Michael Bloomberg se quedó helado en el acto de toma de posesión de Bill de Blasio como nuevo alcalde de la ciudad de Nueva York, y no solo por el frío que azotaba Nueva York el día que entregaba el ayuntamiento de la Gran Manzana a su sucesor, sino por las críticas de los que intervinieron en el acto que le reprocharon haber partido en dos la ciudad de los rascacielos, tanto en materia económica como social. Solo el expresidente demócrata Bill Clinton reconoció que deja a su sucesor una ciudad "más fuerte y sana" que hace 12 años.
Durante los tres mandatos que gobernó, Bloomberg se aplicó un sueldo simbólico de un dólar, cuando pudo haber ganado unos dos millones de euros, y se desplazó al trabajo en metro desde su mansión en el Upper East Side. Además, el segundo hombre más rico de Nueva York no solo renunció a vivir en la residencia oficial, sino que gastó cinco millones en renovarla. También puso su avión privado a disposición de la ciudad, viajes que habrían costado 37 millones de dólares.
Bloomberg brindó el domingo su 601.º y último mensaje semanal en la radio 1010 Wins News,
en el que agradeció a los neoyorquinos por haberlo apoyado cuando era
un "relativo desconocido sin experiencia de gobierno", y afirmó que hizo
"todo lo que pudo" para mejorar a la ciudad que ama.
"Cada día en los últimos 12 años me desperté pensando cómo hacer a
nuestra ciudad más fuerte y más segura, más saludable y más verde, más
libre y más justa, más compasiva, más innovadora y emprendedora, con más
oportunidad para todos. El miércoles a la mañana me levantaré y
sonreiré, sabiendo que hicimos todo lo que pudimos para alcanzar esos
objetivos", dijo.
El alcalde
saliente, que asumió el cargo a comienzos de 2002, poco después de los
atentados del 11 de septiembre de 2001, que tuvieron en Nueva York su escenario más
devastador, recordó hoy que, doce años después, la ciudad no ha vuelto a
sufrir ataques terroristas.
Apasionado de las estadísticas, sus fojas muestran que Nueva York se
convirtió en "la más segura de las grandes ciudades" estadounidenses,
con la tasa de asesinatos más baja en 50 años, pasando de los 649 en
2001 a 332 en 2013, según cifras hasta el 27 de diciembre.
Muchos le reprochan a Bloomberg un autoritarismo,
reflejado por ejemplo en su intento de prohibir las sodas gigantes, que
chocó este año contra fallos judiciales adversos.
También se lo critica con dureza por los controvertidos controles y
cacheos espontáneos de la policía, acusada de discriminación racial
contra hispanos y negros.
Pero, sobre todo, la
mayoría de los neoyorquinos siente que la brecha entre ricos y pobres no
ha dejado de ampliarse a lo largo de estos doce años.
Según la Coalición por los Sin Techo, el número de
personas que no tienen un lugar propio para dormir llegó en junio pasado
a un récord de 52.400, incluyendo 22.100 niños.
El 21,2% de los neoyorquinos viven por debajo de umbral nacional de la
pobreza, un punto más que cuando el alcalde llegó al poder en pleno
deterioro de la economía. El año pasado, 1,7 millones de ciudadanos más
engrosaron esta lista. Bloomberg se defiende con que al comienzo de la
década Nueva York era la sexta ciudad más pobre entre las 20 más grandes
de Estados Unidos y ahora ocupa el puesto número 13.
La
cantidad de neoyorquinos que recurre a comedores populares porque no
ganan lo suficiente para llegar a fin de mes ronda los 1,4 millones, es
decir uno de cada seis de los 8,33 millones de habitantes de la Gran
Manzana, de acuerdo con la Coalición contra el Hambre de la Ciudad de
Nueva York.
Bloomberg, de 71 años, posee una fortuna estimada en 31.000 millones de dólares
(casi 23.000 millones de euros), lo que le coloca entre los 13 más
ricos del mundo. El año pasado donó 350 millones de dólares, de acuerdo
con el último cálculo de The Chronicle of Philanthropy.
De Blasio estuvo acompañado de su esposa, Chirlane McCray, y sus hijos, Chiara y Dante, durante el acto de juramento. AP |
Pasado un minuto de la medianoche del último día del año, el demócrata
Bill De Blasio realizó el habitual juramento como nuevo alcalde
de Nueva York frente a su modesta casa en Brooklyn.
"Para todos, éste es el comienzo de un camino que recorreremos juntos", dijo
De Blasio después de jurar el cargo en una ceremonia presidida por el
fiscal general del estado de Nueva York, Eric Schneiderman.
Posteriormente,
en una ceremonia pública celebrada en la escalinata del Ayuntamiento, Bill Clinton fue el encargado de tomar juramento al
nuevo regidor neoyorquino, de 52 años de edad. Bill De Blasio devuelve así el sillón municipal a los demócratas tras veinte años de mandatos de representantes republicanos.
Uno de los mayores desafíos de De Blasio será reducir los altos niveles de pobreza de la ciudad de New York.
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