Cuerpos de civiles se encuentran, entre bicicletas aplastadas, cerca de la plaza de Tiananmen, el 4 de junio de 1989. Foto AP |
Hace hoy 25 años, en la noche del 3 al 4 de junio, los tanques del Ejército Popular de Liberación (EPL) entraron en las calles de Pekín con una orden tajante: desalojar la plaza Tiananmen de los miles de manifestantes que la ocupaban.
Las protestas prodemocráticas de 1989 comenzaron como un movimiento popular liderado por los estudiantes de Pekín, al que su unieron trabajadores e intelectuales, con el apoyo de muchos ciudadanos. Luego se extendieron por todo el país. Los manifestantes ocuparon la plaza Tiananmen, en Pekín, donde en algunos momentos llegaron a juntarse entre 500.000 y un millón de personas, según diversas fuentes.
Pero una imagen ha quedado grabada para siempre en la retina de millones de personas alrededor del mundo. Es una imagen histórica que ha dado la vuelta al mundo y que sigue llamando a la reflexión: un ciudadano desarmado enfrentado a una columna de carros de combate del régimen chino en la plaza de Tiananmen de Pekín, el escenario hace 25 años de una matanza con centenares de muertos.
5 de junio 1989, un hombre chino se coloca frente a una columna de tanques que se dirigía hacia el este de la plaza de Tiananmen en Pekín. Jeff Widener/AP. |
Con motivo del vigésimo quinto aniversario de los hechos, Reporteros Sin Fronteras (RSF) ha lanzado una campaña para "mostrar la intensidad de la censura y la propaganda en China", con la foto censurada como imagen de portada. La información sobre la masacre, al igual que esa histórica foto, "sigue siendo inaccesible para el pueblo chino".
El desencadenante fue la muerte el 15 de abril del exsecretario general del Partido Comunista Chino (PCCh) Hu Yaobang, un reformista liberal forzado a dimitir en 1987 por sus oponentes políticos, que rechazaban las reformas económicas y mayor transparencia del Gobierno. El movimiento fue alimentado por la frustración generada por años de dificultades en la economía y altas tasas de inflación.
Los estudiantes comenzaron a congregarse en Tiananmen, y a mediados de mayo iniciaron una huelga de hambre. Durante las siete semanas de movilizaciones, se produjeron varias marchas en Pekín en las que participaron más de un millón de personas. Los manifestantes, que se consideraban patriotas, pedían reformas políticas, libertad de prensa, medidas anticorrupción, y se quejaban de la situación económica.
El moderado Zhao Ziyang, entonces secretario general del partido, se opuso a llamar a las manifestaciones "rebelión contrarrevolucionaria" y enviar los tanques para ponerles fin. Zhao fue acusado por el ala dura del partido, liderada por el entonces primer ministro, Li Peng, de apoyar las revueltas y dividir al partido, y con la aquiescencia del líder supremo, Deng Xiaoping, fue destituido y sometido a arresto domiciliario, donde pasó la mayor parte de los 16 años transcurridos hasta su muerte en 2005.
El 3 de junio, con Zhao fuera de juego, fue dada la orden de desalojar la plaza. La operación debía comenzar a las 9 de la noche y acabar antes de las 6 de la mañana del día siguiente. Tras la matanza, el Gobierno detuvo a miles de personas, acusadas de contrarrevolucionarias y otros crímenes, incluidos alteración del orden público e incendio provocado. Algunas fueron juzgadas con celeridad y ejecutadas. Otras fueron encarceladas durante años. Más de 400 líderes de las manifestaciones y disidentes lograron escapar de China con ayuda de organizaciones en Hong Kong y los gobiernos británico y francés.
Aquella noche, de hace 25 años, los vehículos acorazados y los camiones cargados de soldados armados con fusiles de asalto avanzaron por las avenidas de la capital para imponer el estado de excepción decretado el 20 de mayo y acabar con las protestas pacíficas que desde mediados de abril llevaban a cabo decenas de miles de estudiantes, obreros e intelectuales, y se habían extendido a muchas otras ciudades chinas.
Los soldados se abrieron paso hacia la plaza a disparos, y varios cientos de personas murieron bajo las balas del Ejército y aplastados por los acorazados en las calles que conducen a Tiananmen. Algunos manifestantes respondieron con adoquines y lo que pillaron a mano y mataron a algunos soldados y quemaron vehículos militares. Para las 5:40 del 4 de junio, Tiananmen había sido desalojada, y el sueño de reformas y democracia de toda una generación de chinos se evaporó.
El Gobierno chino sacó a las calles a miles de miembros de su Ejército para vaciar la capital de manifestantes, en su mayoría estudiantes.
Los manifestantes, con el respaldo de gran parte de la población, pedían mayor transparencia al Gobierno y reformas políticas, y se quejaban de la gran corrupción reinante y la situación económica.
Un cuarto de siglo después, el Movimiento Prodemocrático de 1989, como es denominado, y su violenta represión continúan siendo tabú para el Gobierno, que este año ha redoblado los esfuerzos para borrarlo de la memoria colectiva y ha reprimido con dureza cualquier intento de los familiares de las víctimas y activistas de conmemorar a los fallecidos.
"El Gobierno no quiere que los chinos más jóvenes sepan y hagan preguntas sobre la primavera democrática de Pekín, la represión y la matanza. Quiere que todo el mundo olvide la búsqueda de democracia y libertad de los jóvenes estudiantes en 1989, con objeto de perpetuar para siempre el gobierno de partido único del Partido Comunista Chino (PCCh)", explica Jean-Pierre Cabestan, director del departamento de Estudios sobre el Gobierno y Estudios Internacionales en la Universidad Baptista de Hong Kong.
La inmensa mayoría de los jóvenes ignora completamente la existencia de las protestas de 1989, y muchos de los chinos que han oído sobre ellas desconocen las luchas internas en el partido que propiciaron el fatal desenlace.
Veinticinco años después de la represión de la plaza Tiananmen, Pekín pasó de la condición de paria internacional a la de una superpotencia ampliamente cortejada, a medida que los temas relativos a los derechos humanos fueron progresivamente dejados de lado.
Tras el ataque lanzado por el ejército contra los estudiantes que ocupaban la céntrica plaza pequinesa, que dejó un saldo de centenas de muertes en la noche del 3 al 4 de junio de 1989, las escandalizadas potencias occidentales lograban imponer sanciones económicas a China.
Sin embargo, George Bush padre, el por entonces presidente de Estados Unidos que anteriormente había sido embajador en el país asiático, rechazó los llamados a la adopción de sanciones más duras y envió en secreto a Pekín a emisarios con la misión de dar seguridades al número uno chino Deng Xiaoping de que las cosas no pasarían a mayores. Según Willam Nee, de Amnistía Internacional en Hong Kong, "muchas de las demandas de los manifestantes en 1989, el fin de la corrupción, más transparencia, más participación pública, más derechos humanos, más democracia, aún no han sido satisfechas. Esta es una de las razones por las cuales (el movimiento de Tiananmen) sigue siendo un acontecimiento tan potente todavía y el Gobierno llega a niveles extremos para intentar suprimir su memoria".
Supongo que todos los lectores estaréis de acuerdo conmigo que eso fué indignante. Lo peor es que todavía el imperio chino no quiere mejorar la situación de China. Dicen que es un país emergente, sí, pero ¿ a costa de qué? de la esclavitud y de los salarios ridículos, de la ausencia de pagas dobles ni de vacaciones pagadas, etc.
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