Bob Marley
Hacia donde nos debería llevar el sistema democrático, sin dudas a un sistema multipartidista y un sistema político que recoja la voluntad popular, y hacia donde nos lleva, son dos caminos bien diferentes.
Existen muchos países que, escudándose en la mayoría que en un momento determinado les ha otorgado la ciudadanía a través de las urnas, convierten el sistema en una dictadura "legal" donde la falta de transparencia, respeto a los principios constitucionales o las libertades públicas, y para resumir, la implantación del poder absoluto como gestión de gobierno, es la política común.
Cuando esa mayoría la conjugamos con la imposibilidad de disidencia interna, disciplina de partido, entonces la situación, además de autoritaria y dictatorial, se convierte en escandalosamente arbitraria.
Ya sean gobiernos de derechas, centro o de "izquierda", esta situación se repite de forma constante, dejando sin espacio a las minorías, que se convierten, autocomplacientes, en una fuerza pasiva de la democracia de las urnas, esperando, simplemente, que en otras votaciones la situación se invierta.
Mariano Rajoy en España, Cristina Kirchner en Argentina, Rafael Correa en Ecuador, Maduro en Venezuela o Dilma Rousseff en Brasil son ejemplos de la dictadura de la mayoría absoluta. Países donde impera la corrupción gubernamental, se silencia a la oposición, se deroga la transparecia y se usa la fuerza para controlar la discrepancia, a veces solos, y otras en función de alianzas.
La mayoría absoluta no homologa la dictadura, ni debe silenciar las voces del pueblo, ni significa usar la fuerza opresora como fórmula de gestión; es una situación coyuntural que debería poder revocarse en cualquier momento, inclusive, en ocasiones, poco después de haberla obtenido. Y es que estamos ante una situación estática, una votación cada un período determinado, frente al dinamismo permanente de las necesidades e intereses de la ciudadanía de un país.
Ese poder exorbitante entregado por el electorado no es un aval ilimitado para que se actúe sin ningún tipo de ética y moral, sin respeto por las leyes, y con la impunidad que puede otorgar la fuerza ejercida desde el poder.
El Partido Popular en España demuestra miedo ante la posibilidad de un debate sobre la financiación de su organización, y se escuda en la votación del 20 de noviembre de 2011, para imponer el secreto, el silencio y la falta de transparencia en su gestión de gobierno. Con esa política, la primera reunión de la Junta de Portavoces del Congreso de los Diputados volvió a poner de manifiesto que el partido rector del gobierno en España continuará usando su mayoría absoluta para impedir cualquier debate en el pleno del Congreso que tenga que ver con el denominado "caso Bárcenas", la financiación irregular de este partido o la comparecencia de Mariano Rajoy. Esa no es la voluntad popular, que quiere y necesita que se esclarezca todo lo que ha salido a la luz a lo largo de este año, y también, sin importar partidos, todo los casos que se han sucedido en los últimos años durante la gestión política de municipios o comunidades autónomas.
Pero una cuestión importante: quizás el problema es que los políticos no saben de matemáticas, es que mayoría parlamentaria no es equivalente a mayoría de la población, ni siquiera, en ocasiones, a la mayoría de los votos totales de unas elecciones, pues el sistema electoral puede jugar a favor de los números finales en la Cámara correspondiente.
En España, por ejemplo, con unos 47 millones de habitantes, los votantes fueron 24,666 millones, y el número de votos al PP de 10,866 millones, lo que representa que un 44% de los votantes, y solo un 23% sobre la población global, optó por el Partido Popular como gestores del gobierno. ¿Entonces, donde está esa mayoría absoluta? Es decir, que esa supuesta mayoría absoluta que ejerce su poder con una contundencia sin par ha sido elegida por menos de una cuarta parte de los habitantes, y menos de un 45% de las personas con derecho a voto.
