Este dibujo de un menor sirio representa la presencia de la violencia vivida en todas sus formas |
"Los detuvieron y los torturaron. Otros adolescentes se manifestaron para que los liberaran. Estalló la revolución siria", recuerda en conversación con Efe Nura Amir, vicepresidenta de la Coalición Nacional Siria (CNFROS), el organismo que intenta agrupar a las diferentes corrientes opuestas al régimen de Bachar al Asad.
La exposición abarca cientos de dibujos realizados por niños y niñas sirios, algunos residentes en los campamentos de refugiados en Turquía y otros aún atrapados por la guerra civil dentro de Siria.
Tras inaugurar la muestra en Estambul, la Coalición negocia ahora con espacios de Londres, París y Bruselas para llevarla a través de toda Europa.
No ha sido fácil traer los dibujos desde Siria, relata Khaled Saleh, portavoz de la CNFROS. Algunos han llegado de Daraya, un pueblo cerca de Damasco que lleva meses sitiado.
"El único que entra y sale cada 15 días es un contrabandista de tabaco, al que llaman 'el suicida'; él consiguió sacar los dibujos, aunque nos costó 35 días llevarlos a Damasco, de allí a Líbano y finalmente a Estambul", recuerda Saleh. "Todavía nos siguen llegando dibujos; enriquecerán la muestra cuando viaje a otros países", señala a Efe la responsable de prensa de la misma institución, Sara Karkour.
Los trabajos muestran tanques, helicópteros, bombas que caen, niños ensangrentados, tiendas de refugiados. Pero también hay muchas flores, ríos, árboles, paisajes de felicidad. "Los niños se acostumbran rápido y siempre confían en un futuro mejor", señala Amir. "Eso sí, los dibujos más alegres son los de los campamentos". Y es que es difícil soñar cuando los disparos están sonando permanentemente a tu alrededor.
Tres años después de arrancar la rebelión, los frentes se han estancado. Una franja norteña de Siria está en manos de los rebeldes y hay bolsas insurgentes incluso alrededor de Damasco. Pero la revolución, convertida en guerra civil, ya no avanza. La lógica militar ha reemplazado las demandas de derechos y las negociaciones de Ginebra no han llevado a ninguna parte.
Mientras los combates siguen, los niños dibujan flores y banderas en el café de Estambul donde se realiza la exposición, a mil kilómetros de Damasco. "Llevamos un año en Turquía", dice Righat, una pequeña de Idlib. A la pregunta de "¿Dónde está tu casa?" responde: "Ya no tenemos casa. Lo han destruido todo".
Saba Jalil Aga, una niña de 14 años oriunda de la capital, tiene más esperanzas, pero rehuye la palabra guerra. "Hemos venido aquí a causa de los sucesos; primero nos fuimos a Arabia Saudí y luego vinimos a Turquía. Aquí están las cosas mucho mejor, estamos bien. Y cuando caiga Asad, regresaremos a Siria y seremos felices", dice la menor.
"Está claro que Asad no tiene intención de encontrar soluciones, apuesta por ganar tiempo e ignora todo lo que diga la comunidad internacional. Mientras, continúa con la guerra. Ya sólo hay una solución y es derrocarlo por la fuerza", opina Saleh. "La única vez que cumplió una promesa, en el caso de entregar las armas químicas, es cuando hubo una amenaza creíble de intervención. Es un régimen muy arrogante", indica.
El horror de la guerra siria contado en los dibujos de los niños. EFE. |
Para merecer la confianza de los Gobiernos que la respaldan, la CNFROS está en un proceso de reestructuración para mejorar la coordinación entre las diferentes corrientes, dar una imagen de unidad y aspirar a ser una opción de Gobierno.
Saleh recuerda que la Coalición cuenta también con grupos kurdos en su seno, pero no hace causa común con el PYD, la milicia kurda que mantiene bajo control el noreste de Siria. Ni tampoco, por supuesto, con el Ejército Islámico de Irak y Levante (ISIL), que incluso se enfrenta al Ejército Libre de Siria (ELS), las "fuerzas oficiales" de la Coalición.
Eso sí, al grupo armado Frente Al Nusra, afiliado a Al Qaeda, sí se le considera un aliado de la Coalición "porque han dejado muy claro que apoyan la Revolución", aclara Saleh.
En medio de la crítica situación política y militar que cruza la lejana Siria, con una guerra civil que ya superó con creces los 100 mil muertos y los dos millones y medio de refugiados, los ojos de los niños se mantienen atentos, expectantes a todo lo que sucede a su alrededor, observando su entorno con detenimiento y procesando las crudas imágenes con las que se enfrentan día a día. Unas imágenes que ya forman parte de su hábitat, dado que se han incorporado a su rutina.
Los dibujos son un reflejo del trauma que han vivido estos niños que han visto la muerte de sus padres, hermanos, amigos o vecinos. Que son supervivientes de una guerra despiadada y cruel.
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