Si hace un par de días les comentaba el boicot de seguidores de un club israelí a su propio equipo por motivos xenófobos, hoy vuelve a ser una actitud absurda la que me encamina a volver a hablar del fútbol y sus actos irracionales.
La Sociedade Esportiva Palmeiras, más conocido popularmente como Palmeiras, es una de las entidades, en el mundo del fútbol, más prestigiosa de Brasil y de Latinoamérica, con un bagaje de títulos nacionales e internacionales que le aupan a uno de los lugares de prestigio en la historia del fútbol brasileño.
Aunque ahora juege en la serie B del campeonato brasileño, el equivalente a una segunda división en algunos países, la Championship en Inglaterra o la Ligue 2 en Francia, es el equipo con más títulos nacionales del país, once, por delante del Santos, que posee nueve. Además ha conseguido a lo largo de su historia torneos como la Libertadores o la Copa Mercosul.
El "verdāo", como es conocido popularmente en Brasil, vive sus horas más bajas en muchos años, a nivel deportivo y social. En este último aspecto tenemos que destacar las agresiones continuas que han sufrido sus instalaciones, directivos y hasta jugadores. Si el año pasado unos vándalos seguidores prendieron fuego a la tienda del club, y días después un grupo de "simpatizantes" del mismo entraron en un restaurante de la ciudad de Sāo Paulo y depredaron el local donde se encontraba parte de la directiva del club cenando después de un partido, en el mismo parte del público ya destruyó un sector de las gradas en su intento de acceder a la tribuna donde estaban situados los directivos.
Pero el hecho más grave se vivió el pasado miércoles, en el aeropuerto Jorge Newbery de Buenos Aires, cuando el equipo aguardaba para embarcar tras su partido con el equipo argentino Tigre, para la Copa Libertadores, que perdieron por 1 a 0.
Los futbolistas de Palmeiras aguardaban el regreso a Brasil en un vuelo de la empresa TAM cuando un hincha del "verdāo" cuestionó la actuación del equipo, y a partir de ahí se sucedieron los insultos, llamaron a algunos jugadores de "vagos" y "borrachos", llegando a agresiones generalizadas.
Las reclamaciones fueron subiendo de tono hasta que la zona se convirtió en un auténtico ring en pocos segundos y se armó una batalla campal que terminó con el arquero Fernando Prass con un corte en la cabeza cuando intentó defender a un compañero que estaba siendo agredido. Mientras tanto, el jugador chileno del club, Valdivia, se escapó corriendo de las agresiones que estaba recibiendo, y se encerró en el baño con la ayuda del jefe de seguridad del club. Los testigos cuentan que volaron vasos, tazas y se encontraron trozos de vidrios en el piso.
Los auténticos responsables de estas acciones son los propios clubs, y sus dirigentes, que durante mucho tiempo incentivaron los grupos radicales de los mismos financiando viajes, regalando ingresos e inclusive subvencionando económicamente otras actividades de estos grupos organizados. También algunos medios de comunicación que incentivan con sus comentarios una rivalidad insana. Así mismo, los gobiernos, incapaces de parar la violencia social cotidiana y tomar medidas, que aunque representen pérdidas económicas para las entidades deportivas, obliguen a éstas a tomar actitudes para detener la violencia y generar valores sociales y deportivos. Y también, evidentemente, las imnúmeras autoridades deportivas que con su negligencia e ineficacia profesional, y su deseo de enriquecimiento personal, no actúan contra aquellas instituciones que mantienen su status económico y social.
Tampoco podemos dejar de mencionar, en muchos casos, a los propios deportistas que con sus actitudes antideportivas, en su afán de anteponer sus egoísmos personales a cualquier otro valor ético, sus "egos" o sus intereses por una "gloria" efímera, sus declaraciones interesadas y partidarias, e inclusive en sus propias carencias técnicas, actúan como auténticos detonantes de determinadas acciones de violencia.
Vean como ejemplo esta entrada a Ronaldinho Gaucho en un partido, un par de semanas atrás, de la Copa Libertadores. Donde por cierto el jugador no se llevó ni tarjeta amarilla.
Aunque no tengan relación, directa, con esta noticia, les dejo estas otras:
Ayer el jugador de baloncesto del Real Madrid, Rudy Fernández, fue agredido por simpatizantes del Zalgiris Kaunas, cuando se disponía a subir al autobús del equipo a la finalización del partido que jugaron el equipo lituano y el Real Madrid por la Euroliga de basquet, en la ciudad de Kaunas (Lituania).
En el otro extremo del mundo, Argentina, la violencia no se detiene, esta vez un barrabrava del equipo argentino, Boca Juniors, resultó herido en su brazo derecho con un arma blanca, después de una pelea entre dos fracciones de la hinchada del histórico equipo del tradicional barrio porteño La Boca. Los episodios violentos se produjeron en las adyacencias de la "Bombonera" antes del partido entre el equipo local y el uruguayo Nacional de Montevideo por la Copa Libertadores, disputado en el día de ayer.
Tampoco podemos olvidar la muerte de un niño de 15 años en Bolivia, hace unos días, causada por el disparo de una bengala por un simpatizante del equipo brasileño Corinthians, en el partido entre el San José de Bolivia y el equipo de Sāo Paulo.
Una muestra más de que el poder económico está por encima del valor de las vidas humanas, ha sido que la CONMEBOL hace pocos instantes ha decidido levantar la sanción de jugar sin público en condición de local, impuesta cautelarmente, aunque sigue vigente el hecho de no poder llevar público (identificado como simpatizantes) a sus partidos de visitantes.
Estas son otras imágenes de la violencia en el fútbol, los hechos tuvieron lugar en el Líbano durante el pasado final de semana. Agresión a un árbitro
Las enormes frustraciones personales -desempleo, dificultades económicas, carencias culturales, violencia familiar, violencia social, violencia empresarial, etc.- facilitan el crecimiento de fanáticos "simpatizantes" que sólo en el "amor" a unos colores, son capaces de canalizar una cierta autosatisfacción personal, dada su incapacidad para encontrarla en sus propias vidas. Por ese motivo podemos observar la violencia, en diferentes grados y, fundamentalmente, en algunos deportes de masas, desde sus categorías benjamines -un árbirtro, que fue constantemente insultado por los padres de los "jugadores" y otras personas, terminó siendo agredido, en Ávila (España) en un partido de niños de 5 años, por el delegado del equipo visitante- hasta la élite.
Otra cuestión realmente preocupante es leer los comentarios de muchas personas en las diferentes webs deportivas, encontrando siempre un motivo para justificar las agresiones, en función de los colores o ideologías que supuestamente defienden, sin que las mismas censuren la apología de la violencia que se hace desde ellas.
En el grito, el insulto, la violencia física o psicológica, en la generación de miedo o terror, las personas tienden a canalizar sus propias carencias, frustraciones e inseguridades personales.
Por otro lado las escalofriantes entrandes, pisotones, codazos, etc. que vemos en muchos terrenos de juego son consecuencia de que el sistema ha convertido a los jugadores en parte de un mercado de la violencia que los sacrifica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes dejar aquí tus opiniones e impresiones sobre una entrada concreta, sobre algún tema sobre el que te gustaría ver una nueva entrada o sobre cualquier tema del blog en general.