Bruselas, Bélgica, una cumbre europea entre ajustes y crecimiento

En la noche de ayer, jueves, se inición una nueva cumbre europea, con la participación de los líderes de los ventisiete países que componen la Unión Europea.
Los líderes han sido recibidos con una manifestación de protesta contra las políticas de austeridad en la UE frente a las sedes de la Comisión y del Consejo Europeo en Bruselas, en una acción convocada por diversas organizaciones en vísperas de la cumbre de líderes comunitarios. Esta "Marcha subversiva contra la austeridad" se integra en la iniciativa "Por una primavera europea", en el marco de la cual también se ha convocado una movilización para hoy, viernes, coincidiendo con la reunión de jefes de Estado y de Gobierno de los Estados miembros de la Unión Europea.
En la agenda de la cumbre se encuentran cuestiones candentes como: desempleo, crecimiento vs austeridad, equilibrio presupuestario. En el telón de fondo los pronósticos de que la economía en la eurozona se mantendrá en recesión durante todo el 2013, el desempleo aumentará y muchos países no podrán cumplir su meta de reducción del déficit fiscal.
Desde hace tiempo no se recuerda una reunión con menor presión de los mercados, éstos han acogido el primer día de la misma con subidas generalizadas, y ese hecho hasta puede ser contraproducente para una búsqueda de soluciones eficaces, pues de alguna manera elimina presión en los líderes, al liberarles del estrés de los mercados.
Con enfoques diferentes, para salir de la situación actual, respecto a la austeridad y sobre cómo afrontar los costes sociales de la crisis de deuda. La cumbre de dos días dará a los dirigentes de la UE una oportunidad para negociar las políticas presupuestarias, y hay indicios de que Francia, España y Portugal podrían obtener una prórroga en el plazo para cumplir sus objetivos de déficit mientras mantienen las medidas para disminuir sus deudas respectivas.
Después de que dos de las tres últimas cumbres de la Unión Europea estuvieran monopolizadas por las negociaciones sobre el presupuesto comunitario y el marco financiero plurianual para el período 2014-2020, está por verse si en la cumbre que comenzó ayer, los líderes europeos tendrán la capacidad de adentrarse en temas realmente importantes para el futuro de la Unión Europea, relacionados con el fortalecimiento de la unión económica y monetaria y el trabajo conjunto para ir dejando para atrás las negras nubes de la crisis actual.
Tras más de un año de recesión en la zona euro son necesarias medidas que impliquen en un crecimiento de las respectivas economías, después de tres años de combatir problemas deficitarios que han obligado a rescatar a Grecia, Irlanda y Portugal y han dejado a España al borde del precipicio y a merced de los mercados.
Con problemas tan marcantes como el desempleo juvenil o el global, los déficits que arrastran algunos países y que no puede seguir creciendo indifinidamente, las políticas antisociales y el creciente malestar de los ciudadanos en muchos países, la cumbre, realmente, es menos una reunión sobre la crisis y más una oportunidad para analizar las repercusiones de la agitación social que se está viviendo en Europa, significativamente más constatada en algunos países, y estudiar caminos de enfrentarse a la misma sin un excesivo coste político.
Tampoco debemos olvidar que está reunión se produce en un momento en que una de las potencias europeas, Italia, tiene que definir la formación de un gobierno en función de los resultados de las recientes elecciones en el país.
El gran enigma que afrontan los líderes europeos en esta reunión es cómo encontrar maneras para estimular el crecimiento económico, conviviendo con la disciplina presupuestaria y la política de austeridad que se está imponiendo desde Alemania. Sin embargo, en los temas realmente importantes podemos olvidarnos de esperar avances sustanciales. En particular, la cuestión de la supervisión bancaria única, que está en su momento crucial, parece que se estanca y no avanzará hasta después de las elecciones en Alemania.