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viernes, 18 de enero de 2013

España, un camino entre la opacidad y las sombras

Cada día que pasa salen a la luz -pese al desesperado intento de mantenerlos en las sombras o generar dudas respectos a los mismos- nuevos casos de corrupción en la clase política española. En un país donde año tras año se alimentan y reproducen los casos de actuaciones poco transparentes de políticos a todos los niveles, la desesperanza, la indiferencia y la indignación silenciosa están tomando cuenta de los ciudadanos sin importar su ideología o tendencia política. El comentario de la calle -que al parecer no llega a los políticos- es "son todos iguales" o "son todos unos corruptos".
La indiferencia frente a los niveles de corrupción que asolan el país -ante la pasividad de políticos y ciudadanos- es el gran peligro de cara al futuro del mismo. Como escribe hoy en el diario El País, Fernando Vallespín "... ya no nos quedan palabras a través de las cuales manifestar nuestra perplejidad e indignación ante la proliferación de tantos casos de corrupción, ante el espectáculo de una información política en la que cada día desayunamos con nuevos asuntos de políticos que se valen o se han valido de sus cargos para el beneficio económico propio o de su partido".
En el blog Economy Weblog podemos leer: "Cada día que pasa los medios de comunicación se encargan de sacar a la luz nuevos casos de corrupción en España". "¿Es España un país corrupto? ¿Está generalizada  la corrupción entre la clase política y empresarial?." Cualquiera que lea los diferentes medios de comunicación existentes en el país diría, sin dudarlo: la clase política y empresarial española es absolutamente corrupta. Pero la verdad es que, aunque el país necesita un baño de ética, una catarsis -entre los antiguos griegos, purificación ritual de personas o cosas afectadas de alguna impureza- comportamental que consiga devolver paulatinamente la esperanza del pueblo español en su clase dirigente, no podemos decir que sean todos iguales. Afortunadamente, aún no.
Actitudes como las de la sra. Cospedal -secretaria general del PP- pidiendo la dimisión del sr. Durán i Lleida por el caso Pallarols -en lo que estoy absolutamente de acuerdo- pero rechazando tajantemente la suya por el caso Bárcenas -ex tesorero del PP con cuentas millonarias en el exterior de dudosa procedencia, así como responsable de los supuestos pagos en dinero negro (según publica El Mundo) durante años a la cúpula del PP-, los supuestos actos de corrupción de la familia Pujol Ferrusola en Cataluña, el caso Pokemon -que afecta al alcalde de Santiago de Compostela, Ángel Currás (PP), y otra treintena de personas por tráfico de influencias-, el caso Mercurio -que envuelve al alcalde socialista de Sabadell y otros políticos- y un largo etcétera -más de 200 políticos están implicados en diferentes casos de corrupción en España- sólo hacen que agudizar la crisis de ética y moralidad de la clase política y empresarial española.
La corrupción en España se ha convertido en el cuarto motivo de preocupación -por importancia- para los ciudadanos españoles. Al mismo tiempo, la organización Transparencia Internacional -una organización no gubernamental con sede en Berlín- ha situado al país en la trigésima posición, con una nota de 65, a nivel de trasparencia -en 2004 estaba situada en el puesto 23, con 71 puntos-. Desde entonces se ha ido perdiendo puestos. Es decir, cada año que ha pasado, desde el 2004, España se ha vuelto cada vez más corrupta. Los siguientes son los países que encabezan el ranking de transparencia: Nueva Zelanda (90), Dinamarca (90), Finlandia (90), Suecia (88), Singapur (87), Suiza (86), Australia (85), Noruega (85) y Holanda (84). Evidentemente existen países más corruptos -tenemos 144 que la precenden- pero también hay que tener en cuenta que España está considerada como la décima potencia económica mundial.
El eurodiputado y exministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, en una entrevista recogida por Europa Press, afirmaba ayer "la crisis no está sólo en la política" sino que es "total" y antes los numerosos casos de corrupción política se ha preguntado: "¿Hasta qué punto hemos perdido el norte?".
Aunque no lo muestre en la calle, aunque no actúe con violencia, aunque permanezca en silencio, aunque se resigne a los hechos, aunque... el pueblo español está deseando alzar su voz y gritar -desde su actual impotencia ante la situación- ¡BASTA YA DE CORRUPCION!

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