Por primera vez la revista británica The Economist incluyó entre sus listas de "lo mejor del año" a un país. Y el elegido fue un latinoamericano: Uruguay.
Al explicar su elección, The Economist
dijo que se basó en las "reformas pioneras que no sólo mejorarían a una
nación en particular sino, en caso de ser emuladas, podrían beneficiar a
todo el mundo" realizadas el último tiempo por Uruguay.Entre las reformas mencionadas está el matrimonio homosexual que "es una de esas políticas de cruce de fronteras" y "aumentan la felicidad humana, sin costo financiero", según la publicación británica.
Otra de las iniciativas destacadas fue la regulación que legaliza la producción, venta y consumo de marihuana ya que "permite que las autoridades se concentren en los delitos más graves, algo que ningún otro país ha hecho. Si otros países siguieran su ejemplo (…) los daños que tales drogas causan en el mundo se reducirían drásticamente".
La revista basó su elección en estos criterios por sobre otros que calificó como "engañosos", tales como el desempeño económico, la evaluación gubernamental o de la gente de un país.
The Economist también elogió al presidente uruguayo, José Mujica, calificándolo como "admirablemente humilde".
Según la revista, Mujica cuenta con una "franqueza inusual para un político".
"Vive en una humilde casa de campo, conduce él mismo para ir a trabajar en un Volkswagen Escarabajo y vuela en clase turista. Modesto pero audaz, liberal y amante de la diversión, Uruguay es el país del año", comenta The Economist.
Su imagen no encaja necesariamente con la de un jefe de Estado del siglo XXI. No usa Twitter ni correo electrónico y en su tiempo libre se dedica a cultivar flores y hortalizas.
Dona casi 90% de su sueldo para caridad y según su última declaración de bienes tiene con Lucía Topolansky, su esposa y senadora, un patrimonio de unos US$ 200 mil: la chacra, dos viejos autos Volkswagen "escarabajo" y tres tractores.
Es un estilo de vida que no ha pasado desapercibido en la prensa internacional y las redes sociales, que lo han llamado el "presidente más pobre del mundo". También ha dado la vuelta al mundo por promover un proyecto de ley que permitiría al Estado uruguayo producir y vender marihuana.
"No soy el presidente pobre; pobres son los que quieren más", asegura Mujica.
La revista concluye su artículo sobre Uruguay, país del año, con un "¡Felicitaciones!" en castellano.
Mujica, a quien muchos uruguayos llaman simplemente "Pepe", está lejos de ser un outsider de la política, una actividad de la que asegura saldrá "con las patas para adelante", lo que significa que piensa practicarla mientras viva.
Nació hace 78 años y de joven militó en el Partido Nacional (PN, opositor a su gobierno). En los años 60 fue fundador del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), una guerrilla urbana de izquierda que practicó asaltos, secuestros y ejecuciones influida por la revolución cubana y el marxismo.
Fue herido de bala y detenido en varias ocasiones. En 1971 escapó de la cárcel junto a más de un centenar de militantes, en una de las mayores fugas carcelarias en la historia de Uruguay. Fue recapturado, escapó y cayó preso otra vez.
En total pasó 14 años encarcelado.
Tras el golpe de Estado de 1973, integró un grupo de "nueve rehenes" tupamaros que el régimen militar tuvo en condiciones infrahumanas de tortura y aislamiento, encerrado un tiempo en un aljibe.
"Esos años de soledad fueron probablemente los que más me enseñaron. Estuve siete años sin leer un libro", recuerda. "Tuve que repensarlo todo y aprender a galopar hacia adentro por momentos, para no volverme loco", comenta el presidente de Uruguay para la BBC.
ecuperó la libertad con una amnistía en 1985 y una década después fue electo diputado, luego senador y en 2005 fue ministro de Ganadería y Agricultura del primer gobierno de la coalición de izquierda Frente Amplio.
Ganó la segunda vuelta de las presidenciales de noviembre de 2009 con 53% de votos.
Pero siguió viviendo en la casa que habitaba con su mujer, donde a la entrada hay un cuarto de estar lleno de fotos y recuerdos, y detrás una cocina donde Mujica lava a mano unos vasos para servir un trago a las visitas.
"Para vivir preciso dos o tres piecitas, una cocina, lo elemental (que) yo con mi compañera lo arreglamos en un momentito", dice.
Mujica afirma que la austeridad es parte de una "lucha por la libertad".
"Si tengo pocas cosas, necesito poco para sostenerlas", razona. "Por lo tanto, mi tiempo de trabajo que dedico es el mínimo. ¿Y para qué me queda tiempo? Para gastarlo en las cosas que a mí me gustan. En ese momento creo que soy libre".
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