Los reyes de Holanda, Guillermo Alejandro y Máxima llegan al Parlamento en La Haya. EFE |
El paro y el déficit crecientes están poniendo a prueba las políticas del Gobierno holandés, que hoy anunció nuevas medidas de ahorro por valor de 6.000 millones de euros y que avanzó cambios en el tradicional Estado del bienestar.
En el acto de apertura oficial del año parlamentario en Holanda, el actual Gobierno, de centro izquierda, afirmó que era necesaria la sustitución del "clásico estado de bienestar de la segunda mitad del siglo XX por una sociedad participativa". Una forma menos cruel de comunicarle a la población del país que la crisis sigue golpeando, y, en consecuencia, que "cada holandés debe adaptarse a los cambios que se avecinan". Esas frases fueron pronunciadas por el rey de Holanda, Guillermo Alejandro, en el discurso que inaguraba el nuevo año parlamentario. En esa línea el monarca agregó, "El paso hacia una sociedad participativa es particularmente notable en la seguridad social y en los que necesiten cuidados de larga duración. Es precisamente en esos sectores donde el clásico Estado del bienestar de la segunda mitad del siglo XX ha producido sistemas que en su forma actual ni son sostenibles ni están adaptados a las expectativas de los ciudadanos".
Los nuevos recortes previstos se suman a los 46.000 millones de euros de ajustes que Holanda ha aprobado desde 2010, cuando el liberal, y líder del Partido Popular para la Libertad y la Democracia, Mark Rutte empezó su primera legislatura, y responden a los problemas para controlar el déficit público, que según los últimos pronósticos alcanzará en 2014 el 3,3 por ciento del PIB.
El anuncio de la complicada situación que vive un país acostumbrado a tasas mínimas de desempleo, un sistema sanitario impecable y una ciudadanía no habituada al sacrificio económico, ha causado un notable malestar entre los holandes que en un 80% consideran nefastos los planes de la coalición de liberales y socialdemócratas que rige los destinos del país. La población holandesa no ve con buenos ojos el anuncio de un nuevo ajuste de 6.000 millones de euros, así como los nuevos datos económicos de la Oficina Central de Planificación para 2014: el paro llegará hasta el 7,5%, el déficit sumara un 3,3%, superando el límite del 3% exigido por Bruselas, y el poder adquisitivo bajará un 0,5% aproximadamente. La economía holandesa se ha visto muy golpeada por el hundimiento de los precios de las viviendas y la caída del consumo.
Holanda también ha tenido que enfrentar graves problemas en su sistema financiero, como la nacionalización del grupo SNS Reaal, el pasado mes de febrero, con un coste para las arcas públicas de 3.700 millones de euros, el cual deberá ser dividido y puesto a la venta, o el rescate del ABN Amro en el año 2008, y sus entidades relacionadas, con un coste de 16.800 millones de euros en un primer momento, aunque los apoyos posteriores llevaron la cifra total a casi 28.000 millones.
Se calcula que el gobierno holandés ha gastado cerca de 40 mil millones de euros para rescatar al sector financiero en 2008.
Aunque el gobierno ha decidido poner a la venta el ABN Amro, su valor estimado es muy inferior al coste del rescate, estimándose que su venta reportaría unos 11 mil millones de euros para el país.
"A pesar de su fantástica infraestructura sanitaria, excelentes servicios públicos y eficaces mercados", en palabras del Foro Económico Mundial, Holanda vive una situación incomún que está siendo aprovechada, con relativos vaivenes, por la extrema derecha del país.
Así, las críticas recibidas por el gobierno están aupando nuevamente, tras su caída en las elecciones de septiembre de 2012, a Geert Wilders, líder de la derecha xenófoba, que comanda el Partido de la Libertad (PVV), político antiislamista, y conocido por querer cerrar las escuelas islámicas, prohibir el Corán y el burka en Holanda, así como la expulsión de fundamentalistas islámicos.
Tras obtener 15 diputados en 2012, frente a los 24 conseguidos en las anteriores elecciones, vuelve a subir sus expectativas de votos, según se desprende tras un sondeo electoral efectuado días atrás. El mismo indica que podría llegar a conseguir hasta 33 escaños.
Sus ataques al gobierno son constantes, su retórica es más aguda que nunca. "Ha dicho que el Gabinete “destruye la economía de tanto ahorrar”. Ha pedido a Mark Rutte, el primer ministro, “que se vaya ya”. Incluso ha bromeado con la capacidad de comprensión de la realidad económica del mandatario, apuntando con sorna que “le dieron el diploma en Ibn Ghaldoun”, una escuela musulmana que cerrará por mala gestión", según recoge El País.
Sus ideas en unos momentos en que el ciudadano piensa que está siendo abandonado a su suerte por el gobierno sus ideas van calando como lluvia fina e infiltrándose en el pensamiento de un sector de los ciudadanos holandeses. Su lucha, además de contra los islamistas, se centra hacia los trabajadores rumanos y búlgaros, mano de obra barata que "destruirá el mercado laboral nacional", en una economía con serios problemas de crecimiento.
En ese sentido "el ministro holandés de Asuntos Sociales, Lodewijk Asscher, abogó hoy por modificar las normas europeas para combatir los excesos que a su juicio existen en la libertad de movimiento y hacer frente a los problemas que plantea para su país la llegada de inmigrantes de Europa del Este", publicaba el diario económico Cinco Días el mes pasado.
Asscher, miembro del partido laborista holandés, llama a analizar la situación seriamente y advierte de que en caso contrario la atmósfera en el país podría "envenenarse y espolear el odio a los extranjeros" por parte de los ciudadanos más pobres y menos educados.
La crisis económica en Europa, además de suponer un grave problema para los ciudadanos europeos, que cada vez tienen peores condiciones de trabajo, ven sus pensiones desvalorazidas y alcanzan empleos de peor calidad, está suponiendo un auge de la extrema derecha en varios países, cuestión que siempre representa un peligro de tentaciones totalitarias.
El derechista Geert Wilders con su mujer en el día del Príncipe en La Haya. / MARCEL ANTONISSE (AFP) |
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