Esta isla del archipiélago de las Pelagias es uno de los principales puntos de entrada para los inmigrantes indocumentados procedentes de África, Oriente Medio y Asia que buscan ingresar al espacio Schengen de la Unión Europea. Los inmigrantes proceden de las más diversas nacionalidades: desde países africanos como Eritrea, Congo, Somalia, Mali o Etiopía, hasta países árabes y del Magreb como Túnez, Libia o Egipto.
Lampedusa fue el primer destino fuera de Roma de Jorge Bergoglio después de haber asumido como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica.
Hablar de Lampedusa es hablar de la tragedia de miles de inmigrantes, que al intentar huir de la pobreza de diversos países africanos en busca de un mundo de nuevas oportunidades, se dejan la vida en busca de un sueño nunca alcanzado.
El aeropuerto de Lampedusa convertido en improvisada morgue. Reuters |
En una homilía el pasado 8 de julio, el papa Francisco se refirió a "esas barcas que, en lugar de haber sido una vía de esperanza, han sido una vía de muerte".
El Papa pidió que este tipo de tragedias no se repitan, pero ayer jueves un barco que provenía del norte de África se incendió y hundió aproximadamente a un kilómetro de la costa, dejando en el mar decenas de esperanzas desvanecidas y la imagen del horror en la retina de los supervivientes.
Como titulaba el periódico italiano La Repubblica, tras la tragedia Lampedusa, esa joya de lindas playas y veranos concurridos despertó "convertida en cementerio de inmigrantes".
El barco provenía de Libia pero muchos de los inmigrantes a bordo eran originarios de Eritrea, según la portavoz de la Agencia para los Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR) en Roma, Laurens Jolles.
Por su parte, la agencia Reuters cita al ministro de Transporte, Maurizio Lupi, señalando que "la inmensa tragedia de Lampedusa es insoportable para cualquier ser humano".
La alcaldesa de la isla, Giusi Nicolini, quien describió lo sucedido como un "horror continuo", ha confirmado que ya se han recuperado cerca de dos centenares de cadáveres, entre ellos cuatro niños de corta edad -en la barcaza viajaban unos 30 menores- y una mujer embarazada, pero nadie duda que la cifra de muertos debe ser mayor "pues el mar está lleno de cadáveres".
Y la presidenta de la Cámara de los Diputados, Laura Boldrini, quiso recordar que "los motivos que mueven a estas personas son siempre los mismos: guerras, persecuciones, violaciones de los derechos humanos". Boldrini, que anteriormente fue portavoz de ACNUR en Italia, denunció la falta de medidas ante estas situaciones: "Lo más sorprendente es el hecho de que desde hace años somos testigos de tragedias idénticas, nos conmueven, pronunciamos palabras de sincera emoción, pero sin encontrar soluciones", dijo.
El Gobierno ha decretado un día de luto nacional y todas las autoridades italianas, desde el presidente de la República, han levantado la voz para que Europa les ayude a frenar una tragedia que, desde el primer año de la última década del siglo XX, ha dejado en las playas de la isla siciliana más de 8.000 cadáveres, de ellos 2.700 durante 2011, coincidiendo con el conflicto libio. Pero de todas las palabras pronunciadas, las que tal vez mejor definan la tragedia continua de los fugitivos de África, la rabia ante un desastre conocido y jamás combatido en serio, sean las que, en medio de un discurso escrito, improvisó este jueves el papa Francisco "se me viene la palabra vergüenza. Es una vergüenza", o las que, harta de tanta muerte, dirigió la alcaldesa de Lampedusa, Giusi Nicolini, al primer ministro Enrico Letta: "El mar está lleno de muertos. Venga aquí a mirar el horror a la cara. Venga a contar los muertos conmigo".
Desde su elección en mayo de 2012, la alcaldesa ha conducido siempre su batalla para que todo el mundo conozca el drama que se vive en Lampedusa y el pasado febrero escribió una carta a la Unión Europea en la que pedía ayuda bajo el título: "¿Cuán grande tiene que ser el cementerio de mi isla?".
En el único cementerio de la isla en Cala Pisana ya hay decenas de tumbas de inmigrantes, sin nombre, ni nacionalidad, y el ayuntamiento sólo ha colocado una simple foto del mar en el que perdieron la vida y en la que está escrita su supuesta edad, si eran hombres, mujeres o niños, su origen africano y la fecha en la que su cuerpo fue encontrado.
Tras la tragedia, la situación también empieza a ser dramática en el centro de acogida de inmigrantes de la isla, en el que actualmente se alojan 1.350 personas a pesar de que tiene una capacidad para unas 700.
"Hablando de paz, hablando de la inhumana crisis económica mundial, que es un síntoma grave de la falta de respeto por el hombre, no puedo no recordar con gran dolor las numerosas víctimas del ulterior trágico naufragio ocurrido este jueves (por ayer) en Lampedusa, es una vergüenza", dijo ayer el Pontífice durante un encuentro con los participantes del Congreso Internacional con motivo del 50 aniversario de la encíclica Pacem in terris de Juan XXIII.
La falta de solidaridad de unos pesqueros que pasaron por la zona, donde estaba el barco incendiado y parcialmente hundido que transportaba a los inmigrantes, puede haber sido fundamental para el elevado número de víctimas.
"(...) De este modo, han terminado todos en el agua y al parecer algunos pesqueros han pasado y han seguido su camino sin ayudarles", ha señalado la alcaldesa de Lampedusa, subrayando que "si esto es cierto, habrá que aclararlo".
Sin embargo, otros pescadores han defendido su actuación, pues afirman que, nada más ver las llamas en el barco, se dirigieron inmediatamente hacia él. "Hemos rescatado a 18 supervivientes y a dos muertos antes de que llegase la lancha de salvamento".
Ya no hay más tierra en Lampedusa para lápidas sin nombre, ha venido a decir la alcaldesa de la localidad en una petición desesperada de ayuda internacional para resolver este grave problema.
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