Vista general del final de la manifestación silenciosa celebrada en Bilbao Efe/ Luis Tejido |
Fuentes de la Policía Municipal calcularon una participación de alrededor de 110.000 personas, cifra ligeramente superior a los 100.000 asistentes estimados en la marcha convocada también por las fuerzas abertzales, en enero de 1995 dentro del espíritu de Lizarra. Los accesos a la capital vizcaína estuvieron colapsados desde una hora antes del inicio del acto. La organización estimó un servicio de viajeros de 300 autobuses.
Junto a la propuesta del ministro de Justicio, Alberto Ruiz-Gallardón de situar la política del aborto en España 40 años atrás, los movimientos del Gobierno contra los nacionalistas vascos son el error político más importante del gobierno Rajoy en los últimos meses. Con esta actitud han abierto un nuevo frente a los ya existentes en la política y economía españolas.
Con su actitud el Gobierno le ha hecho un enorme favor a Sortu (partido político nacionalista vasco) que esperaba, desde la declaración de ETA que cesaba en su política terrorista, que el PNV (Partido Nacionalista Vasco) se juntase a ellos en las movilizaciones populares.
La prohibición decretada por la Audiencia Nacional contra la manifestación convocada por la iniciativa de apoyo a los presos de ETA, a instancias del gobierno, solo ha provocado un incremento en el número de personas que han criticado la misma, algo incomprensible en un Estado de Derecho, y, como reacción colocó al PNV y a Sortu hombro con hombro en una grandiosa manifestación popular bajo el lema "Derechos humanos, solución y paz".
Es la primera marcha convocada de manera conjunta por todas las fuerzas nacionalistas desde el 9 de enero de 1999, cuando Xabier Arzalluz y Arnaldo Otegi encabezaron la habitual manifestación de principios de año contra el "inmovilismo" del Gobierno español hacia los reclusos de ETA y, también, para consolidar el "proceso democrático" que entendían iniciado con la tregua que emanó del Pacto de Lizarra entre todos los grupos nacionalistas.
Tras años de negociaciones con la banda terrorista ETA, inclusive auspiciadas por el ex presidente del gobierno, y miembro del Partido Popular, José María Aznar, parece que en la actualidad Rajoy, junto a sus ministros, esté potenciando la involución de España acercándose a las corrientes más alejadas de los principios democráticos en el país.
La incorporación del PNV al resto de la familia de fuerzas abertzales para compartir, a través de la convocatoria de una manifestación multitudinaria, un mismo escenario de rechazo a la política de Mariano Rajoy en el proceso de paz que lleve a la entrega de armas y disolución definitiva de ETA, significa la apertura de un nuevo debate político en el País Vasco.
Pero no es exclusivamente el Partido Popular quien se equivoca al buscar inventar un problema que, afortunadamente, ya no existe en España, la guerra con ETA, de la misma manera que hace con el referéndum por la Independencia de Catalunya, con el objetivo de desviar la atención de la población española de los problemas que realmente les afecta: El paro, la corrupción y los problemas económicos según determinó la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), efectuada el último mes de noviembre (En la encuesta, que fue realizada entre el 1 y el 13 de noviembre pasados, el paro es citado como uno de los tres principales problemas por el 77,7 por ciento de los españoles -77,4 en octubre-, seguido de la corrupción, con el 31,8 -31,1 en el anterior barómetro- y los problemas económicos con el 31,1 por ciento).
También el PSOE, a través del Partido Socialista de Euskadi (PSE), sentado entre dos sillas sin saber cual ocupar, está contribuyendo, al igual que en Catalunya con su falta de visión política, a acercar posiciones entre las diferentes siglas del nacionalismo vasco.
Con su discurso actual Rajoy se quiere acercar a las políticas más conservadoras y ultraderechistas, con Aznar a la cabeza, que en lugar de progresar en el proceso de paz, y buscar la disolución de ETA de manera definitiva, parecen buscar en los fantasmas del terrorismo el camino para perpetuarse en el poder, y buscando dar una vida a ETA que esta ni tiene ni busca.
"Pero lo peor (en referencia a Rajoy) es que no valore el proceso de desmantelamiento de ETA. Ni el cese definitivo del terrorismo —sin que ETA lograra el derecho de autodeterminación y la unión del País Vasco con Navarra—, cuando la gente en la calle percibe que ya no es un problema porque desaparecieron los atentados y la extorsión.
Tampoco valora que los presos de ETA hayan pasado de reclamar la amnistía y la negociación a asumir la legalidad penitenciaria. Y que la imagen de los excarcelados de ETA en Durango es la de su derrota al rechazar la violencia, aunque se comprenda que irrite a sus víctimas", comenta el diario El País en su edición de hoy.
Con su actuación el Gobierno parece no querer un proceso de paz y democracia para Euskadi, y pensar que el conflicto, aunque sea forjado unilateralmente, y el miedo son las únicas vías para la reelección, y no la resolución de los auténticos problemas que tiene España, en función de la propia opinión de la ciudadanía: EL DESEMPLEO Y LA CORRUPCIÓN.
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