Libia, El caos, las armas, el petróleo y la falta de gobierno hacen del país un polvorín

El  ex primer ministro, Ali Zeidán (i) y el entonces ministro de Defensa, Abdala Al Zani (d), durante una reunión del gobierno en Trípoli, en 2013/SABRI ELMHEDWI (EFE).

Han pasado casi dos años y medio desde la caída de Gadafi y Libia continúa luchando para salir de un periodo de transición caótico. ¿Cuál es la situación actual del país?.
Más de dos años después de la muerte de Gadafi la inestabilidad se apodera de Libia, un país con una transición liderada por los grupos armados que lucharon en la guerra y que se niegan a entregar las armas.
Libia es un polvorín y no hace falta exagerar.
El primer ministro fue derribado por una moción de censura el martes y este miércoles huyó en un jet privado camino de un país europeo. El exprimer ministro libio Alí Zeidan denunció ayer jueves una "falsificación" de los votos de la moción de censura celebrada el martes y que se saldó con su cese, según informó la cadena France 24. Zeidan ha afirmado que el número de parlamentarios que votaron a favor de su destitución fue de 113, mientras que el número necesario para una decisión de esas características es de 120. Por ello, ha sostenido que su cese ha sido una "maniobra" política.
Abdala Al Zani, hasta ahora ministro de Defensa, le ha sustituido en el cargo.
No está nada clara la autoridad ni la competencia del Gobierno interino ni de un parlamento en sus horas más bajas y con la ampliación del período de su mandato, finalizó el pasado 7 de febrero, rechazada.
Los rebeldes tienen bajo su mando varios de los principales puertos del país y en los mismos deciden por su cuenta si los petroleros internacionales pueden entrar a cargar, o no, al margen de lo que opine el jefe de turno en Trípoli, como en el caso del petrolero de bandera norcoreana "Morning Glory", que cargó, y eludió posteriormente el cerco de las tropas y buques de la Marina de Libia, en el puerto de Es Sider, controlado por los milicianos rebeldes del Este del país, partidarios de independizar la región de Cirenaica, la mitad oriental de Libia, el equivalente a unos 350.000 barriles de petróleo.
El petrolero burló con la escolta de los rebeldes el bloqueo y salió entre tiros a aguas internacionales.
La capital sufre secuestros diarios y debate en su propio consejo cómo expulsar del municipio a los grupos armados que campan a sus anchas.
La ola de violencia, desatada en Libia, propiciará el terreno para el proceso de la desintegración del país africano en el caso de que la comunidad internacional y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sigan siendo indiferentes respecto a la crisis existente.
La advertencia se hizo patente en las declaraciones hechas el lunes por parte del representante especial de la ONU para asuntos de Libia, Tarek Mitri, durante una sesión pública del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU).
En los yacimientos petrolíferos, el gran y único maná, la producción ha caído por debajo de los 250.000 barriles diarios cuando hace tres años, aún bajo el régimen del dictador Muamar Gadafi, podía llegar a casi 1,5 millones.
La violencia se ha tornado en algo habitual en la nueva Libia  dos años y medio después de la muerte de Moamar Gadafi, dos años y medio de una transición imposible que en las últimas semanas ha visto cómo las cosas se complican aún más de cara al futuro.
Los grupos armados que se formaron para combatir a los mercenarios a sueldo de Moamar Gadafi, que carecía de un Ejército potente por miedo a un golpe en su contra, "han pasado de defender la revolución a querer tomar parte de sus resultados", según fuentes diplomáticas europeas en Trípoli que subrayan la inestabilidad creciente del país.
El otro gran problema de Libia son: las armas.
Libia se ha convertido en el mayor exportador de armas ilegales en el mundo, según un informe del comité de seguridad de la ONU.   El informe, ha sido presentado por el jefe del comité Eugène-Richard Gasana , adviertiendo que la mayoría de los depósitos militares en el país se encuentran bajo el control de "sujetos paramilitares no estatales".

Según Gasana, esto ha llevado a que "Libia se haya convertido en la mayor fuente de armas ilegales, incluidos los sistemas de defensa aérea portátiles". Gasana señaló que se está investigando actualmente la transferencia ilegal de armas libias a 14 países, entre los que según datos anteriores se encontraba Siria. El contrabando de Libia está alimentando los conflictos y la inestabilidad, incluyendo el terrorismo, en varios continentes.
"El contrabando de Libia está alimentando los conflictos y la inestabilidad, incluyendo el terrorismo, en varios continentes, algo que es poco probable que cambie en un futuro cercano", dijo el diplomático, representante permanente de Ruanda ante la ONU.En resumen, continúa diciendo el informe, "en los últimos tres años, Libia se ha convertido en una de las principales fuentes de armas ilícitas", que proporciona suministros a unos 14 países de forma contrastada, y alimenta así "los conflictos y la inseguridad, incluido el terrorismo, en varios continentes".
Dos años y medio después de la caída del régimen de Gadafi, la situación en Libia puede ser calificada de muy delicada. En efecto, los gobernantes libios o al menos la clase política que dirige el país, se enfrenta a numerosos desafíos.
El desgobierno abarca todos los ámbitos del poder pero es especialmente débil en el terreno político. Se funciona por tribus y con el poder de la fuerza.
El último primer ministro, Ali Zeidán, está en paradero desconocido y perseguido por la justicia con denuncias de intereses ocultos. Se presume que está en Europa, porque pasó el martes dos horas en Malta. Y se especula que podría haber recabado en Alemania, porque fue allí desde dónde volvió a Libia cuando fue derrocado en 2011 Gadafi tras 43 años. Zeidán era liberal y durante su mandato no ha conseguido fraguar una alianza entre los nacionalistas y los islamistas presentes en el parlamento, ahora llamado Congreso Nacional, que está fuera de plazo desde el 7 de febrero y al que le faltan 20 diputados por distintas causas. Tampoco fue capaz de conformar unas fuerzas armadas leales y operativas ni de poner paz en todo el territorio.
Desde el pasado verano un grupo de milicianos armados, comandados por Ibrahim al-Jathran, de 33 años, y antiguo miliciano anti-Gadhafi, ha tomado bajo su mando cuatro puertos del golfo de Sirte, en la zona este, en la región Cirenaica, donde se concentra casi el 80% de la producción de crudo, y para la que exige mayor autonomía. Sirte es, además, la ciudad original de Gadafi. Los rebeldes se han permitido el lujo de regular a su antojo la producción y hasta la exportación del petróleo, en un país de clara importancia para la OPEP.
El representante especial de la ONU para asuntos de Libia, Tarek Mitri, informó, en una reunión de esa Organización,  que Libia, en las últimas semanas, ha sido testigo de una ola de criminalidad sin precedentes, cuya continuación desencadenará graves retos para el país.
En alusión al asalto perpetrado el día 2 de marzo por un grupo de hombres armados a la sede del Parlamento de Libia, Mitri indicó que los recientes esfuerzos aunados por la comunidad internacional y las instituciones internacionales, hasta el momento, no ha ayudado mucho para encontrar una salida a los conflictos y las divergencias existentes.
Al destacar que la nación africana ha sido sumida durante los últimos tres meses en una escalada de violencia, Mitri recordó que hasta el momento los enfrentamientos del Ejército libio con las milicias armadas se saldaron con centenares de muertos en la ciudad de Sabha, en el sur del país. 
La capacidad del Gobierno libio para exportar crudo, cuyos ingresos son necesarios para la recuperación económica del país, se ve socavada por actividades de milicias en campos petroleros y puertos. 

Tropas rebeldes de Ibrahim al-Jathran. Agence France-Presse/Getty Images