En Argentina, de una población de poco más de 42 millones, un número de votantes habilitados de cerca de 29 millones para las elecciones presidenciales del 23 de octubre de 2011, y cerca de 23 millones de votantes, el partido en el poder obtuvo 11,865 millones de votos, lo que representa poco más del 41% de la totalidad de votantes.
Ecuador, Rafael Correa obtuvo en las elecciones de este año cerca de 5 millones de votos, frente a una población inscrita para votar de 11,675 millones y de un número total de 9,466 millones de votantes en las elecciones, sin embargo, gracias al sistema electoral, su grupo parlamentario tiene 100 congresistas, o asambleistas, sobre un total de 137 escaños.
Estos son únicamente unos ejemplos de los mal llamados, por los gobernantes, gobiernos decididos por la "mayoría absoluta", aunque existen otros casos donde las mismas se han conseguido realmente en las urnas, pero que no disculpa su comportamiento dictatorial un vez asumen la gestión del país.
Pero, y posiblemente muchas voces discreparán, no es simplemente el partido en el gobierno el único responsable de la continuidad de la dictadura homologada por las urnas. La oposición, las minorías, el pueblo, también lo es con su silencio, su complacencia, su apatía para movilizarse o incapacidad para movilizar. A veces la oposición no existe porque no puede, pues no tiene calidad ni cualidades para ejercer como tal. Algo así está sucediendo en España, y otros países, en estos momentos. Pero también la ciudadanía es coparticipe de esta dictadura con su pasividad, su indiferencia y sus preferencias hacia el circo, el fútbol desde el siglo pasado, y otras actividades auspiciadas por los medios de comunicación y el marketing.
En España, en Argentina o en Venezuela continuarán los recortes, las mentiras y la osadía de que tienen la mayoría absoluta, aunque las encuestas demuestren lo contrario, pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Cada día, desde el poder, nos controlarán más y más, los medios de comunicación serán más eficaces en propagar su mensaje, la policía en el uso de la fuerza para meter en cintura a los que alcen la voz, los equipos de gobierno continuarán tomanda decisiones en función de su ideología y no de los intereses de los ciudadanos, mientras políticos, banqueros y grandes empresarios, con su séquito de ejecutivos, superarán las ganancias del año anterior, gracias a la opacidad de sus acciones, pero para eso existe la impunidad.
Eso sí, el fútbol, el circo de los romanos en los días de hoy, continuará siendo el mejor espéctaculo del mundo, gastando un dinero que no tiene sin necesidad de prestar cuentas, alimentando egos de presidentes y aficionados -seguro que mañana aparece alguien que ofrece más de 100 millones por algún jugador y enseguida otro ego ofrecerá 105 y así sucesivamente- sin importar que los clubs deban dinero a las haciendas locales, proveedores, jugadores, trabajadores, seguridad social o acaben en bancarrota. Al final el dinero no es de ellos y los egos estarán autoalimentándose.
El objetivo que importa es que el pueblo esté feliz, y le duela más una derrota de su equipo a que bombardeen con armas químicas a la población de Siria, o que su vecino esté siendo desalojado de su vivienda o que su hermano se quede sin trabajo o que el Patido Popular o el partido "X" imponga la dictadura como forma de gestión, al final su equipo tiene a Bale, Neymar o Rooney, o pongan el nombre que más les guste.
Mientras en Egipto, Bahrein o Siria se muere por un sistema de gobierno, en Argentina o Brasil se muere por el fútbol.
Pero la dictadura de la mayoría absoluta no se refiere exclusivamente al gobierno de un país, la encontramos en la gestión de partidos políticos, sindicatos, organizaciones deportivas, asociaciones, etc. La mayoría absoluta, combinada con una organización personalista o dictatorial, donde se invoca la disciplina, convierte la democracia representativa en una falacia, en una mentira permitida.
