Imagen de la hinchada de Newell´s. Foto Télam |
Fuentes policiales informaron hoy que el hecho sucedió ayer alrededor de las 19.30 en Camino Aldao al 100 bis y Casilda, del barrio Ludueña, donde Gabriel Alejandro Aguirre se encontraba junto a otros amigos, dijeron a Télam fuentes policiales.
Al momento del asesinato el chico regresaba a su casa, junto a unos amigos, después de ver el partido disputado entre Rosario
Central y Newell's en casa de unos familiares.
De acuerdo al relato de los portavoces, sorpresivamente desde una moto de
baja cilindrada ocupada por dos hombres empezaron a disparar contra el
grupo.
El asesinato del adolescente tuvo lugar a tres kilómetros del estadio
de Central, en el corazón de Ludueña, un barrio atravesado por una
violencia fuera de control. Allí, el negocio de la droga alteró el ritmo
de vida de propios y extraños. "Este chico fue víctima de la violencia
que se vive día a día", le admite resignado a Clarín el
comisario Roberto Sandoval, uno de los primeros en llegar a la escena
del crimen. "Tenía puesta la camiseta de Newell´s, lo atacaron por eso.
No hubo ningún enfrentamiento", dice el titular de la Comisaría 12.Gabriel cursaba el séptimo grado de la Escuela Nº 1.027. En declaraciones al programa radial "Todos en La Ocho", la maestra de este joven contó que después de los insultos tres de los desconocidos esgrimieron armas de fuego y realizaron varios disparos, tres de los cuales terminaron con la vida de Gabriel.
"A mí lo que me llama mucho la atención es la cantidad de disparos, fueron entre ocho y diez: tres al cuerpo de Gabriel y los otros al aire", contó la directora del centro, donde estudiaba Gabriel Aguirre, conmovida por el hecho.
Su madre trabaja en el comedor del colegio.
Ayer, ni sus compañeros ni los profesores de ese establecimiento encontraban palabras para explicar lo inexplicable. En la reconstrucción que hicieron de los hechos, los vecinos del barrio dan una versión distinta a la de la policía. "Fueron entre ocho y diez tiros: tres al cuerpo de Gabriel y los otros al aire. Se encontraron con un grupo de hinchas de Central que los atacaron, hubo insultos, corridas y después los disparos", narró Claudia Gottardi, directora de la escuela.
Uno de los amigos de Gabriel, que fue testigo del asesinato, ratificó el relato de muchos de los vecinos. "Estábamos cantando canciones de Newell’s, habíamos perdido, y saltaron unos de Central y empezaron a bardear , nosotros fuimos retrocediendo hasta que empezaron a los balazos, uno de ellos sacó un arma, y empezó a tirar. Estaba tirado en el piso y le seguían pegando", contó el adolescente.
El chico fue velado ayer por la tarde en una de las aulas del colegio. La ceremonia fue presidida por el sacerdote Edgardo Montaldo, uno de los personajes más queridos de Ludueña, quien conocía a Gabriel desde pequeño. "Ayer en el partido había 2 mil policías, estábamos contentos porqué no había sucedido un lío grande, y acá en un barrio sin mayor comunicación con el resto de la ciudad, sucede esto con Gabi un chico cargado de sueños, que tenía su viaje de séptimo grado dentro de poco, tocaba la guitarra, era muy bueno", subrayó.
El cura pidió una "profunda reflexión de la sociedad" para ponerle coto a una violencia que jaquea la vida de miles de jóvenes. "Hay que ver qué nos pasa, porqué estamos perdiendo tantos chicos", concluyó.
El crimen, que se sumó a la larga lista de hechos sangrientos relacionados al fútbol, es uno más en una ciudad, Rosario, salpicada por una ola de violencia donde la vida pareciera no tener valor alguno.
Gabriel en actos escolares. Fotografía capturada de la web Rosario3.com |
Morales fue asesinado de seis tiros en el local en el que vivía, mientras que otros dos miembros de la barra terminaron internados.
Los hinchas avanzaron, por una de las principales avenidas de la Zona Norte de Buenos Aires, con motos y autos, transportando el féretro de Morales y exhibiendo los colores del club. Se abrieron paso causando destrozos y paralizando el tránsito. Vecinos y comerciantes ya habían cerrado sus negocios y casas por temor.
La caravana se enfrentó con la policía, golpeó patrulleros y le quebró un brazo a un efectivo.
También agredieron a periodistas que cubrían el hecho, incluyendo a un camarógrafo de Somos Zona Norte, quien se encontraba frente a la Municipalidad de Vicente López, donde los barras habían anunciado que iban a protestar por lo sucedido el sábado 12 de octubre.
A la imagen bizarra de seguidores del occiso, sentados sobre el féretro tricolor, le siguió la prepotencia frente al edificio de la Municipalidad de Vicente López, conducida por Jorge Macri, dándole relación política al homicidio ocurrido el sábado en Munro, donde vivía el “Loco Pocho”, militante kirchnerista, como el presidente del club, Rodrigo González, candidato a concejal por el FpV.
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