Priebke fue condenado a cadena perpetua en 1998 por su papel en la masacre, durante la Segunda Guerra Mundial, de 335 italianos en las Fosas Ardeatinas.
Debido a su avanzada edad y su mal estado de salud, se le permitió cumplir su sentencia bajo arresto domiciliario en Roma.
La decisión causó indignación entre algunas personas en la ciudad que consideraron que las condiciones eran demasiado cómodas e indulgentes.
Su abogado, Paolo Giachini, ha comentado que Priebke había dejado un video como un "testimonio", pero no aclaró su contenido.
En marzo de 1944 Italia se encontraba ocupada por Alemania. El 23 de ese mes una bomba colocada en via Rasella (Roma) explotó al paso de tropas de las SS matando a 33 soldados. Como respuesta, Hitler ordenó ejecutar a 10 italianos por cada alemán muerto.
La matanza de la Fosas Ardeatinas ocurrió el 24 de marzo de 1944 cuando 335 italianos -en su mayoría presos políticos recluidos en la cárcel romana de Regina Coeli y 75 judíos escogidos al azar- fueron fusilados por los nazis en represalia por la muerte de los soldados alemanes en el atentado cometido el día anterior por los partisanos en la Via Rasella, donde se encontraba la sede romana de la Gestapo. Esta fue una de las mayores masacres de los nazis en Italia.
Todas aquellas personas que iban a ser ejecutadas fueron trasladadas en camiones hasta unas minas abandonadas a las afueras de Roma conocidas como fosas Ardeatinas. Allí, tras ser introducidos de cinco en cinco, eran ejecutados con un disparo en la nuca, muchos de ellos arrodillados sobre los cadáveres de quienes les habían antecedido.
Terminada la guerra Priebke estuvo durante cerca de 20 meses en un campo de prisioneros gestionado por los británicos junto a Rimini. Huyó de él y, tras pasar una temporada escondido en un monasterio franciscano en Austria, huyó a Argentina con ayuda de ODESSA, la nebulosa organización de antiguos miembros de las SS encargada de buscar escondites en Latinoamérica para sus compañeros criminales.
De esta manera Priebke pudo escapar a Argentina donde residió hasta su detención en 1994, primero en Buenos Aires y luego, a partir de 1954, en la ciudad andina de Bariloche, para ser posteriormente deportado a Italia en 1995, después de haber ofrecido una entrevista a la televisión estadounidense y admitir en ella su papel en la masacre. En 1998, un tribunal le condenó a cadena perpetua, pero su avanzada edad, tenía entonces 85 años, le permitió beneficiarse de arresto domiciliario. Dos años después, en 2000, obtuvo un permiso para poder abandonar su vivienda.
Erich Priebke, en la Corte italiana que le juzgó, en 1996.- REUTERS |
"Sí, estaba allí", reconoció. "Pero eso fue ordenado por nuestros comandantes".
"No cometimos un crimen", aseguró en la entrevista.
"Una orden era una orden... Yo tenía que ejecutarla".
La entrevista dejó perplejos a los habitantes de Bariloche, quienes tenían a Priebke como un vecino ejemplar, un destacado miembro de la comunidad.
Sin que nadie lo expresara tan brutalmente, en verdad, los alemanes, antiguos criminales de guerra, que vivían en la zona eran considerados por la alta sociedad como la "buena inmigración" que había fundado los cimientos de una ciudad de entorno paradisíaco que prefería cambiar los Andes por los Alpes, comenta el diario argentino La Nación.
Durante las vistas judiciales, Priebke reconoció haber dado muerte con sus propias manos a varios rehenes. También se supo que, pese a la obediencia debida, varios oficiales nazis se habían negado a participar en la matanza.
"No lo lloraremos. Murió un asesino que mató a más personas que un asesino en serie. Alguien que no se arrepintió y que vivió una vida larga, en parte feliz", comentó Francesco Polcaro, presidente de la Asociación Nacional Partisanos Italianos.
Priebke, que había estado viviendo en el apartamento de su abogado en Roma, tenía permiso para hacer su propia compra, ir a pasear por el parque y salir a restaurantes en la noche para comer con los amigos.
Para muchos italianos, que el exoficial de las SS disfrutase de semejante libertad en la misma ciudad en que cometió su crimen era una cuestión imposible de aceptar.
Argentina aseguró que no aceptará el cuerpo del criminal de guerra nazi convicto Erich Priebke, que quería ser enterrado junto a su esposa en la ciudad de Bariloche.
"El canciller Héctor Timerman ha dado orden de no aceptar ningún trámite que permita el ingreso del cuerpo del criminal nazi Erich Priebke a nuestro país. Los argentinos no aceptan este tipo de afrentas a la dignidad humana", publicó el Ministerio de Exteriores en su cuenta de Twitter.
La declaración se produjo después de que un funcionario italiano asegurase que el cuerpo de Priebke sería enterrado junto a su mujer en Argentina.
Erich Priebke murió sin pedir perdón, ni mostrar algún tipo de arrepentimiento.
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