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viernes, 11 de abril de 2014

Egipto, La violencia contra la mujer epidemia y arma política

Mayam Mahmud, joven rapera egipcia que canta contra la discriminación...
Mayam Mahmud, joven rapera egipcia que canta contra la discriminación femenina en Egipto. MUNDO
En Egipto, y especialmente en El Cairo, el abuso o el hostigamiento sexual llega a unos niveles que preocupan a las mujeres. 993 de cada 1.000 mujeres egipcias han sido víctima de algún tipo de acoso sexual, según un informe de Naciones Unidas.
Una encuesta de la la  Thomson Reuters Foundation, que ha revisado 22 países, ha conluido que las mujeres han sido las principales perdedoras de las revueltas de la Primavera Árabe de hace tres años. En la encuesta, Irak ocupa el segundo peor para ser mujer después de Egipto, seguido por Arabia Saudí , Siria y Yemen.
Dalia Youssef nunca sale de casa sin sus auriculares. Y no es solo porque a esta joven cantante y compositora amateur le apasione la música, sino porque los utiliza como escudo protector ante una de las más extendidas epidemias que padece Egipto: el acoso sexual. "Antes me costaba salir a la calle. Me agobiaba y deprimía escuchar cada día los comentarios soeces que me lanzaban desconocidos. Ahora, con los cascos, ya ni me entero", comenta en un popular café de El Cairo.
El acoso sexual suele suceder a plena luz del día y, aunque parezca ilógico, los lugares de mayor riesgo son los más concurridos.
Según un estudio publicado en 2010 por el Centro Egipcio por los Derechos de las Mujeres (CEDM) y el UNFPA, un fondo de la ONU, casi la mitad de las egipcias declara sufrir el acoso sexual de forma diaria, y hasta un 83% lo ha experimentado alguna vez en su vida. La cifra asciende hasta el 98% en el caso de las mujeres extranjeras que viven en la capital egipcia. A pesar de que no existe un estudio comparativo, numerosas mujeres que han vivido en varios países de la región sostienen que El Cairo es la ciudad donde está lacra es más aguda.
Insultos, insinuaciones, caricias, miradas lascivas y hasta violaciones que quedan impunes… Estas son cosas que una mujer egipcia -y, en realidad, de muchos países del mundo- debe soportar a diario.
Con la finalidad de informar a la sociedad egipcia y reducir el altísimo índice de acoso sexual en el país, una rama de las Naciones Unidas lanzó una campaña llamada "Ponte en sus zapatos". Esta campaña a su vez forma parte de un proyecto denominado "Ciudades seguras: libres de violencia contra mujeres y niñas".
La campaña, cuyo lema es "Ponte en sus zapatos en lugar de encontrar formas de culparla", se presentó con un impactante video que muestra lo que una mujer egipcia debe sufrir diariamente al salir a la calle.
La necesidad de llevar a cabo acciones para reducir el acoso sexual se puso de manifiesto después de que un estudio conducido en Egipto por las Naciones Unidas revelara que más de 99 por ciento de las mujeres encuestadas había experimentado alguna forma de acoso sexual, ya fuera en su casa, el trabajo o la calle. Los acosos habían ido desde insultos verbales hasta violaciones físicas.
A miles de kilómetros del Bronx -en el arrabal cairota de Imbaba, donde la vida es también hacinamiento y penurias- ha nacido una estrella del rap. Con hiyab (pañuelo islámico) y diecinueve años, Mayam Mahmud es maestra de ceremonias. "Mis vecinos están muy contentos. Es un barrio popular y nunca habían tenido a una famosa tan cerca", cuenta la joven al diario español El Mundo.
Allá por donde va, canturrea sus rimas, que son auténticos puñetazos en la jeta de los egipcios que acosan a las mujeres. "¿Cómo puedes juzgarme por mi pelo o mi velo? Si un día me miras no seré yo la que se oculte o sienta vergüenza. Coqueteas y me acosas y no ves nada malo en ello...", dice su letra más conocida.
Ni en un vagón de metro en hora punta ni en una multitudinaria protesta. El penúltimo caso de acoso sexual en Egipto ha tenido lugar en el campus de la populosa Universidad de El Cairo. Y la joven asaltada por sus compañeros y auxiliada por los guardias de seguridad se ha convertido en culpable. El rector, que puso en tela de juicio el recato de su vestimenta, amenazó con castigar e incluso expulsar a acosadores y víctima, pero al final nada ha sucedido.
El acoso es desde hace años una tortura diaria en las calles egipcias. Según un estudio de ONU Mujeres, el 99,3% de sus féminas reconoce haber sido víctima de palabras gruesas, proposiciones indecentes o de roces inoportunos e inconvenientes, así como de violaciones u otros tipos de abusos.
El acoso cuenta con alto grado de aceptación social, y por lo tanto, de impunidad. Para muchos, es una especie de demostración de hombría, y ante el mismo las mujeres optan por un incómodo silencio.
Dada la gravedad de la situación, y especialmente tras la repercusión pública que tomó el caso de la joven universitaria acosada sexualmente por decenas de personas en la Universidad de El Cairo, el Ministro de Justicia de Egipto ha presentado ante el Gobierno la primera ley que regula los casos de acoso sexual, según declaró el asesor del ministro, Ahmed al Sergany.
El Gobierno ha decidido poner este tema sobre la mesa después de que la estudiante fuese abordada por varias decenas de hombres al ir vestida con pantalones negros y una blusa rosa. Los acosadores rodearon a la joven e intentaron desnudarla, aunque finalmente logró refugiarse en unos servicios.
El caso de esta joven ha suscitado las críticas de los grupos de derechos humanos en el país, sobre todo después de que el rector de esa universidad, Gaber Nasar, dijera en una entrevista televisiva que el ataque se debió a la ropa "inapropiada" que ésta llevaba: un jersey rosa y unos pantalones negros.
Este caso recuerda al que se vivió en Brasil en 2009 cuando Geisy Arruda, una joven de 20 años, fue expulsada de su universidad tras acudir a clases vestida con una minifalda. La joven, además, fue acosada e insultada por sus compañeros de clase, e incluso de otras aulas del centro universitario, que protestaron, en un gesto ridículo y sexista, por su vestuario. Su expulsión, ocurrida en la Universidad Bandeirantes (Uniban) de São Bernardo do Campo en el Estado de São Paulo, comenzó como un episodio estudiantil que sólo había recibido la atención de los medios locales pero que acabó convirtiéndose en una polémica nacional en un país famoso por los minibikinis, los tangas o los cuerpos desnudos en Carnaval y el culto a la belleza de un importante sector, masculino y femenino, de la población.
Una de las más manidas justificaciones de quienes disculpan estos comportamientos pasa por atribuir la responsabilidad a las víctimas, sobre todo a su manera de vestir.
Una reciente encuensta efectuada en Brasil mostraba unas cifras escalofriantes que disculpaban los abusos y acosos sexuales por las actitudes provocativas de las mujeres en sus ropas habituales.


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