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martes, 29 de abril de 2014

Brasil, Aparece muerto un militar y torturador de la Dictadura que controló el país en el período 1964-1985

Paulo Malhães
En una deposición de más de dos horas, Malhães admitió que torturó, mató y ocultó cadáveres.
Uno de los grandes retos de las comisiones de la verdad que investigan abusos de las dictaduras militares latinoamericanas es encontrar extorturadores que hablen. Y la muerte de uno de ellos en Brasil ha encendido todas las alarmas.
El asesinato de un coronel retirado que admitió su participación en torturas durante el último régimen militar que imperó en Brasil (1964-1985) despertó el pasado sábado los fantasmas de la dictadura y puso en alerta a los grupos de derechos humanos.
El coronel retirado Paulo Malhães, de 74 años, fue asesinado por supuestos ladrones que irrumpieron en su casa, en las afueras de Río de Janeiro el pasado jueves, un mes después de que reconociera ante la Comisión Nacional de la Verdad (CNV) de Brasil, que investiga las violaciones de los derechos humanos durante el régimen militar que gobernó el país entre 1964 y 1985, que en aquella época participó de forma activa en la ejecución, tortura y secuestro de personas críticas con la dictadura.
"¿Cuántos murieron? Todos los que eran necesarios", declaró a la CNV el exagente del Centro de Informaciones del Ejército, convirtiéndose de esa manera en el primer militar brasileño en admitir su participación en tantos crímenes.
La policía brasileña señaló que investiga si la muerte de Malhães fue consecuencia de un robo, sin descartar que haya sido una represalia por sus declaraciones.
Pero el abogado José Carlos Dias, miembro de la CNV que interrogó a Malhães, dijo estar convencido que el crimen tuvo el propósito de evitar que surjan nuevos datos o relatos de violaciones a los derechos humanos por parte de militares.
"Creo que la muerte de Malhães tiene un sentido doble: quema de archivos y al mismo tiempo un aviso para las personas que van a ser oídas aún (por la CNV), otros militares", indicó Dias, exministro brasileño de Justicia, en diálogo telefónico con BBC Mundo.
La muerte del coronel retirado de 76 años ha generado tanta inquietud que hasta las Naciones Unidas pidieron a Brasil que la aclare cuanto antes.
"Es necesario que haya una investigación inmediata", sostuvo la portavoz de la oficina de la ONU para Derechos Humanos, Ravina Shamdasani, en declaraciones publicadas este lunes por el sitio internet del diario brasileño O Estado de S. Paulo.
En el pasado, la ONU ya había pedido a Brasil revisar la ley de amnistía que impide juzgar graves violaciones a los derechos humanos cometidas durante el régimen militar, lo que ha hecho del país una excepción regional en este aspecto.
Pero una revisión de la ley ha sido descartada por la propia presidenta brasileña, Dilma Rousseff, una exguerrillera izquierdista que fue presa y torturada por los militares en los años 70.
Sin embargo, la propia Rousseff creó la CNV en 2012 para indagar -sin juzgar- los abusos del régimen militar, incluidas las muertes y desapariciones de unas 400 personas.
Fue en este contexto que Malhães prestó declaración ante la CNV durante más de dos horas el 25 de marzo, admitiendo incluso haber mutilado cadáveres, quebrando sus dientes o cortando sus dedos para impedir que fueran identificados.
Malhães declara ante la Comisión Nacional de la Verdad en Río, en abril/Comissão Nacional da Verdade.
El militar retirado llegó en sillas de ruedas a ofrecer ese testimonio y en ningún momento mostró arrepentimiento. Tampoco pidió protección policial.
"Fue una deposición importante, porque fue de un cinismo total, de una frialdad muy grande, reconoció todo aquello", sostuvo Dias. "Fue uno de los mayores torturadores que hubo", añadió.
Según ha revelado la policía, el jueves 24 de abril Malhães se topó con tres asaltantes al regresar a su casa junto a su esposa.
