El presidente de Suiza, Didier Burkhalter. |
Una encuesta publicada el pasado 8 de mayo auguraba que la oposición a la iniciativa se ha incrementado un 10 por ciento el último mes y anteriormente había caído el apoyo hasta 34 puntos. Actualmente un trabajador con un sueldo mínimo en Suiza estaría ganando el doble que un británico.
A pesar de esto, las autoridades suizas estiman que aproximadamente 1 de cada 10 trabajadores tienen dificultades para pagar la el alquiler de su vivienda aunque trabajen a tiempo completo, debido al alto coste de la vida en el país. El sueldo medio por hora en Suiza es de 33 francos suizos (27 euros). El sueldo mínimo más alto lo ostenta Luxemburgo con un salario en proporción al coste de vida del país de 7,80 euros por hora. Suiza, con el nuevo salario, ponderado en relación al nivel de vida del país se situaría en 10,22 euros por hora.
"Es un escándalo que en nuestro país la gente este trabajando a tiempo completo y no puedan vivir de su salario", ha dicho el economista de los sindicatos SGB/USS, Daniel Lampart, que propuso la iniciativa con el apoyo de los partidos de izquierdas, en declaraciones recogidas por el diario The New York Times. Algunas de las compañías más grandes del país temen que la introducción de un salario mínimo más alto pueda dañar la competitividad.
"La iniciativa sería como un boomerang para Suiza", ha dicho Marcel Schweizer, un representante de la patronal. "Muchas marcas se verían obligadas a recortar puestos de trabajo que serían muy caros. La peor parte se la llevarían los trabajadores poco cualificados", ha añadido.
Los pequeños empresarios argumentan que la propuesta podría no tener el efecto deseado forzando a los trabajadores a aceptar trabajos a tiempo parcial, lo cual incrementaría la tasa de desempleo del país, que se situaba en el 3,2 por ciento este pasado mes de abril.
Desde la Asociación de Empresarios Suizos, Alexandre Plassard ha explicado que fundamentalmente están en contra de la idea de un salario mínimo nacional establecido pro el Gobierno ya que "es contrario a la negociación de los salarios con respecto a los condiciones del mercado y también es incompatible con el sistema de la economía liberal", según declaraciones al portal 'SwissInfo'.
Según las estadísticas oficiales, de las 339.000 personas que actualmente cobran por debajo de ese salario mínimo, se estima que dos de cada tres son mujeres y la mayoría trabajan en la venta al por menor, hoteles o servicios personales.
Según la Organización Internacional del Trabajo, el salario mínimo debe estar entre el 30 y el 60 por ciento del salario medio del país. Con esta propuesta el sueldo mínimo de Suiza se situaría en el 60% del sueldo medio, mientras que en Estados Unidos es un 40% y en Inglaterra un 50 por ciento del sueldo medio.
Las últimas encuestas autorizadas señalan que alrededor del 65% de votantes rechazará la propuesta de organizaciones sindicales y partidos de izquierda y verdes, que buscan a través de esta forma revertir la tendencia que denuncian de una desigualdad salarial cada vez mayor. Esta es la primera vez que los suizos, que son convocados a votaciones populares cuatro veces por año sobre las más diversas cuestiones, se pronunciarán sobre la introducción de un salario mínimo. Sin embargo, su previsible rechazo no deja de causar sorpresa en otras partes del mundo.
La Confederación Helvética forma parte de la minoría de países europeos que carece de una legislación que establezca una remuneración mínima, como sí la tienen 21 de los 28 países de la Unión Europea -bloque al que Suiza no pertenece-, aunque a niveles muy inferiores al propuesto en el referéndum. En los países comunitarios que no cuentan con esa protección salarial, la gran mayoría de empleados están amparados por un convenio colectivo, mientras que en Suiza sólo uno de cada dos trabajadores lo está.
Para los iniciadores del referéndum, esto deja desprotegidos a la mitad de trabajadores, que en general son los que realizan los trabajos menos calificados y que reciben los salarios más bajos en uno de los países más caros del mundo. El alquiler de un apartamento ordinario de cuatro piezas (dos habitaciones, un salón y una cocina, considerada como una pieza) supera los 1.300 euros y, al no existir en Suiza seguridad social, cada individuo debe pagar un seguro privado de salud, incluidos los niños.
Los medios empresariales y representantes de los sectores que más emplean mano de obra poco calificada (hostelería, limpieza y servicios domésticos) se oponen rotundamente al establecimiento de un salario mínimo y aseguran que su aprobación sería muy perjudicial para los pequeños y medianos empresarios, que generan dos tercios de los empleos en Suiza.
En su presencia ante las urnas los suizos deberán votar también respecto a su posición sobre si el Gobierno debe proseguir, o en cambio anular, con la compra de 22 aviones de combate tipo Gripen a Suecia, por un importe total superior a los 2.500 millones de euros, un gasto que los iniciadores de la consulta popular consideran exagerado e innecesario.
A pagar en diez años de un fondo especial del presupuesto de defensa de Suiza, la financiación de estos aviones fue aprobada en septiembre pasado por el Parlamento suizo, lo que suscitó la reacción del colectivo "Por una Suiza sin ejercito", que reunió las 50.000 firmas necesarias para desafiar esa adquisición.
Las reglas vigentes no permiten que la compra misma de los aviones sea sometida a referéndum, pero sí la existencia del fondo creado para financiar su compra, que está previsto que sea alimentado como parte de los gastos ordinarios del ejército.
"Esta compra es financieramente aceptable en la medida en que (los Gripen) son menos caros que otros modelos que se había considerado y que 54 aviones serán reemplazados por 22 aparatos nuevos", explica el Gobierno helvético en la cartilla explicativa que acompaña la cédula de votación que todos los ciudadanos suizos reciben en sus casas semanas antes de cada referéndum para votar por correo postal.
La crisis en Ucrania y el rol que en ella ha jugado Rusia fue visto por los defensores de la compra como una oportunidad para despertar fantasmas que datan de la Guerra Fría y demostrar que la paz y la seguridad en Europa no están garantizadas y que es necesario disponer de los medios de disuasión necesarios para evitar acciones agresivas.
Aunque el margen entre los que votarán a favor y en contra se ha estrechado, el impacto de la situación en Ucrania no ha influido en el ánimo de los suizos al extremo de invertir la tendencia al rechazo de la compra de los Gripen.
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