Una investigación judicial de una cárcel en el estado
de Maranhão, en el norte de Brasil, reveló espeluznantes condiciones de
tortura, abuso sexual y asesinato.
Un brutal video con tres presos decapitados en una cárcel en Brasil fue difundido este martes por el diario Folha de Sao Paulo (imagen de fuerte contenido), mientras las autoridades preparan la intervención del recinto para poner fin a las violentas riñas entre bandas.
El juez distrital que redactó el informe dijo
que la prisión de Pedrinhas era el "escenario más bárbaro" que jamás
había visto. Describió a los reclusos teniendo relaciones sexuales en
espacios abiertos, horrorosas escenas de tortura y por lo menos 59
muertes, incluyendo la decapitación de tres presos, en un solo año.Un brutal video con tres presos decapitados en una cárcel en Brasil fue difundido este martes por el diario Folha de Sao Paulo (imagen de fuerte contenido), mientras las autoridades preparan la intervención del recinto para poner fin a las violentas riñas entre bandas.
Según lo reportado, los castigos y represalias son propinados a diario por las pandillas de reclusos.
La agencia de Derechos Humanos de Naciones Unidas
pidió una investigación inmediata de la violencia carcelaria en el
nororiente de Brasil.
El llamado sucede después de que por lo menos 59
reclusos murieron en enfrentamientos entre pandillas rivales en la
cárcel de Pedrinhas, el año pasado.La ONU instó a las autoridades brasileñas a restaurar el orden inmediatamente, así como reducir el hacinamiento y mejorar las condiciones de los reclusos en todo el sistema brasileño.
El país sudamericano tiene la cuarta población carcelaria más grande del mundo, con medio millón de presos albergados en espacios para solo 300.000.
La crisis del sistema carcelario en el Estado do Maranhão ultrapasó las barreras de los presidios y ganó las calles de la capital del Estado, São Luis do Maranhão, durante la noche del viernes tres de enero.
Las autoridades afirmaron que las órdenes de los disturbios en la calle salió de los bandidos que se encuentran en el presidio de Pedrinhas, y que ordenaron que se quemasen cuatro autobuses y se disparase contra una delegacía de la policía de la ciudad.
Autobús quemado en los actos de vandalismo del día 3. |
siendo una de ellas una niña de 6 años, Ana Clara Santos Sousa, que tuvo más del 90% de su cuerpo quemado, y que murió el pasado día 6.
Su hermana, de un año y cinco meses, sufrió diversas quemaduras en los brazos y piernas. La madre de ambas, Juliane Carvalho Santos, de 22 años, está con 40% del cuerpo quemado.
El pasado mes de octubre el mismo centro carcelario vivió momentos de grande tensión debido a una rebelión, por causa del descubrimiento de un túnel que sería usado para una fuga masiva, que dejó 9 muertos y 20 heridos.
Esa era la tercera pelea entre bandas dentro del Complejo Penitenciario de Pedrinhas que tenía como resultado final víctimas fatales.
La primera semana de octubre dos confusiones entre las bandas ligadas al crimen organizado, como el Comando Vermelho (CV) dejó cinco muertos, uno de ellos decapitado y dos heridos.
El pasado mes de diciembre una inspección del Consejo Nacional de Justicia (CNJ) para verificar las condiciones de los presos del Complexo Penitenciário de Pedrinhas, reveló una situación alarmante: esposas y hermanas de los presos estarían siendo obligadas a tener relaciones sexuales con los líderes de las facciones criminales.
Los presos que se niegan a permitir la violación de las mujeres corría el riesgo de ser asesinados dentro del presidio.
"Las mujeres, familiares de presos, pueden estar pagando, dentro de la prisión, el precio para que ellos no sean asesinados. Es una grave violación de los derechos humanos", declaró a la prensa el juez responsable por la fiscalización del penal.
La institución enfrenta actualmente una guerra entre facciones rivales de delincuentes que resultó en los asesinatos de 62 reclusos desde el año pasado.
La organización Amnistía Internacional (AI) y el Alto Comisionado para Derechos Humanos de la ONU expresaron su preocupación por la escalada de violencia en las cárceles de Brasil.
