Asímismo por medio de un referéndum, un grupo de ciudadanos puede poner en discusión una ley, que haya sido aprobada por el parlamento, si consiguen más de 50.000 firmas en contra de la misma en un plazo de cien días. Esta acción puede llevarse a referéndum y en una votación nacional, por mayoría simple, se decide si se aplica o no.
El pasado 3 de marzo, en aplicación de la iniciativa popular, se realizó un referéndum con el objetivo de limitar las altas remuneraciones de los altos escalones ejecutivos. El resultado del mismo fue que el 67,9% de los suizos han decidido decir BASTA al enriquecimiento o a los supersalarios empresariales. En un referéndum histórico por su contenido, pero también por su forma -los 26 cantones sin excepción han votado a favor- los helvéticos han decidido que sean los accionistas y no los propios directivos los que decidan sobre sus remuneraciones.
La campaña alarmista de la patronal Economiesuisse, a pesar de los millones desembolsados para evitar la victoria de esta iniciativa, y de los partidos de derechas, de que una vez aprobada la reforma cientos de empresas se marcharían al extranjero y se perderían miles de empleos no ha surtido efecto.
Esta iniciativa, según publicaba en su edición de ayer el diario El País, nace ,conceptualmente, el 2 de octubre de 2001 "(ese dia) está grabado en la memoria de los suizos como un trauma nacional. Ese día se hundió la compañía aérea de bandera, la legendaria Swissair. Sus aviones se quedaron en tierra porque la empresa no tenía liquidez para pagar el combustible o los derechos aeroportuarios. Toda una humillación nacional que además puso al borde de la ruina a un pequeño empresario, Thomas Minder, el proveedor de los productos de aseo de la compañía. Cuando, con posterioridad, el responsable de Swissair, Mario Corti, fue recompensado con nueve millones de euros de indemnización, Minder decidió poner en marcha una sofisticada venganza contra los ejecutivos de las grandes empresas".
Pero ese no ha sido el único caso, hasta la fecha, de recompesa por gestiones ineficientes a nivel internacional. Además de en Suiza, parece que en otros países esa es una práctica habitual.
En uno de los países más industrializados del mundo y entre los más destacados por la calidad de vida de sus habitantes, la opinión pública se indignó al saber que los dirigentes de Novartis, Nesté, u otros grandes consorcios tengan salarios superiores a los 10 millones de francos suizos (10.6 millones de dólares o algo más de 8 millones de euros). Así los seguidores de la iniciativa han criticado ferozmente sueldos como los 10 millones para el titular de la chocolatera Lindt & Sprüngli, Ernst Tanner; los 12.5 millones para el de Roche, Severin Schwan, o los 11.2 millones para el número uno de Nestlé, Paul Bulcke.
Hace unos días, el ex presidente del consejo de administración de Novartis, Daniel Vasela, anunció, tras el escándalo generado en el país, que renunciaba a la prima final de 72 millones de francos suizos que le ofrecía la empresa, "como estímulo", para no trabajar en los próximos seis años con ninguna empresa de la competencia.
El escándalo no se pudo evitar a pesar de la renuncia a esa "bonificación de partida" y, para muchos especialistas, significó el impulso definitivo del masivo "Sí" que recibió la iniciativa.
Según la norma, la asamblea general de accionistas de la compañía elegirá anualmente al presidente del consejo de administración y a sus miembros, y deberá pronunciarse anualmente sobre las remuneraciones del consejo de administración, de la dirección y del comité consultivo. Además, la nueva ley prohibirá que los miembros de los órganos directivos reciban una indemnización por su partida, conocidas como los "paracaídas dorados", así como primas por contratación, tal como el "bono de bienvenida" de cuatro millones de francos suizos otorgado al expresidente del banco central suizo, Axel Weber, cuando asumió la presidencia del banco UBS. Asímismo, cuando los directivos abandonen la empresa no podrán obtener ninguna remuneración anticipada, ni podrán estar vinculados por contrato al consejo o a una sociedad del grupo.
La violación de la futura ley se castigará con tres años de cárcel y una multa equivalente al sueldo de seis años.
Al iniciar el procedimiento para poder sacar adelante su iniciativa, una de las acusaciones, entre otras varias, que Minder hacía en relación a los altos ejecutivos helvéticos, es que no existía ninguna relación
entre las remuneraciones de los mismos y sus resultados. "No
existen las leyes de mercado en este mundo; solo el compadreo y los
amiguetes que se reparten la tarta".
Esa cuestión, infelizmente, no es exclusiva de Suiza, es lo habitual entre el "establishment" de la mayoría de paises, sólo que en algunos se disimula, un poco, más que en otros, y en algunos no se preocupan de disimularlo ante la indiferencia de sus ciudadanos permitiendo a banqueros y "ejecutivos" quebrar empresas y después salir de ellas con millones de dólares en el bolso.
A partir de este momento, el gobierno tiene un año para redactar la norma que recoga el resultado de la voz popular, y que se aplicará a todas las sociedades anónimas helvéticas, coticen o no en la bolsa suiza o en el extranjero.
Aunque para muchos ciudadanos este es un paso adelante importante, hay quienes consideran que se habría podido llegar un poco más lejos "Creo que podríamos haber ido más lejos", opinaba una profesional suiza para la agencia EuroNews "tendría
que ser más bien como la iniciativa de los socialistas, que ponen
límites entre el sueldo mínimo y el máximo".
Los suizos no es la primera vez que usan sus votos para evitar la imposición de leyes. Así en septiembre del pasado año, decidieron en referéndum que el gobierno no podía prohibir completamente fumar en todos los lugares públicos y mantuvieron así la normativa actual que permite establecer espacios para fumadores en grandes recintos e incluso dar libertad a los restaurantes y bares de permanecer como "establecimientos con humo". Independientemente de ser fumador o no, es un ejemplo de democracia popular. Ese día casi el 68% votó contra una iniciativa que intentaba que el gobierno ampliase la prohibición de fumar en el país, y no creo que exista ese porcentaje de fumadores en el país.
Muchos países deberían copiar este modelo, y tal vez con el voto popular se podría hacer lo que muchos gobiernos no saben, NO QUIEREN o no consiguen hacer: ORGANIZAR SUS CASAS.
Los suizos no es la primera vez que usan sus votos para evitar la imposición de leyes. Así en septiembre del pasado año, decidieron en referéndum que el gobierno no podía prohibir completamente fumar en todos los lugares públicos y mantuvieron así la normativa actual que permite establecer espacios para fumadores en grandes recintos e incluso dar libertad a los restaurantes y bares de permanecer como "establecimientos con humo". Independientemente de ser fumador o no, es un ejemplo de democracia popular. Ese día casi el 68% votó contra una iniciativa que intentaba que el gobierno ampliase la prohibición de fumar en el país, y no creo que exista ese porcentaje de fumadores en el país.
Muchos países deberían copiar este modelo, y tal vez con el voto popular se podría hacer lo que muchos gobiernos no saben, NO QUIEREN o no consiguen hacer: ORGANIZAR SUS CASAS.
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