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jueves, 10 de enero de 2013

Rizana Nafeek, una joven de 24 años decapitada en Arabia Saudí

Hace pocas horas algunas agencias de información nos han transmitido una noticia que, aunque esperada, no ha dejado de sorprendernos por su crueldad, injusticia y su implícita actitud xenófoba hacia los trabajadores extranjeros que viven en Arabia Saudí.
A última hora de ayer, horas antes de que la noticia fuese recogida por algunos medios de comunicación, Amnistía Internacional emitió el siguiente comunicado sobre este lamentable episodio:
"Hoy (miércoles) ha sido decapitada una trabajadora doméstica srilankesa en Arabia Saudí por un delito que presuntamente cometió cuando era menor de edad, lo que muestra una vez más que el reino del Golfo tiene una deplorable desconexión con las normas internacionales sobre la pena de muerte".
Rizana Nafeek, nombre de la joven decapitada, llegó a Arabia Saudita en 2005, expulsada de su país por el tsunami que arrasó el Océano Indico un año antes, con el objetivo de ayudar a su familia.
Su desafortunada historia comienza tras despuntar el sol de un claro domingo en el sureste asiático, sin saber al inicio del mismo -como centenas de miles de personas- que en minutos todo estaba destinado a cambiar su vida. A las 06:58 de la mañana un terremoto de 9.2 grados en la escala de Richter sacudió la zona y con él se inició una trágica mañana.
Dieciocho minutos después, el mar provocaría una de las peores catástrofes de los últimos 50 años, cuando el terremoto generó olas de más de diez metros de altura, que se desplazaron a una velocidad superior a los 800 kilómetros por hora. El tsunami golpeó a Indonesia, Sri Lanka, India, Malasia, Tailandia, Islas Maldivas y extensas aéreas costeras de Birmania, Bangladesh, Kenya y Somalia.
En dos horas, el tsunami o maremoto barrió con todo lo que encontró a su paso en la costa sur de Asia dejando un rastro de destrucción y muerte por doquier: Casi 300.000 fallecidos y unos dos millones de personas se quedaron sin ningún tipo de cobijo.
Después de algunas semanas en Arabia Saudí consiguió trabajo como empleada doméstica, pero una nueva tragedia se asomaba a su vida. Fue acusada de homicidio por la muerte del hijo del matrimonio para el que trabajaba, de 4 meses de edad. Así, Nafeek pasó los siguientes siete años en cárceles de Arabia Saudita, al encontrarla la justicia culpable del asesinato del cual era acusada.
Rizana Nafeek no tuvo acceso a abogados durante los interrogatorios preliminares ni durante el juicio que se celebró en 2007 ni se le permitió aportar documentos sobre su edad en aquellos momentos -17 años-, ni se le ofreció -posteriormente- un abogado con condiciones para defender su presunta inocencia. Así, aunque en un principio “confesó” el asesinato del bebé durante el interrogatorio, más tarde se retractó y negó que fuese verdad, alegando que la habían obligado a “confesar” bajo coacción tras una agresión física. Ella aseguró que el bebé había muerto de asfixia mientras bebía de un biberón.
A principios de la semana, Amnistía Internacional y el gobierno de Sri Lanka instaron al rey Abdulá de Arabia Saudí –que ratificó la condena a muerte– a que indultase a la acusada, dado lo joven que era en el momento del presunto delito y las dudas sobre las garantías procesales del juicio.
"A pesar del coro de peticiones a las autoridades saudíes para que impidieran y reconsideraran la sentencia de muerte contra Rizana Nafeek, su intención era decapitarla y la han ejecutado, demostrando una vez más, lamentablemente, cómo incumplen sus obligaciones internacionales respecto a la pena de muerte", ha denunciado el director para Oriente Próximo y Norte de África de Amnistía Internacional, Philip Luther.
Rizana era una menor cuando ocurrió la muerte del bebé y no tuvo abogado para defenderla ni tampoco un intérprete competente”, afirmó Nisha Varia, investigadora de derechos humanos de Human Rights Watch.
Como país firmante de la Convención de los Derechos del Niño, Arabia Saudí no puede imponer la pena de muerte a personas menores de 18 años en el momento del delito por el que fueron condenadas, por lo que esta ejecución representa un absoluto desprecio del Estado por los acuerdos internacionales.
Grupos de derechos humanos -como Amnistía Internacional y Human Rights Watch- han denunciado la falta de protección de los mismos, habitualmente, en el país.
 
Rizana Nafeek (Foto y dibujo extraido del blog Gossip Lanka News)
   


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