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domingo, 1 de junio de 2014

Turquía, La dictadura de Erdogan prohibe las conmemoraciones en el primer aniversario de las protestas de la plaza Taksim

Manifestantes afectados por los gases lacrimógenos lanzados por la Policía en Estambul, Turquía. 31/05/2014. REUTERS/Murad Sezer
Manifestantes reprimidos a golpes por la Policía en Estambul. Reuters/Murad Sezer
La policía turca dispersó con gases lacrimógenos y balas de goma a los miles de manifestantes que en Estambul y Ankara participaban en las protestas convocadas para conmemorar el primer aniversario de las violentas manifestaciones antigubernamentales acontecidas en la Plaza de Taksim, en 2013.
La plataforma Solidaridad con Taksim (plaza símbolo de las protestas) y otros grupos convocaron, para ayer, diversas manifestaciones para conmemorar el aniversario del inicio protestas contra la demolición del Parque Gezi. Para enfrentar a los posibles manifestantes el Gobierno desplegó a unos 25.000 policías en el lugar donde se centraron las protestas hace ahora un año, junto a medio centenar de cañones de agua, mientras varios helicópteros sobrevolaban la zona.
Más de un centenar de personas fueron detenidas y decenas resultaron heridas durante los graves disturbios que se produjeron en diferentes ciudades turcas a lo largo del sábado.
Numerosos manifestantes habían acudido a los llamamientos para conmemorar el primer aniversario del inicio de las protestas de la plaza Taksim en Estambul, epicentro de las multitudinarias manifestaciones que se produjeron a lo largo de 2013 contra el Gobierno del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, y que se saldaron con varios fallecidos, entre las últimas víctimas de las acciones policiales se encuentra Elif Cermik -una mujer de 64 años que murió el viernes tras haber caído en diciembre en un coma provocado por el gas lacrimógeno-, cerca de diez mil heridos, y miles de detenidos.
Policía antidisturbios turcos bloquean el acceso a la plaza Taksim. AFP/Bulent Kilic.
Ante la convocatoria del acto la policía cerró varias avenidas y detuvo el transporte público para impedir el paso hacia la plaza y el parque, ambos símbolos de la oposición, al mismo tiempo que efectivos de las fuerzas de seguridad rodeaban algunos de los barrios de Estambul, y se suspendía el tránsito de barcos entre la parte asiática y europea de la ciudad dificultando, de manera significativa, el movimiento de quienes querían llegar al punto de concentración de la protesta.
Quienes deseaban dejar flores en el parque en recuerdo de las al menos ocho personas que perdieron la vida en los disturbios, fueron impedidos de hacerlo.
Miles de personas se congregaron en esta oportunidad en Estambul, al grito de "renuncia, asesino AK", en referencia al partido político que apoya a Erdogan. Otras manifestaciones similares se realizaron en la capital, Ankara, así como en la sureña ciudad de Adana.
Las autoridades, que desde hace un año no permiten ningún tipo de manifestación política en Taksim, habían advertido de que no tolerarían la entrada en la plaza de ninguna marcha.
"Los de (el parque) Gezi han convocado una marcha a Taksim. No podréis llegar a los lugares a los que llegasteis el año pasado porque la policía ha recibido órdenes precisas para evitarlo, con todos los medios posibles, y hará lo que sea necesario, de la A a la Z", había avisado Erdogan en un discurso, recogido por la cadena CNNTürk, ante sus seguidores.

Policías detienen a manifestantes
La policía detiene a una joven participante en la manifestación.
En la capital Ankara, la Policía antidisturbios utilizó gas lacrimógeno y cañones de agua contra unos mil manifestantes en la céntrica plaza Kizilay.
Los opositores al primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, habían convocado para ayer sábado manifestaciones en Estambul y en las grandes ciudades de Turquía para la conmemoración de las protestas y denunciar el creciente autoritarismo del gobierno.
Antes, un grupo de manifestantes prendió velas y lanzó palomas en el parque Guven, donde un hombre de 26 años, Ethem Sarisuluk, murió de una bala en la cabeza disparada por la Policía el año pasado.
En la madrugada del 31 de mayo de 2013, la Policía desalojó violentamente el parque Gezi en la plaza Taksim, donde cientos de militantes ecologistas se oponían a su destrucción en el marco de un proyecto urbanístico.
La tensión política generada en las revueltas de Gezi continúa viva un año después, estimulada por un escándalo de corrupción que salpica al gobierno islamista conservador del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), desde diciembre.

Manifestantes heridos tras la represión policial de la manifestación. AFP/Bulent Kilic.
En Estambul, al menos 76 personas fueron detenidas y varias decenas resultaron heridas en los choques de ayer, según cifras de la Asociación turca de Derechos Humanos. Mientras se producía la brutal represión policial hacia los grupos de oposición a Erdogan, también ayer y en esta misma ciudad, una manifestación contra Israel y una gran concentración de gente que rezó frente a la antigua catedral de Santa Sofía para su conversión en una mezquita transcurrian sin ningún tipo de intervención policial.
Tras los disturbios del año pasado, Erdogan se esfuerza en poner fin a cualquier tipo de protesta amordazando a la prensa, purgando a la Policía y proponiendo una serie de leyes, denunciadas como contrarias a la libertad, para reforzar su poder en la Justicia y controlar las redes sociales. "Las autoridades turcas iniciaron una caza de brujas contra aquellos que se manifiestan", denunció el presidente de la Federación Internacional de Derechos Humanos, Karim Lahidji.
El primer ministro avivó la tensión el viernes, al volver a expresar su teoría del complot. "Las organizaciones terroristas manipularon una juventud moral y financieramente débil (...) para atacar nuestra unidad y nuestra economía", afirmó en referencia a los miles de jóvenes que participaron de las protestas del Parque Gezi.
Una manifestante en Estambul escapa de los gases lacrimógenos. AFP/Bulent Kilic.
Hoy, Gezi es un lugar en el que hasta el más sutil de los actos reivindicativos es fulminado, en cuestión de minutos, por un puñado de policías de paisano que surgen de la nada. Cuatro consignas contra el gobierno, la lectura de un manifiesto o hasta un mercado de intercambio de libros de segunda mano son considerados subversivos, y por ende asaltados por los uniformados.
Turquía ha vivido 12 meses de tensión con numerosas protestas contra el Gobierno, que además fue objeto en diciembre de un escándalo de corrupción que salpicó a varios ministros. En las últimas semanas, volvieron las manifestaciones de protesta contra las autoridades tras la tragedia en la mina de Soma, en el noroeste del país, donde fallecieron 301 trabajadores.
Miles de personas han sido detenidas o han resultado heridas desde mayo del año pasado. Más de 5.600 manifestantes están pendientes de un proceso judicial por su participación en las protestas, mientras que nadie ha sido condenado por la violencia policial.
"Hay minorías que se han acostumbrado a la violencia policial, así que van a las protestas esperándola y preparándose para responder a ella", señala Andrew Gardner, investigador de Amnistía Internacional, quien incide en la responsabilidad de las autoridades en la incipiente polarización de Turquía. "Si el Gobierno no cambia de actitud, sólo habrá más conflicto", continúa.



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