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miércoles, 1 de enero de 2014

Dignidad y desobediencia civil

Perder la propia individualidad y convertirse en un mero engranaje de una máquina está por debajo de la dignidad humana. (Mahatma Gandhi).

Los ciudadanos en diferentes países luchamos por algo que desde el Poder intentan arrebatarnos diariamente pues para ellos significa el mayor peligro contra su dominio: La Dignidad.
En Ucrania los manifestantes que protestan en diferentes ciudades del país contra la actual política del Gobierno dicen que se trata de una lucha por la dignidad.
En Egipto, en Turquía, en Italia, Portugal, Argentina, Brasil, Chile, en todos los países donde se produjeron durante el último año movimiento importantes el objetivo de la lucha era recuperar la dignidad.
El papa Francisco ha denunciado el actual sistema económico globalizado centrado en el dinero y ha asegurado que "cuando falta el trabajo, falta la dignidad". Millones de personas en España, y otros países de Europa han sido desposeidos de su dignidad de forma premeditada y paulatina.
Dice Manuel Castells en el blog Ssociólogos, "Las revoluciones árabes se alzaron, desde el corazón de la gente, para defender su dignidad. Los indignados españoles se indignaron contra la indignidad. Cuando el pasado junio en São Paulo los políticos reprochaban a los jóvenes el jaleo que hacían por unos céntimos en el precio del transporte, ellos respondieron: “No se trata de céntimos, sino de nuestros derechos, de nuestra dignidad”. Como los estudiantes chilenos cuyas demandas (que la futura presidenta Bachelet dice aceptar) van más allá de la educación. Y los manifestantes turcos del parque Gezi, que han ganado la anulación del proyecto urbanístico, afirman que esto sólo es el principio de una lucha por su dignidad, pisoteada por un Gobierno que se escuda en las elecciones para incumplir sus promesas, mientras se descompone la vida cotidiana al amparo de la corrupción institucional".
En la antigua China y en Roma (Epitecto, Séneca, Cicerón) encontramos la idea de la dignidad de la persona como una idea universal, es decir, de la igualdad esencial de todos los hombres.
Ignacio Burgoa Orihuela (1918-2005), abogado y escritor mexicano, nos dejó escrito: "Cualquier tipo de régimen, sea social, jurídico o político deberá tener en cuenta la dignidad de la persona pues es la única manera en la que será respetable y respetado".
Sin embargo los gobiernos de las llamadas democracias occidentales que deberían ser conscientes de ese principio están obcecados en privar a sus ciudadanos del vestido de la dignidad, pues consideran que desnunándolos de la misma serán fácilmente usados en función de los objetivos de un sistema y de una clase económica que busca enriquecerse sin importarle el coste humano.
Políticos, banqueros y empresarios corruptos buscan privarnos de la mejor arma que tenemos para luchar contra la injusticia y la represión: Nuestra dignidad.
Protejer nuestros derechos como seres humanos debe ser nuestra meta principal, y quizás para ello solo nos quede un medio, un camino, para conseguir salir de este pozo dantesco e infernal en el que nos han enterrado, y dado que mediante la violencia policial, leyes y penalizaciones intentan acallar nuestras voces, la protesta pacífica: la desobediencia civil.
Cuando aceptamos que les niegen los derechos humanos a otros, estamos optando porque algún día nos los niegen a nosotros también.

En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle. (Mahatma Gandhi).

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