Captura de la web peruana El Comercio. |
Son cifras oficiales, según una estimación del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), y corresponden a 2012. Además se produjeron 25.583 homicidios.
Durante más de siete meses el empresario Eduardo García Valseca vivió dentro de una caja de madera donde lo confinaron sus secuestradores. En ese pequeño espacio sólo podía permanecer de pie o acostado, con la vigilancia permanente de cámaras de televisión y sensores de movimiento.
Era como un armario construido a su medida para mantenerlo oculto. Día y noche escuchaba la misma canción y su baño era una cubeta. La comida: cabezas y vísceras de pollo con algunos vegetales."Me dispararon en el muslo y el brazo izquierdo, me rompieron tres costillas a patadas. Durante un mes me inyectaron sangre contaminada y coagulada, hincharon mis venas porque estaba desnutrido y me provocaron una infección", le cuenta Eduardo a BBC Mundo.
Isabel Roberts daba clases de francés en la capital mexicana cuando sufrió un secuestro exprés que le vació las tarjetas de madrugada, en el breve tiempo que dura un recorrido nocturno de cajero en cajero por el Distrito Federal. Humillada y con el pánico aún encima llegó a su casa, se lavó la cara y se acercó a la comisaría más próxima para hacer la denuncia, donde tuvo que declarar ante un desganado funcionario hasta que el día empezó a clarear. Pocos meses después terminó regresando a Francia sin saber nunca si su caso había salido tan siquiera de la montaña de expedientes que se acumulaban en aquel viejo escritorio.
Isabel Miranda de Wallace, presidenta de la organización Alto Secuestro, calculaba que se estaban produciendo unos 10.000 secuestros al año. El número producía arqueos de cejas en funcionarios que lo consideraban una exageración. "Me quedé corta", dice ahora en declaraciones a El País. A su juicio no están funcionando las políticas en materia de seguridad en general, ni con el presidente Felipe Calderón -que gobernó durante los 11 primeros meses de 2012- ni con su sustituto Enrique Peña Nieto. "No hay un zar antisecuestros que tenga una estrategia. Las unidades especializadas son un desastre, la policía está corrompida, el poder judicial no colabora. El mensaje que se manda es de impunidad", añade para el mencionado periódico.
En los cinco primeros meses de 2013, se han registrado unas 640 denuncias de secuestro, ligeramente inferior a las cifras del año pasado.
El informe, que detalla por primera vez el número de secuestros, relata en cambio que se produjeron 4.007 desapariciones forzadas, lo que también se conoce como “levantones”, que consiste en llevarse a alguien por la fuerza para darle muerte o hacerlo desaparecer.
"Es espeluznante, nadie se lo pudo haber imaginado (...) nadie pudo imaginar una situación de esa gravedad", reconoce a BBC Mundo el activista antisecuestro Eduardo Gallo.
Desde hace un par de años organizaciones civiles han denunciado que aumentó el número de secuestros, e incluso el Observatorio Nacional Ciudadano aseguró que la situación en torno a este delito se encuentra en el peor año desde 1997.
El 62% de los encuestados cree que es una pérdida de tiempo hacer una denuncia o desconfía de los funcionarios. Y es que 7 de cada 10 mexicanos consideran que el país es inseguro y para más de la mitad de la población, la inseguridad es su mayor preocupación, seguida del desempleo y la pobreza.
Los datos sobre el secuestro del Inegi forman parte de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2013, que por primera vez estimó la incidencia de delitos graves en la población.
La encuesta se realizó de enero a diciembre de 2012 en 95.810 viviendas, con preguntas sólo a ciudadanos mayores de 18 años.
Más grave aún fue conocer los datos del Consejo para la Ley y los Derechos Humanos, que señala que en el 75% de los casos de secuestros en México participan policías o militares, que cumplen funciones como filtrar información de las víctimas, ofrecer protección a los secuestradores o participar de forma activa. Toda esta inseguridad tiene un costo para la población que supone el 1,3 del PIB. En algunos estados, la percepción ciudadana de inseguridad es mayor, como en el Estado de México, donde 90% de los habitantes considera que la región no es segura.
"No puede pensarse que puede haber 105.000 secuestros en el país, sin que estén amafiadas muchas policías en los estados donde ocurren", advierte el activista Gallo. "Hay corporaciones putrefactas y no se ha hecho lo que debía hacerse. El trabajo del gobierno pasado está en dudosa credibilidad".
Desde hace décadas muchas de las bandas de secuestradores han sido formadas por expolicías o cuentan con el apoyo de agentes en activo.
Por ejemplo Daniel Arizmendi, quien en la década de los años 90 cortaba las orejas de sus víctimas para exigir rescates, fue policía en el estado de Morelos igual que su maestro, Andrés Caletri, según indica BBC Mundo.
En el 32,4 % de los hogares mexicanos hubo al menos una víctima del delito en 2012, esto es, en 10,1 millones de hogares, por encima del 30,4 % reportado en 2011,señala el informe.
Los números del instituto, basados en la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de la Seguridad Pública (EN-VIPE) realizada en 95.000 hogares, no incluyen los secuestros exprés –la modalidad de tener a alguien retenido hasta que desplumen sus tarjetas de crédito-, ni el rapto de miles de inmigrantes centroamericanos que cruzan México para alcanzar Estados Unidos, un tema que ha alarmado a la ONU y a diversas organizaciones de derechos humanos a nivel nacional e internacional, según informa el diario El País.
En el vídeo, situado al inicio de esta entrada, y que fue subido a Youtube, se ve a unos hombres corpulentos tratando de meter a otro en el interior de una camioneta roja. El hecho se produce a plena luz del día en la Ciudad de México y ante la mirada de transeúntes y otros conductores, frente a un Mcdonald's. El hombre se resiste y en escena aparecen unos agentes de policía motorizados que, en vez de ayudar a la víctima, colaboran a introducirlo en el vehículo.
Después se supo que el secuestrado era un ciudadano colombiano. Desde entonces no se ha vuelto a saber nada de él, según el corresponsal, en México, del periódico El País.
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