En un polémico artículo en el diario Financial Times, el primer ministro británico, David Cameron, anunció una serie de medidas para restringir el acceso a subsidios de desempleo y vivienda a los inmigrantes de la Unión Europea (UE) y defendió la deportación de los extranjeros "sin techo".
"La libertad de movimiento dentro de Europa tiene que ser menos libre" es el título del artículo de Cameron, con el que volvió a poner sobre la mesa las preocupaciones de su gobierno ante la posibilidad de que al país le pase factura el fin de las restricciones para Bulgaria y Rumania a partir del pasado 1° de enero.
El jefe de Gobierno de Reino Unido también ha señalado directamente a quienes "mendigan o duermen en la calle", a los que ha amenazado con deportar.
Las restricciones al derecho a trabajar en otro país de la UE que nueve Estados miembros aplicaban a los ciudadanos de estos dos países desde su entrada en el club europeo en 2007 expiraron ayer. Ante el temor de una oleada migratoria hacia Alemania para aprovecharse de las ayudas sociales, los democristianos de Baviera (CSU) redactaron un explosivo documento con el que proponen medidas que restrinjan el acceso de los futuros inmigrantes al sistema social germano, en una maniobra que recuerda la política del Gobierno británico.
Los democristianos de Baviera, el partido hermano de la CDU de la canciller Angela Merkel que gobierna en ese Estado y es socia en la gran coalición gubernamental en Berlín, ha decidido rescatar de su arsenal político las peligrosas armas del populismo de derecha para impedir que rumanos y búlgaros viajen masivamente a Alemania para buscar trabajo y, al mismo tiempo, disfrutar del generoso sistema social que ofrece el país a sus trabajadores. Baviera es el Estado más rico de Alemania y está en camino de alcanzar el pleno empleo.
El socialdemócrata, Frank-Walter Steinmeier, nuevo ministro de Asuntos Exteriores germano, decía en el periódico alemán Süddeutsche Zeitung, "Quien cuestiona la libre circulación de trabajadores daña a Europa y también daña a Alemania". Para continuar declarando: "Las libertades europeas son el núcleo de nuestra idea de Europa y la libre circulación de trabajadores es un componente irrenunciable de la integración europea. Alemania se ha beneficiado enormemente con ella y, con seguridad, mucho más que los demás".
En Francia el Frente Nacional de Marine Le Pen aspira abrir camino en Europa a otros partidos extremistas y ultranacionalistas arrojando una Eurocámara menos europea que nunca en un momento en el que los ciudadanos europeos más necesitan una Institución global europeista.
La extrema derecha, conjuntamente con las ideas nacionalistas y xenófobas o antidemocráticas y antisociales, que restrigen la libertad y los derechos de las personas, han consumado en estos últimos cinco años un avance generalizado en países como Italia, Austria, Suiza, Grecia, Hungría, Francia, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica o España.
Que esto continúe en una peligrosa evolución dependerá, en buena parte, de la participación de un electorado que se mueve entre la desafección y el enfado. Según los últimos eurobarómetros, las instituciones europeos son mejor valoradas que las nacionales por la mayoría de los ciudadanos. El Parlamento Europeo es la institución más transparente, pero está desconectada del ciudadano de a pie.
De continuar la complacencia, peligrosa y al mismo tiempo oportuna palabra, con la que los europeos observan la evolución de los movimientos y acciones neofascistas en sus diferentes países, cuando vemos que para las elecciones europeas del próximo mes de mayo la extrema derecha racista y xenófoba decide concurrir conjuntamente como ya han anunciado el Frente Nacional francés de los Le Pen y el holandés Geert Wilders, recuperando propuestas y eslóganes que ya resonaron en Europa años atrás, y que generaron diversas tragedias tanto en Europa como en el resto del mundo, la Unión Europea, el gran invento colectivo para acabar con todos los autoritarismos puede terminar convertida en una idea sin sentido.
El Frente Nacional de Marine Le Pen, el UKIP de Nigel Farage o el Partido de la Libertad de Geert Wilders amenazan con convertirse en los más votados en Francia, Reino Unido y Holanda. Los directamente nazis griegos de Aurora Dorada confían también en obtener un buen resultado y llevar a Estrasburgo a su líder, al que hacen llamar Führer.
La libre circulación de rumanos y búlgaros ha causado temor y alarma en varios países ricos de la Unión Europea, donde la prensa y los partidos de derecha han denunciado que una nueva invasión de trabajadores dejarán sin empleo a los residentes, colapsarán los servicios públicos y se aprovecharán del estado de bienestar, tal como lo han denunciado el Frente Nacional de Francia, el Partido Libertad de Holanda y el Partido Independencia del Reino Unido.
Aprovechándose de estos temores el Frente Nacional de Marine Le Pen aspira abrir camino en Europa a otros partidos extremistas y ultranacionalistas arrojando una Eurocámara menos europeo que nunca precisamente cuando sus ciudadanos más la necesitan.
Protesta en el Parlamento británico contra el voto a la extrema derecha, en 2010. / Paul Hackett (REUTERS). |
"La UE se enfrenta en 2014 a dos amenazas a su supervivencia. La primera son los euroescépticos que quieren destruir las instituciones que durante 60 años han mantenido a raya el nacionalismo que despedazó nuestro continente el siglo pasado", aseguraba el líder de los liberales europeos, Guy Verhofstadt, que aspira a presidir la Comisión Europea. La segunda es que el Parlamento Europeo continúe siendo una institución secundaria en el desarrollo político y social de Europa, y al mismo tiempo que no se consiga una unión bancaria que aleje a la actual versión claramente descafeinada y germanizante.
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