"Lamentamos tener que expresar una vez más preocupación ante el terrible estado de las cárceles en Brasil y llamar a las autoridades a tomar medidas inmediatas para restablecer el orden en el penal de Pedrinhas y en otros penales del país", afirmó la ONU.
En otra nota, por su parte, Amnistía Internacional advierte que, desde 2007, el número de muertes en las cárcelel del estado de Maranhão llega a 150: "En este período, graves violaciones de derechos humanos fueron registradas en los penales del estado, como rebeliones con muertes, superocupación y condiciones precarias".
"Es inaceptable que una situación como esta se mantenga por tanto tiempo sin que haya una actitud efectiva por parte de las autoridades responsables", señala el documento, según las agencias Ansa y DPA.
La manifestación de Amnistía Internacional y del Alto Comisionado de la ONU coincidió con la divulgación, por el diario Folha de São Paulo, de un video de dos minutos y medio en el que los presos de Pedrinhas registraron imágenes brutales de asesinatos de reclusos ocurridos en el penal.
El penal de Pedrinhas, ubicado en las afueras de la capital de Maranhao, Sao Luis, enfrenta un grave problema de superocupación, ya que alberga a 2.500 presos, 800 por encima de su capacidad. Una singularidad que afecta a todos los presidios del país que viven rebeliones, con resultados fatales, con demasiada asiduidad.
El estado de Maranhão, uno de los más atrasado del país, está gobernado desde hace casi 50 años por la familia Sarney, dirigida por el expresidente brasileño y actual senador José Sarney y su hija, la actual gobernadora, Roseana Sarney. A pesar de llegar al poder a través de las urnas, la actuación de los Sarney recuerda a un Estado autoritario por el abandono en la gestión pública, la miseria y los edificios públicos que llevan el apellido del clan.
La crisis en el sistema carcelario de Brasil tuvo una gran repercusión internacional.
En el vídeo abajo, con imágenes extremadamente fuertes y filmadas por los propios presos de una facción rival, se puede observar a varios de sus rivales decapitados y grandes charcos de sangre, momentos antes de la rebelión en el complejo penitenciario de Pedrinhas.
En la espalda de uno de los cuerpos tendido en el suelo se pueden observar dos cabezas expuestas como trofeos. Al lado, un tercer decapitado tiene todavía la cabeza agarrada al cuerpo. Mientras un preso grita "Pon el cuerpo de frente para filmar derecho", otro pide: "No agarres la cabeza de él".
Junto con el video, la Folha de São Paulo identificó a los tres prisioneros decapitados como Diego Michael Mendes Coelho, de 21 años, Manoel Laercio Santos Ribeiro, de 46, e Irismar Pereira, de 34.
Conocidas como "escuelas del crimen" las prisiones de Brasil fueron escenario de, al menos, 218 homicidios durante 2013. Eso representa una media de una muerte cada dos menos de dos días.
En muchos Estados existe todavía, no computada como violenta, la "muerte gatorede", en que los presos son obligados a tomar un cóctel de drogas que tiene como consecuencia una sobredosis inmediata.
Brasil, según la prensa local, tiene más de medio millón de presos en el sistema carcelario, y al menos un 10% adicional en instalaciones provisionales como delegacías policiales u otras.
El pasado septiembre, el Consejo de Derechos Humanos del estado de Paraíba, en el norte del país, denunció que en una celda de la cárcel de máxima seguridad Romeu Gonçalves de Abrantes se encontraban prácticamente amontonados ochenta hombres desnudos, que malvivían entre orines y excrementos, sin colchones ni agua potable.
En el año 2010, el magistrado brasileño Cezar Peluso, días antes de asumir como presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), dijo que el sistema carcelario del país era un "crimen de Estado contra el pueblo" y una "vergüenza para el país".
El índice de recaída en el crimen de los presos brasileños que salen de la cárcel es el más alto del mundo: un 70% vuelven a cometer crímenes. El índice en Europa y en los Estados Unidos es de un 16%.
Presos en cárcel superlotada. Folha de São Paulo. |
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