El FN de Marine Le Pen ha conseguido el apoyo de uno de cada cuatro franceses. |
La Unión Europea debería mirar con preocupación hacia Francia, Reino Unido, Dinamarca o Grecia. Los ultraderechistas del Frente Nacional ganaron las Elecciones Europeas. El Partido Socialista del presidente François Hollande perdió significativamente. Por la tarde, la dirigente del FN Marine Le Pen pidió la disolución del parlamento.
En el Reino Unido con algo más de un tercio de los votos escrutados, el xenófobo y antieuropeo UKIP llevaba el 29,2% de los votos en todo el país, 12,3% más que en 2009; los laboristas el 24,1% (+8,4%); los tories, actualmente en el poder, el 23,2% (-3,2%); Los Verdes el 7,9% (-0,3%), y los liberales-demócratas, socios de los conservadores, el 6,8% (-7%). El resto de eurodiputados en Reino Unido serían para los independentistas escoceses del SNP (3) y, uno cada uno, el DUP, el Sinn Féin y el UUP en Irlanda del Norte y otro para los nacionalistas galeses.
Los resultados suponen un enorme espaldarazo para el populista y furibundamente antieuropeo UKIP y un bofetón tremendo para los tres grandes, y tradicionales, partidos.
También en España, aunque no hubo crecimiento de la extrema derecha, los grandes partidos han visto como se pone en cuestión el tradicional bipartidismo del Partido Popular (PP) y del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), aunque solo el segundo haya sido capaz de una leve autocrítica, mientras para el primero son los grandes vencedores, y la constatación de que su dirección política y económica en España es la coherente, aunque cueste impregnar a la sociedad de una desigualdad creciente y una mayor crispación social.
Los partidos tradicionales debían vencer a dos fantasmas en estas elecciones: el de la abstención y el de los extremismos. El primero, que se dibujaba terrible, fue menos fiero que el que nos habían pintado. Votaron el 43,09% de europeos. Incluso por encima, aunque sea un 0,09%, de las elecciones de hace cinco años. El dato da que pensar, pero viendo que eso no se estila una vez alcanzado el escaño, habrá que dejarlo para posteriores ocasiones.
El que, desafortunadamente, se ha confirmado ha sido el avance de los grupos de la ultraderecha. Lo advertían, con antelación, los sondeos, y la realidad no ha faltado en este caso a los pronósticos. Los partidos euroescépticos y sobre todo, los de corte fuertemente xenófobo y radical han irrumpido con fuerza en un Parlamento europeo en el que las dos formaciones mayoritarias se han hecho con apenas el 55% de los votos.
La extrema derecha avanza en Europa como una potente corriente que amenaza con arrastrar los principios asentados en la raíz europea, y lanza un claro mensaje de alerta y castigo para quien todos aquellos que sepan, y quieran, pues a veces se prefiere esconder la cabeza, interpretarlo. Con un discurso xenófobo y antieuropeísta, la ultraderecha supera el 20% de los votos.
Este avance puede constantarse en los siguientes países: En Francia, los planteamientos de Marine Le Pen han sido los más votados. En Reino Unido, gana un eurocrítico. En Grecia, Amanecer Dorado, la formación dirigida por Nikolaos Micholiajos, se convierte, con un 9,3% de los votos, en la tercera fuerza más votada en el país, según una proyección basada en votos reales recopilados por el ministerio de Interior griego.
Otro ejemplo son los euroescépticos de Alternativa por Alemania que entrarán por primera vez en el Parlamento Europeo, con el 7% de los votos. También el partido ultraderechista alemán, NPD, con un 1% de los votos, también podría sentar por primera vez a un diputado en el Parlamento Europeo.
Siguiendo con el crecimiento de los miembros de la extrema derecha, en Dinamarca también ha arrasado la extrema derecha de mano del ultranacionalista y xenófobo Partido Popular Danés, que ha logrado más de una cuarta parte de los votos, once puntos más que en 2009. Con estos resultados sentará a cuatro diputados en Bruselas.
Por último, y para no hacer más extenso este análisis, nos centramos en Austria y Hungría. En el primer país, con un 20,1% de los votos, el xenófobo Partido Liberal Austriaco FPO, liderado por Heiz Christian Strache, se convierte en la tercera fuerza más votada en el país. El partido ha hecho gala de una posición antieuropea que lo llevó, incluso, en 2012, a presentar una queja ante la Corte Europea de Derechos Humanos en protesta por la participación de Austria en el rescate financiero de Grecia. Strache ha defendido en todos sus discursos la posición de sacar a Grecia de la eurozona.
Su porcentaje de voto siempre ha rozado el tercio de la población austriaca. En septiembre del año pasado, el partido ya se proclamó gran vencedor de los comicios en el país, con el 21,40% de los votos, aumentando por tercera vez consecutiva su número de votos. Su mensaje está plagado de alusiones xenófobas e islamófobas y un rotundo rechazo a la inmigración.
Por lo que respecta a Hungría, la formación ultraderechista del Jobbik, con un discurso racista y agresivo en el que culpan a los gitanos de "copar" los servicios sociales en el país, ha logrado el segundo puesto con el 14,68% de los votos.
Con todo, lo más llamativo, alarmante incluso, en la constitución del nuevo Parlamento Europeo es que puede emerger un nuevo grupo de diputados de extrema derecha.
Para constituir un grupo en la Eurocámara es necesario un mínimo de 25 diputados de siete Estados miembros diferentes. Unos requisitos que se observará con expectación si cumple la embrionaria Alianza Europea por la Libertad (AEL) que pretende liderar el Frente Nacional francés de Marine Le Pen, junto al Partido holandés para la Libertad (PVV) de Geert Wilders, el ultranacionalista Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), el flamenco Vlaams Belang, los Demócratas de Suecia, la Liga Norte de Italia y el SNS eslovaco.
Falta por saber si el UKIP se incorporará a este Grupo o se quedará en el heterogéneo grupo de los No Inscritos, el equivalente al Grupo Mixto europeo.
Un poderoso peligro acecha, sin duda, en el camino, y políticas, de la Europa del futuro, aunque para verlo hay que sacar la cabeza de su agujero, observar el entorno, analizarlo y después aplicar las políticas para que la ultraderecha, y grupos afines, no continúe ganando terreno en una Europa que hace años sufrió su terrible influencia.
Pues la ultraderecha mezcla verdades con mentiras, sera bien que los partidos tradicionales hagan bien su trabajo, por que los de ultraderecha prometen que de un plumazo rezuelven ciertos problemas.
ResponderEliminarTodos los partidos tradicionales han regulado la imigracion de una forma u otra, con buena intencion, pero algunos fenomenos sociales se le escapa de la mano.
Vamos que la ultraderecha se nutre de los errores y fracasos de los partidos normales. Sorprendentemente tiene su lado bueno, produce un despertar en la clase politica, con el voto tradicional estaba muy dificil producir malestar entre la clase politica acomodada.