Tijuana está de luto tras la muerte de la Madre
Antonia.
Ni todas las grandes vidas consiguen una gran repercusión mediática, este es el caso de la madre Antonia, una persona que dedicó gran parte de su vida a intentar ayudar a la población penitenciaria de diferentes entidades, pero sobre todo en el Penal de La Mesa, en la ciudad mexicana de Tijuana.
Antonia Brenner, fue una monja estadounidense que creció en Beverly Hills y abandonó una vida de lujos para vivir en una notoria prisión en México.
La religiosa, a quien se conocía como "el ángel
de la cárcel", falleció el pasado jueves, 17 de octubre, a los 86 años en el convento de
las Siervas Eudistas de la Undécima Hora de Tijuana, que ella misma
había fundado en 1998.Ni todas las grandes vidas consiguen una gran repercusión mediática, este es el caso de la madre Antonia, una persona que dedicó gran parte de su vida a intentar ayudar a la población penitenciaria de diferentes entidades, pero sobre todo en el Penal de La Mesa, en la ciudad mexicana de Tijuana.
Antonia Brenner, fue una monja estadounidense que creció en Beverly Hills y abandonó una vida de lujos para vivir en una notoria prisión en México.
La madre Antonia había estado enferma por un tiempo, con una afección en el corazón y un problema neuromuscular conocido como miastenia gravis.
"La Madre Antonia es un ícono en Tijuana por todos los años que ha dedicado a trabajar en favor de los desprotegidos y en especial de los presos de la penitenciaría de La Mesa y de sus familias", le explicó a BBC Mundo Laura Durán Zapata, reportera del diario tijuanense Frontera.
"No sólo conseguía recursos para pagar las fianzas de los presos sino que también les daba comida, vestido y otros enseres que los reos necesitaban en el interior de la cárcel".
"Siempre fue una mujer muy dispuesta a escuchar, tanto al que había entrado en prisión por un robo menor como el que había sido condenado por una asesinato. Nunca juzgaba y siempre estaba dispuesta a tender la mano. Eso generó un enorme cariño hacia ella, tanto dentro como fuera de la penitenciaría", señala Durán.
Mary Clarke Brenner, nombre original de la madre Antonia, nació en Los Ángeles el 1 de diciembre de 1926 en el seno de una familia acomodada de origen irlandés.
Su padre hizo una fortuna vendiendo suministros de oficina a contratistas de defensa durante la Segunda Guerra Mundial. Su familia vivía en Beverly Hills y tenía una casa de verano con 11 recámaras y vista al mar en Laguna Beach, al sur de Los Angeles, y, según dice el diario Los Angeles Times, entre sus vecinos se encontraban diversas estrellas de Hollywood, siendo una de ellas el conocido actor Cary Grant. Después se mudó al condado Ventura, que fue su último hogar antes de irse a la prisión.
Se casó joven y se dedicó a criar a sus siete hijos, al tiempo que realizaba numerosas labores de caridad.
En 1965 Brenner visitó por primera vez la penitenciaría estatal de La Mesa, en Tijuana, durante un viaje para llevar medicinas a hospitales.
En 1977, tras dos matrimonios fallidos y una vez que sus hijos ya se habían independizado, vendió su casa y sus pertenencias y tomó los votos con las hermanas de Nuestra Señora de la Caridad de San Juan Eude, motivada por la fuerte influencia de un sacerdote de Los Angeles llamado Anthony Brouwers. Cuando se ordenó monja en 1977 –13 años después de que murió Brouwers– se hizo llamar hermana Antonia en su honor, según el Nuevo Herald.
Durante cerca de tres décadas vivió en una estrecha celda del centro penitenciario de La Mesa.
Según cuentan los que la conocieron, se levantaba cada día a las 5 de la mañana y una hora más tarde, cuando los guardias pasaban revista, se ponía en formación igual que los reos.
Pero su trabajo no se limitó a dar apoyo material y espiritual a los presos de La Mesa.
Brenner también fundó Brazos Abiertos, un grupo que provee apoyo financiero y alimentos en festividades a familias de policías muertos de Tijuana.
Alberto Licona, subdirector de la policía de Tijuana y presidente de Brazos Abiertos, dijo que la madre Antonia fundó el grupo en 1997 después que un interno le confesó haber matado a un policía y ella buscó ayudar a la familia de la víctima.
Asimismo creó la Casa Campos San Miguel, un hogar en el que se hospedan mujeres que visitan a sus familiares en la cárcel y mujeres enfermas.
Pese a que hace unos años abandonó su celda en La Mesa debido al deterioro de su salud, siguió siendo una presencia constante en la cárcel, y una figura apreciada en Tijuana, ciudad que le dedicó una calle en 2007.
En todos estos años nunca dejó de viajar California, tanto para recaudar fondos como para visitar a sus siete hijos y a sus más de 40 nietos y biznietos, a los que entretenía con historias sobre su vida en prisión.
Brenner no dudaba en intervenir durante conflictos en la prisión, donde se han registrado numerosos choques violentos, incluido uno en 2008 que causó la muerte de una veintena de internos.
"Soy efectiva en los motines porque no tengo miedo. Simplemente rezo y camino hacia ellos", dijo a The Associated Press en 2005. Para concluir diciendo, "Una mujer en velo blanco entra, alguien que saben que los ama. Se hace un silencio, vienen las explicaciones y bajan las armas".
Imagen de la madre Antonia. |
que descanse en paz
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