Ambos fueron reducidos junto al casero y separados.
Los criminales estuvieron ocho horas en el lugar y se llevaron armas, computadoras y dinero.
El cuerpo de Malhães apareció boca abajo y con el rostro sobre una almohada, lo que primero llevó a pensar a los investigadores que fue asfixiado.
Sin embargo, un informe técnico revelado el fin de semana señaló que la causa de muerte fue edema pulmonar e isquemia del miocardio, lo que podría apuntar a un posible infarto.
La hija de Malhães dijo que su padre tenía problemas cardíacos.
Pero expertos e investigadores sostienen que se necesitan más datos para determinar cómo murió y Dias desestimó la hipótesis de infarto. "No creo que haya sido una muerte natural; es mucha coincidencia", afirmó.
"Después de la deposición que él prestó, en la que yo fui uno de los que lo interrogaron -y en que él reconoció todas las violencias que practicó, torturas, desaparición de cuerpos, muertes- esto tiene todo el olor de quema de archivos", sostuvo Dias.
Agregó que también pudo ser "un aviso o alerta" para evitar que otras personas que comparezcan ante la CNV sigan la misma línea de declaraciones que Malhães.
Dias recordó que este martes habrá una importante audiencia pública de la CNV en Río "y hay personas que están siendo llamadas a deponer".
A su juicio, el crimen habría sido cometido por otros "militares" o "compañeros" de Malhães.
Consultado sobre si cree que hay una verdadera organización ilegal detrás, Dias respondió: "No sé si están organizados o si son dos que resuelven hacer eso, tres, cuatro…".
Un ahijado y vecino del militar retirado declaró que, según la esposa de Malhães, los asaltantes se hablaban por radio y tenían orden de matarlo.
De acuerdo al mismo testimonio, su objetivo era vengar a alguna de las víctimas de tortura del militar o algún exempleado con el que tuvo problemas personales.
La División de Homicidios de Río que investiga el caso esperaba escuchar el testimonio de cuatro parientes de Malhães este lunes. La CNV ha pedido que la Policía Federal brasileña también participe de las investigaciones del caso.
En su testimonio frente a la Comisión de la Verdad, prestado el 25 de marzo pasado, Malhães aportó escalofriantes detalles sobre los martirios que sufrían los opositores que caían en manos de los torturadores.
Precisó que en un centro de detención conocido como "Casa de la Muerte", que funcionó en la localidad de Petrópolis, cercana a Río de Janeiro, los cadáveres de quienes no resistían a las torturas eran mutilados a fin de impedir su identificación.
Dijo que incluso, con ese mismo objetivo, a los restos se les arrancaban las arcadas dentales y las puntas de los dedos, con lo cual era imposible que luego se estableciera la identidad.
Una de las víctimas de Malhães habría sido el diputado Rúbens Paiva, muerto durante la dictadura y cuya hija Vera Paiva aseguró hoy que está convencida de que el asesinato del militar tuvo como único objetivo el de callar su voz.
"Fue una 'quema de archivos'", declaró Vera Paiva al diario O Día, y afirmó que el asesinato de Malhães prueba que la "dictadura no acabó" y que agentes del antiguo régimen se mantienen activos y pretenden impedir que se reconstruya la "verdad histórica".
Vera Paiva recordó además que, en 2012, cuando comenzaba a funcionar la Comisión Nacional de la Verdad, fue asesinado en un supuesto asalto el coronel Julio Miguel Molina Días, también implicado en el secuestro y muerte del diputado Paiva, ocurrido en 1971, según recoge el diario catalán La Vanguardia.
La Comisión Nacional de la Verdad, fue creada en 2012 para esclarecer el funcionamiento y las responsabilidades de los crímenes de la dictadura brasileña (1964-1985), si bien la Ley de Amnistía de 1979, aún vigente, impide que puedan ser condenados sus responsables.

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