fuego indiscriminado contra otros estudiantes. Dejó dos heridos, uno grave, y luego se suicidó: un caso de los varios que recientemente han involucrado a menores y armas de fuego en territorio estadounidense.
Los hechos sucedía a sólo 25 kilómetros del lugar de la matanza de 2012 en el cine de Aurora, que dejó 14 muertos, y a 20 de la ocurrida en la escuela de Columbine en 1999, en la que murieron 15 personas, ambos a la afueras de Denver (Colorado).
La tragedia de la muerte de niños por armas de fuego es tan grave que, según conclusiones de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés), es la segunda causa de mortandad infantil en el país.
En enero de este año, apenas un mes después de la matanza de Newton, Trinity Ross, de Kansas City, perdió la vida a los cuatro años por un disparo en la frente cuando su hermano de seis encontró el arma de su padre en el salón de la casa, metió los dedos en el gatillo y disparó contra ella.
Tres meses despúes, Gracie Morin, una niña también de cuatro años de Brownwood, Texas, murió cuando un miembro de su familia estaba limpiando un arma que aparentemente se disparó por accidente.
Y hace menos de un mes Aaron Wu, de 10 años, falleció en Miami, Florida, cuando un grupo de hombres armados entró en el salón de belleza de sus padres a robar. Estos son solo unos ejemplos de los que se padecen, diariamente, en el país.
La lista de niños fallecidos por el impacto de bala en Estados Unidos es larga y podría considerarse un drama silencioso del que no se suele oír hablar en Estados Unidos. Según la AAP, siete niños mueren al día por impactos de bala.
Ninguna de esas muertes ha tenido una cobertura mediática tan amplia como la tragedia de Sandy Hook, un drama por el que el propio presidente Barack Obama, usualmente más comedido, lloró en público.
Pero la revista estadounidense de tendencia liberal Mother Jones, que se ha dedicado a recopilar todas las noticias de muertes de menores de 12 años que perdieron la vida por armas en Estados Unidos desde el tiroteo de Newtown, ha contado al menos 194 casos.
La mayoría de los niños -103- fallecieron en homicidios, mientras que 84 murieron en accidentes. Además, 127 de ellos, más del 65%- perdieron la vida en sus propias casas, mientras que decenas de ellos más lo hicieron en casas de familiares o amigos, indica la BBC.
Un informe divulgado recientemente por dos médicos de Boston que analizaron las bases de datos de 36 millones de ingresos pediátricos en los hospitales del país sitúa la cifra anual de niños muertos por heridas de bala al año en 500, lo que supone un aumento de un 60% en la última década.
Según uno de los autores del informe, el cirujano Arin Madenci, los estados con mayores porcentajes de tenencia de armas por hogar tienden a tener "mayores proporciones de niños heridos por balas".
Por eso, la APP ha pedido leyes más estrictas para la venta y la tenencia de armas.
Y al igual que la mayoría de esas balas que se disparan entre las cuatro paredes de un hogar, muchas veces el drama se vive de puertas adentro.
Las familias de los niños supervivientes de los tiroteos en las clases han adelantado que no harán declaraciones, mientras que otros habitantes han señalado estos últimos días que no quieren que les asalten cámaras y micrófonos.
"Deseamos fervientemente que las muchas personas que tienen buenos deseos hacia nosotros, y los medios de comunicación, nos dejen este momento para estar solos y tranquilos", ha escrito la alcaldesa, Patricia Llodra, en su blog.
La Fundación Newtown, dedicada al combate de la violencia de las armas y creada después del tiroteo en la escuela Sandy Hook, organizó una vigilia el pasado jueves en la Catedral Nacional de Washington, donde varios oradores llamaron a la acción legislativa.
El líder del Senado, Harry Reid, lamentó por su parte que en el aniversario de la tragedia todavía no se haya conseguido aprobar una legislación para prohibir las armas de asalto y limitar el número de balas en los cartuchos.
"Cuando más de 30 mil estadounidenses son asesinados con armas de fuego cada año, es una pena que el Senado no pueda aprobar un proyecto de ley que reduzca la violencia con armas de fuego y que proteja a nuestros ciudadanos más vulnerables, nuestros hijos", apuntó en un comunicado.
"¿De verdad vamos a ser capaces de decir que no podemos hacer nada después de asistir a esta carnicería, que los entresijos de la política son muy complicados?", se preguntó Obama en el discurso que ofreció en Newtown dos días después del tiroteo.
Con las encuestas de su parte, el presidente impulsó una ambiciosa campaña para lograr una legislación que restringiera el acceso a las armas y exigiera la supervisión de antecedentes penales y mentales en todas las ventas de munición y armas. Una propuesta bipartita al respecto, sin embargo, murió en el Senado gracias al apoyo de varios senadores demócratas de Estados tradicionalmente permisivos con uso de armas de fuegos, temerosos de perder sus escaños en las elecciones de 2014.
De acuerdo con el Centro Legal para Prevenir la Violencia Armada, 18 estados respaldaron leyes que ampliaban la permisividad en la posesión y tenencia de armas, 11 las restringieron y 10 votaron a favor de una combinación más equilibrada.
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