Violentos disturbios estallaron ayer sábado en las
calles de las ciudades egipcias de El Cairo y de Port Said después de que la
justicia egipcia confirmara la pena de muerte para 21 acusados y absolviera a
varios policías juzgados por el drama de hace un año en la última ciudad.
El 1 de febrero de 2012, 74
personas murieron y más de 300 sufrieron heridas en los enfrentamientos
registrados en Port Said después de un partido de fútbol entre seguidores
del equipo local Al Masri, cuando estos invadieron el campo tras ganar 3-1 al
Al Ahli, y los del equipo visitante. Los ultras del Al Ahli, más
conocidos como los "Diablos Rojos", tienen fama de ser muy radicales
y se enfrentaron con frecuencia a las fuerzas de seguridad egipcias en las
protestas que iniciaron la denominada Primavera Árabe en la plaza Tahrir de El Cairo.
Sin embargo, según informaron diversos testigos presenciales a la agencia
EFE, en aquel día, fue desde sectores del equipo local que se iniciaron las
provocaciónes que culminaron en los tristes eventos, ante la pasividad de las
fuerzas de seguridad locales.
Laura
Ruiz de Elvira, licenciada en Filología Árabe por la Universidad Complutense de
Madrid e investigadora del Institut Français du Proche-Orient (IFPO) de Damasco
y analista del El País, en un análisis posterior sobre los incidentes escribió:
"Por ahora es difícil saber lo que realmente ha pasado en Port Said.
Parece que las autoridades locales y las fuerzas de seguridad no hicieron nada
para evitar la masacre. El gobernador y el jefe de seguridad de Port Said, que
generalmente asisten a los partidos de fútbol del “Masry’ (equipo de la
ciudad), no estaban presentes. La fecha coincidía además con el aniversario de
la llamada “batalla de los camellos”; batalla durante la cual los esbirros de
Mubarak habían atacado a los manifestantes de la plaza Tahrir y cuya respuesta
fue organizada por los ultras del equipo cairota “al-Ahli”, que fueron ayer
masacrados por los partidarios del Masry".
La ira que este sábado se ha desatado en El Cairo y en
Port Said ha sido de signo opuesto. En las calles de la capital egipcia, los
manifestantes, en su mayoría hinchas del equipo cairota de Al-Ahly, han
protestado por una sentencia que consideran excesivamente clemente: la
confirmación de 21 condenas a muerte pronunciadas en enero, otras 24 condenas a
penas de cárcel, entre ellas cinco de cadena perpetua, y 28 absoluciones. Por
el contrario, en Port Said, centenares de personas han bloqueado el tráfico de
ferries en el canal de Suez para denunciar una sentencia que condena a la pena
capital principalmente a hinchas del club local de Al-Masry y deja impune a los
mandos responsables de la seguridad en el estadio y aledaños.
El pasado 26 de enero, en una primera sentencia sobre
parte de los acusados, al menos 30 personas murieron en los disturbios que
tuvieron lugar en las calles de Port Said después de que un tribunal egipcio
condenara ese sábado, por la mañana, con la pena de muerte a 21 de los más de
70 acusados de perpetrar la matanza del estadio de fútbol de Port Said.
Sin embargo en esta ciudad sienten sus habitantes que
la sentencia va más lejos de su puro significado penal. Así tras un año de
parálisis económica, los habitantes de la ciudad, situada en el noreste de
Egipto, alzan sus voces contra la discriminación que sienten del resto del país
y que la sentencia judicial de hoy les ha confirmado. En esta
ciudad, de unos 600 mil habitantes, a la mala situación económica que ya se
cernía sobre la misma, se ha sumado en el último mes una campaña de
desobediencia civil que ha llevado al cierre de numerosos comercios, además de
paralizar las escuelas y oficinas gubernamentales. Los ciudadanos de
Port Said culpan de esta situación al presidente egipcio, Mohamed Mursi, a
quien consideran que les ha tomado como cabeza de turco por la masacre, lo que
ha fomentado un clima de hostilidad por parte del resto del país. "Nosotros
no votamos por Mursi. Igual que nos rebelamos contra Hosni Mubarak, lograremos
ahora la renuncia de Mursi", dijo a Efe la tendera Asha Abdelrahman,
de 52 años, que apunta que desde hace meses su comercio de ropa no tiene
prácticamente ingresos.
Mientras en El Cairo, según publica El País en su
página web, centenares de adolescentes con camisetas y chándales del Ahly
estaban sentados, circunspectos. Mientras, los cabecillas del grupo mantenían
reuniones continuas, algunas por teléfono con los jefes del grupo en otras
ciudades. Al final de una de ellas, sellada con besos y rostros que reflejaban
trascendencia, El PAIS pudo hablar con Mohamed, uno de los líderes del
controvertido movimiento. “Estos veredictos son una tomadura de pelo.
Queríamos la pena de muerte para todos los cargos de la policía. Ellos fueron
el cerebro detrás de la masacre”, asegura el joven, para terminar con la
declaración siguiente "La respuesta será en la calle. Solo así
conseguiremos la justicia".
Ellos, al igual que muchos egipcios, consideran que partidarios del depuesto dictador Hosni Mubarak instigaron aquellos trágicos sucesos para avivar las tensiones en el país.
Sin embargo en Port Said existe un transfondo político económico para esta revuelta, "su ira refleja un profundo resentimiento contra la capital. Muchos
residentes creen que del exceso de dinero de los impuestos cobrados en
el puerto no se devuelve lo suficiente para las arcas municipales", según informa la CNN.
En declaraciones para la agencia EFE, el administrativo Karim Ismail aseguró "que Mursi ha fomentado este clima de inestabilidad y de exclusión con el objetivo de paralizar la economía de Port Said, sus fábricas, tiendas y bancos".
En declaraciones para la agencia EFE, el administrativo Karim Ismail aseguró "que Mursi ha fomentado este clima de inestabilidad y de exclusión con el objetivo de paralizar la economía de Port Said, sus fábricas, tiendas y bancos".
Varias personas tratan de sofocar el humo de un edificio en llamas ayer sábado. / Efe |
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