Juan Rivera en los instantes posteriores a su liberación. |
El magistrado Harry Leinenweber rechazó una petición de la fiscalía para anular la demanda del puertorriqueño Juan Rivera Jr., por supuestos abusos sufridos, durante el interrogatorio al que fue sometido durante los primeros días de su detención, y que le hicieron confesar la violación y posterior asesinato de una niña de 11 años en 1992.
El dictamen no entra en los pormenores de la demanda, pero establece que los abogados de Rivera realizaron afirmaciones potencialmente válidas que deben resolverse en un juicio.
Cuando se anunció la demanda, en noviembre del año pasado, los abogados de Rivera afirmaron que éste fue falsamente incriminado y encarcelado durante la mitad de su vida "en una de las peores farsas judiciales que registra la historia de Illinois".
"No es posible devolverle las décadas perdidas en prisión, pero sí compensarlo por las fallas del sistema judicial, que durante años se negó a reconocer un error, a pesar de las evidencias físicas que indicaban su inocencia", agregaron.
Rivera fue liberado el 6 de enero de 2012 después que un examen de ADN demostrara que no era responsable de la violación y asesinato de la niña Holly Staker en la ciudad de Waukegan, estado de Illinois.
Aquel día, una vez traspasadas las puertas del presidio donde dejó gran parte de su vida, al describir el momento tan surrealista que estaba viviendo, Juan declaró, "No puedo explicar las sensaciones que tengo. Es una vida nueva para mí".
En la demanda se busca que Rivera, que en la actualidad tiene 40 años, sea compensado por haber sido supuestamente obligado a confesar por la policía, con lo que su procesamiento habría sido doloso y por una presunta conspiración para privarlo de sus derechos constitucionales.
La Corte de Apelaciones de Illinois anuló en su momento la condena de prisión, de Rivera, por considerar que era "injustificada e insostenible" debido a la falta de pruebas.
El caso se resolvió con el examen de ADN recogido en el cuerpo de la víctima en 1992 pero que no fue analizado hasta 2004, cuando se comprobó que pertenecía a otra persona.
Tras excluir ese examen a Rivera como autor del crimen, la única evidencia firme que vinculaba a Rivera con el crimen era su confesión a la policía de la ciudad de Waukegan, que según los jueces de apelación habría sido obtenida mediante coerción.
En la demanda presentada ayer se afirma que en el tercer día de interrogatorio abusivo de la policía, Rivera sufrió una crisis nerviosa, fue diagnosticado con psicosis aguda por un médico de la cárcel pero igualmente lo mantuvieron maniatado en su celda.
En el cuarto día, después de 24 horas ininterrumpidas de interrogatorio, Rivera firmó una confesión del crimen en inglés, "aunque tenía dificultades para hablar, leer y escribir ese idioma".
Según la demanda, la policía sabía que Rivera "tenía carencias intelectuales y una historia de problemas emocionales que lo convertían en especialmente vulnerable a sus técnicas coercitivas".
Durante los casi 20 años transcurridos, Rivera fue hallado culpable tres veces -en 1993, 1998 y 2009- y en cada oportunidad la condena a prisión perpetua fue anulada durante la apelación.
Finalmente, la Corte de Apelaciones prohibió a la fiscalía que lo volviera a acusar por el mismo crimen y ordenó su libertad.
Los demandados son los departamentos policiales de las ciudades de Waukegan, Lake Forest y Buffalo Grove, la oficina del Alguacil y la Procuraduría de Justicia del condado Lake.
Los abogados del Centro de Condenas Equivocadas de la escuela de leyes de la Universidad Northwestern de Chicago afirman que el interrogatorio excedió "todos los límites razonables", que Rivera solamente pudo dormir cuatro horas durante cuatro días, durante los cuales "se le dieron detalles del crimen para que su confesión falsa pareciera legítima".
Rivera tenía 19 años y estaba preso por violación de la libertad condicional cuando fue acusado del asesinato en una investigación realizada por detectives de un grupo especial de la fiscalía del condado, que recibieron una pista de un informante.
El Chicago Tribune del 7 de enero del 2012 recogía las primeras palabras de Juan Rivera, tras su puesta en libertad, "Yo sólo quiero experimentar la vida, ver un partido de fútbol y pasear tranquilo por la acera sintiendo que soy libre".
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