Tampoco podemos dejar de lado las campañas de marketing político desde los gobiernos, "Esto es lo mejor para el país", "El pueblo es quien ha decidido", o como dijo Cospedal ayer, argumento usado por otros políticos, "Se quiere desestabilizar al PP, pero no lo van a lograr". Es en momentos de pánico cuando aparecen las teorías conspiradoras para resolver los problemas internos e intentar aunar fuerzas contra la conspiración. Ésta es otra táctica usada frecuentemente por los gobiernos, en diversas situaciones, donde es necesario generar fantasmas para conseguir mayor concentración de poder en lugar de diálogo.
Foto: Reynaldo Vasconcelos/Futura Press |
Pero mientras la indiferencia predomine en la gestión política de los ciudadanos, sin percibir que aunque ellos no piensen en política, la política piensa en ellos, y en como mantenerlos estáticos, fríos e indiferentes a los sucesos cotidianos, la corrupción, la falta de transparencia, etc., la mayoría absoluta estará más cerca de los sistemas feudales, de las monarquías totalitarias, de los regímenes controladores, que de aquellos que representan los valores democráticos de la sociedad.
La indiferencia es un problema que se va globalizando.
"¿Quién de nosotros ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas, de todos aquellos que viajaban sobre las barcas, por las jóvenes madres que llevaban a sus hijos, por estos hombres que buscaban cualquier cosa para mantener a sus familias? Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia del llanto... La ilusión por lo insignificante, por lo provisional, nos lleva hacia la indiferencia hacia los otros, nos lleva a la globalización de la indiferencia", dijo el Papa Francisco en su visita a Lampedusa, localidad italiana que usan los inmigrantes africanos para entrar en Europa, el pasado mes de julio.
Lampedusa es uno de los principales destinos desde África, que se ha cobrado muchas vidas en el camino, como la de la atleta somalí Samia Yusuf Omar, quien dejó sus sueños en las aguas entre África y Lampedusa, tras participar, en 2008, en las Olimpíadas de Pekín.
La mayoría absoluta, la dictadura moderna, homologada por las urnas, más la indiferencia, son una letal combinación para el futuro de las libertades, del desarrollo económico, de la educación, en definitiva, de la evolución de un país y sus ciudadanos.
Una crítica a la indiferencia frente a la dictadura, o los regímenes totalitarios, la encontramos en las palabras del pastor alemán Martin Niemöller, quien vivió las elecciones parlamentarias de 1933 en Alemania, donde el Partido Nazi, pese a no conseguir obtener mayoría absoluta, a través de las alianzas electorales inició un proceso que acabaría con la democracia parlamentaria para establecer la dictadura constitucional.
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
Uno de los grandes riesgos de la mayoría absoluta es que alguien termine cayendo en la tentación de acabar con la separación de las tres funciones del poder: Ejecutiva, legislativa y judicial. Algo que de alguna manera ya están haciendo algunos, como el ministro de Justicia de España, Alberto Ruiz Gallardón, que se aprovechó de sus competencias para indultar a 501 personas, desde malversadores de fondos hasta narcotraficantes, durante el año 2012.
El presidente Rajoy, admirador de Angela Merkel, es un ejemplo claro de totalitarismo basado en las urnas al encabezar un gobierno sin transparencia, sin consensos, y ejerciendo una gestión política autoritaria y sin dar ningún tipo de explicaciones, y finalmente con gran número de incumplimientos respecto a su programa electoral, y total negación a asumir responsabilidades.
En Suiza, cada vez que el Gobierno tiene que tomar decisiones sobre temas sociales, realiza un referéndum popular que le indica si son aceptables sus propuestas o no, e inclusive la Constitución tiene los instrumentos legales para generar una iniciativa popular que, a partir de un número de firmas determinado, tiene la obligación de llevarse a referéndum para que el pueblo decida, a través del voto, su evolución o desarrollo posterior.
Te falto poner al gobierno de Colombia Uribe como Dictadura moderna. Tb EEUU es una dictadura mundial.
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