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miércoles, 30 de octubre de 2013

Brasil, Caso Amarildo: el "penúltimo" desaparecido de la democracia brasileña

El llanto y la emoción marcaron las declaraciones de cuatro soldados de la policía militar, cuatro mujeres que durante tres meses fueron obligadas a esconder los escabrosos detalles de la sesión de torturas que sufrió, antes de su desaparición, el albañil Amarildo de Souza en la base de la Unidad de Policía Pacificadora de la favela de la Rocinha, en la Zona Sur de Rio de Janeiro el último 14 de julio.
Las policías militares decidieron contar la verdad después de la prisión de algunos de sus compañeros de la unidad, acusados de estar envueltos en el asesinato de Amarildo. Ellas contaron a la promotora del caso, Carmen Eliza de Carvalho, que recibieron órdenes superiores para ocultar las pruebas de las torturas que sufrió Amarildo mientras estuvo en las dependencias de la Policía Militar, así como dar declaraciones precombinadas a los investigadores de la policía civil de Rio de Janeiro.
Las mujeres policías de la Rocinha revelaron detalles de lo que sucedió la noche de la desaparición de Amarildo, así cuanto ese hombre sufrió en manos de los miembros de la UPP.
Una de ellas le contó a la promotora que estaba dentro del trailer que sirve como dependencia policial cuando escuchó gritos de dolor y pedidos de socorro en la parte de atrás del local. Entonces decidió situarse frente a la sala, cerrar la puerta y taparse los oidos para no escuchar más la sesión de tortura a la que estaba siendo sometido el morador de la Rocinha. Poco después comentó con otras colegas de trabajo, "Eso no se hace ni con un animal", según publica el periódico brasileño Jornal do Brasil.
A partir de las declaraciones de otra soldado fue posible, por parte de la fiscalía, identificar una falsa más de todo el montaje realizado por el comandante de la UPP, el mayor Edson dos Santos, para ocultar las torturas y asesinato de Amarildo.
Otra policía militar, de las cuatro que declararon, indicó que el mayor marcó una reunión con los PMs de la UPP, en la que estuvo presente un abogado, en la que se orientó a la tropa sobre las cuestiones que deberían declarar a los investigadores. "Fue una pre declaración" explicó la policía para la prensa local.
La misma soldado también confirmó que después del crimen, el local, con el objetivo de dificultar las investigaciones, el local donde Amarildo fue torturado, fue convertido en depósito.
Durante las declaraciones las cuatro miembros de la policía militar aseguraron que fueron obligadas por sus superiores a permanecer dentro de las dependencias policiales, junto con otros compañeros de la unidad.
También explicaron que era muy obvio lo que estaba sucediendo fuera, o sea que se estaba torturando a alguien. Una de ellas declaró que en aquellos momentos alguien preguntó "Y ahí Rachel habla: Con ese ruido no se puede trabajar. ¿Que está sucediendo?. ¿Alguien está siendo torturado?. Eh, con ese ruido es imposible trabajar". Rachel de Souza Peixoto es uno de los 25 policías militares acusados de estar implicados en el asesinato y desaparición de Amarildo de Souza.
La soldado Thaís Rodrigues Gusmão, también acusada por el Ministerio Público, acusó a varios oficiales de la agrupación e incluso dijo que recibió órdenes para dejar a oscuras una zona de la región cercana a las dependencias de la UPP de la favela de la Rocinha, y aprovechó esa orden para alejarse de las mismas durante unas dos horas para no "escuchar más las agresiones".
La Policía Militar Thais ayudó a montar una "pieza más de ese rompecabezas macabro" que es la desaparición de Amarildo, cuando afirmó haber visto tres policías militares, y poco después al mayor Edson junto a otros cinco policías desciendo desde la cima de la mata, donde se encuentra la UPP.
Algunos testigos indican que antes de el mayor salir hacia la mata fue posible observar policías de la Unidad Pacificadora retirar un bulto por el tejado, algo parecido a un cuerpo.
La promotora Carmen Eliza informó que las policías que prestaron declaración y colaboraron con las investigaciones son responsables por servicios administrativos y nunca efectuaron ninguna prisión o participaron de operaciones policiales.
"El sentimiento era igual para todas las mujeres policías. ¿Si están haciendo eso con aquella persona, si nosotras fuesemos a hacer algo, que nos llegarían a hacer?", porque afuera de la UPP había varios hombres armados, todos ellos superiores jerárquicos de las soldados, comentó la promotora del caso.
La misma calificó la presión ejercida por los mandos como lavado cerebral, cuando les repitieron, "vosotras no escuchateis nada, acá no pasó nada de anormal y Amarildo descendió por la escalera".
Las nuevas declaraciones confirman que la violencia contra Amarildo duró más de 40 minutos y sucedió en la parte trasera de las dependencias de la UPP.
Las policías comentaron para la promotora que "después todo se quedó en silencio y, en seguida, se pudieron escuchar varias risas".
Hasta el momento 25 policías militares de la Unidad de Policía Pacificadora de la favela de la Rocinha fueron denunciados por el Ministerio Público de Rio de Janeiro por la desaparición, muerte y tortura de Amarildo de Souza.
Su cuerpo todavía no ha sido encontrado.
El domingo, en São Paulo, un joven de 17 años fue muerto por un disparo de la policía militar en Vila Medeiros en la zona norte de la ciudad. El mismo se encontraba en compañía de su hermano de 13 años y varios amigos, escuchando música en la calle, cuando fue alcanzado por una bala.
La madre de la víctima Rossana de Souza comentó para el periódico Folha de São Paulo, que el hijo llegó a preguntar al policía que le disparó, "Por que o senhor atirou em mim?," (¿Por qué el señor me disparó?).
Según el, policía militar, autor del disparo el mismo fue accidental.

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