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lunes, 25 de marzo de 2013

Justin Welby, los retos del nuevo primado anglicano

Si el pasado 13 de marzo la iglesia católica vivió un trascendental momento con la elección del nuevo Papa Francisco, envestido en su nuevo cargo el día 19, la iglesia anglicana también está de cambios en su cúpula espiritual.
El nuevo arzobispo de Canterbury, Justin Welby, recibió, dos días después, oficialmente, su ministerio público como máximo líder de la Iglesia anglicana, durante una ceremonia de entronización en la que por primera vez una mujer realizó la investidura. Será el arzobispo de Canterbury número 105 y el líder religioso de unos 77 millones de anglicanos en todo el mundo.
La iglesia anglicana es la segunda iglesia cristiana en importancia en el mundo
Justin Welby, de 57 años, era el obispo de Durhan cuando fue designado para guiar a la iglesia de Inglaterra. Licenciado en Historia y Derecho, trabajó durante años en una importante empresa petrolera, hasta que el fallecimiento de su primera hija, Johanna murió en París en 1983 en un accidente cuando tenía siete meses, le encaminó hacia el sacerdocio. "Ese fue un momento muy oscuro para mi mujer Caroline y para mí, pero de alguna manera me acercó más a Dios", llegó a decir en una ocasión tras la pérdida de su hija.
El príncipe Carlos, el primer ministro británico, David Cameron, y representantes de diversos confesiones estuvieron entre los cerca de dos mil asistentes al acto, celebrado dos días después de que en Roma el papa Francisco oficiara la misa inaugural de su pontificado. 
El nuevo líder de la iglesia anglicana proclamó en su primer sermón su voluntad de "derribar muros que separan a las distintas creencias en el mundo".  Asimismo expresó a los medios presentes, que le gustaría conocer al Papa Francisco, y que esperaba poder trabajar con él en el futuro.
Casado y con cinco hijos, Welby deberá responder en los próximos tiempos a diversos debates en el seno de la Iglesia anglicana, que abrió la puerta al sacerdocio femenino hace veinte años. 
El nuevo arzobispo de Canterbury, aunque coincide con la postura de rechazo al matrimonio entre homosexuales de la Iglesia Anglicana, en una entrevista realizada hace unos días, Welby admitió que algunas relaciones gays son "sorprendentes en cuanto a su calidad", además de "estables y monógamas".
Otra característica de este obispo anglicano, de carácter afable y dialogante, según afirman los que lo conocen, es haber sido siempre abiertamente crítico con los excesos del capitalismo y con las prácticas poco éticas de la banca y la industria en general.
Según comentan los periódicos del Reino Unido,  a diferencia del anterior arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, conocido como teólogo, intelectual y procedente del ala liberal de la iglesia, Justin Welby parece más pragmático y ha publicado artículos centrados en las finanzas y la gestión económica.
La renovación de los máximos dignatarios de dos de las más importantes Iglesias cristianas del mundo, la católica y la anglicana, han coincidido en un momento del tiempo en que ambas viven una serie de turbulencias internas que están provocando un goteo continuo de desafecciones.
Ambos inician su liderazgo espiritual con la necesidad de renovar la visión actual sobre ambas, y otras iglesias, e intentar revertir una situación de desconfianza y escepticismo por parte de una parte importante de la población mundial en relación a ambas confesiones, y teniendo en cuenta que según un estudio del think tank Pew Center, un 16,3% de la población mundial no se identifica con ninguna de las religiones existentes.
Los retos de Justin Welby, gravitan en varios centros neurálgicos, comunes a los que deberá enfrentar el papa Francisco: la homosexualidad, el papel de la mujer o los encubrimientos de los escándalos de abusos.
En relación al papel de las mujeres dentro de la iglesia anglicana, Welby, ya se ha declarado a favor de la ordenación de mujeres obispo, aunque para conseguir su objetivo tendrá que enfrentar las resistencias de los sectores más conservadores de su iglesia.
La Iglesia Anglicana, al igual que la Católica, está intensificado las medidas preventivas para evitar que actos de abuso se repitan en su seno, aunque dentro de esta iglesia no ha tenido ni de lejos el mismo impacto que en la católica, especialmente tras las intensas críticas por parte del público, de no actuar y responder con diligencia y transparencia a las acusaciones, y, sobre todo, por haber encubierto otros casos de acoso con el fin de proteger la reputación de los miembros de la Iglesia sospechoso de pedofilia.
Mucho menos dispuesto está a apoyar el derecho de los sacerdotes homosexuales a cohabitar con sus parejas o acceder al obispado, a pesar de declarar: "No podemos tener trato con ningún tipo de homofobia en ningún lugar de la Iglesia. La Iglesia de Inglaterra es parte de la Iglesia mundial y tiene responsabilidades como consecuencia de esos vínculos. Lo que hace la Iglesia aquí tiene profundas consecuencias en otras Iglesias que están ya sufriendo mucho, como Nigeria".

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